Por Sus Alas [sin editar]

16,5 - Fuego Luminoso.

     Otra semana había transcurrido lejos, en el otro universo, donde Jev y Vanina se encontraban. Ellos corrían nuevamente en un bosque inmenso debido a la participación obligada en "Los Juegos"; una competición entre los prisioneros donde el objetivo es sobrevivir al bosque que son lanzados. No está permitido matar a otro participante, sin embargo nadie ha sido castigado jamás por romper esta regla...
     La chica de cabello rubio iba al ritmo de su compañero, buscando un refugio al cual recurrir en caso de ser necesario, pero su mente estaba mucho más allá de los altos árboles, llena de una furia que podía volverse CASI incontrolable para ella. Recordaba la charla que había tenido con Katarina el día anterior, que en parte Jev no sabía; pues la habían sacado de la celda y llevado a un entorno mucho más privado para poder interrogarla. Recibió algunos golpes en el rostro y el estómago, hasta que finalmente, en venganza de la estúpida pelirroja, decidió revelarles la forma de acceder al cubo de realidad. Afortunadamente él no sabía nada de esto, sino se llevaría un sermón gigante por "haber puesto en peligro todos los universos y a las razas mágicas que gobiernan estos mundos".
     Mientras tanto, el chico de cabello castaño claro divisó una cueva, aparentemente deshabitada, en las cercanías de un río que allí pasaba. Algunos arbustos lo cubrían, por lo que sería un escondite temporal perfecto. Con cierta emoción sin perder el estar alerta, se acercó junto a su compañera de celda y la encontró con las manos cerradas en puños, notaba que algo en ella no iba bien. Al verla a los ojos tuvo la sensación de que éstos echaban chispas, sin embargo ahora no era un buen momento para preguntar su situación. Se anotó mentalmente hablar con ella cuando estuvieran otra vez en la celda.

     Los Juegos finalizaron unas horas más tarde casi al anochecer. No pasaron muchas cosas interesantes, solamente un poco de lo mismo: algunos participantes con heridas graves, un loco tratando de encontrar la salida de aquella pesadilla, y nuevas zonas descubiertas del interminable bosque.

     Estando ya de nuevo en el lugar mal iluminado, Vanina se acomodó en su rincón tenebroso a contar las manchas en el suelo. Era peculiar el hecho de que ella lo disfrutase tanto, de que probablemente sería lo único que extrañaría de la celda cuando ella se fuese por fin de allí. Porque sí, a pesar de todo, tenía grandes esperanzas de que la liberarían pronto o, al menos, eso le prometió Katarina en su momento.
     En cuanto al muchacho, se encontraba pensando sobre la actitud extraña de la chica hacía unas horas. Pues jamás la había visto así, parecía mucho más furiosa de lo que él estaba acostumbrado a verla. Podía deberse a la charla del día anterior con la Hada Superiora, pues luego de notar los moretones en el rostro de la joven (y más tarde supo que tenía en el estómago también), prefirió no llenarla de un millón de preguntas más y la chica tampoco abrió la boca para dar algún tipo de comentario. No tenían la suficiente confianza como para contarle las cosas, eso lo sabía, pero en un caso como este, ¿por qué ella no dijo nada? ¿Acaso no debían trabajar en equipo para poder salir juntos de esa tortuosa cárcel? Estar encerrado parecía comenzar a volverlo paranoico.

     —Vanina, ¿podemos hablar? —preguntó entonces, decidido a responder esas cuestiones que comenzaban a carcomer su interior.
     —No, no podemos.
     —Por favor, Vanina...
     —¿Entonces para qué preguntáseh? Si, total, diga lo que diga vas a hacerlo igual —Puso los ojos en blanco, sumamente molesta. Aunque, en cierto modo, era verdad lo que decía.
     El chico suspiró cansado antes de hablar, seleccionando con cuidado sus palabras:
     —Pues me gustaría saber lo ocurrido el día anterior. Con mayor exactitud, cuáles eran las intenciones de... ella —No se atrevió a pronunciar el nombre en voz alta, jamás lo hacía desde la última batalla entre Emma y esa hada. Incluso le generaba escalofríos, lo que, para su mala fortuna, Vanina sabía a la perfección.
     —¿Con Katarina? —Un aire frío recorrió la nuca del chico—. Bueno, esta tipa, Katarina —Los vellos de sus brazos se ponían de punta, mientras una sonrisa maliciosa invadía el rostro de la rubia—, quería saber algún tipo de información sobre el cubo de realidad donde suelen estar Emma y el otro Jev.
     —¿Y qué ocurrió luego?
     En ese instante la chica perdió la paciencia, aunque en el fondo presentía que había algo a lo que Jev deseaba llegar con esta conversación, ¿pero a qué, exactamente? No estaba segura.
     Así que un impulso la llevó a levantarse molesta y acercarse a él, con los ojos echando chispas igual que en el bosque.
     —¿Qué pasó después? ¡Esto pasó! —gritó, señalando con su índice el moretón en el ojo izquierdo—. ¡Al parecer no entendiste que me torturaron para sacar información sobre tu estúpida novia y el doble tuyo!
     Al mismo ritmo que la furia recorría en las venas de la chica, enterró su dedo en el pecho de Jev y fue dando pasos hacia adelante, manteniendo la distancia, de modo que el pobre quedó acorralado entre la chica y la fría pared de mármol.
     —Por TU CHICA ALADA, perdí a mi hermano en una batalla que no debía haber peleado. No importa qué tan justa era la causa, él no merecía haber perdido su vida de esa forma, ¡apenas tenía doce años! Y ahora ella pagará por su muerte cuando sea destruida por Katarina Krecher, porque le revelé todo lo que sabía. No me importa qué tan santita sea para vos, YO no voy a sacrificarme por la culpable del asesinato injusto de mi hermano.
     El rostro del chico de cabello castaño claro mostraba sorpresa, aunque en realidad él no sentía eso. Es más, se esperaba que ocurriera algo así. La chica, con doce años y una infancia arruinada por la pérdida de su hermano, ¿qué iba a hacer en una situación como aquella? Incluso la habían torturado. Estar encerrada la estaba descontrolando, o, tal vez, siempre fue así y él jamás la había querido ver como es; una desalmada cruel e insensible, dispuesta a hacer cualquier cosa por venganza.
     —Lo siento, Vanina...
     —¡No! No te hagas el niñito mimado ahora, sabés que conmigo no funciona —escupió con gran furia.
     De pronto un dolor insoportable invadió la espalda de la joven, retrocedió varios pasos hacia casi el otro extremo de la pequeña celda, alejándose de Jev. Frente a los ojos chocolates del chico, veía por primera vez manifestarse los poderes de faireer compuesto de Vanina, levitando unos centímetros y saliéndole alas gigantes similares a las de los murciélagos, que envolvieron por unos segundos a la muchacha para luego dejarla aterrizar en el suelo, suplantando los viejos harapos con un atuendo nuevo: un vestido entubado de cuero negro (claramente marcando sus caderas anchas), botas oscuras estilo militar, medias de red, y guantes sin dedos de color negro. Los ojos de la chica parecían brillar, aclarando notoriamente su tono verde olivo natural.
     —¿Pero qué...?
     —Vanina, eres una faireer compuesta que ha llegado a descender con magia. Ahora debes intentar utilizar tus poderes para descubrir por ti misma cuáles posees.
     Entonces decidió cerrar los ojos, respirando profundamente un par de veces. «Eres un fuego luminoso, Vanina. Une tus fuerzas para seguir el camino del bien», escuchó que alguien le susurraba al oído. Esa voz... No podía ser posible.
     Pero antes siquiera de poder cuestionarse un poco más, sintió como si sus manos tuviesen vida propia y se juntaran por arriba de su cabeza. Se separaron unos centímetros para luego absorber toda la luz a su alrededor, formando una esfera lumínica del mismo color que sus ojos. En un movimiento rápido giró su cuerpo, quedando cerca de las rejas. Bajó sus brazos para apuntar hacia allí. Hubo unos segundos que parecieron eternos, antes de lanzar una llamarada de diferentes tonalidades de verde que consigo destelló una intensa luz cegadora. Pronto todo había vuelto a la normalidad, incluso sus ropas harapientas.
     —¡Vanina! —soltó preocupado Jev, acercándose a la chica que estaba tendida en el suelo.
     —Eso estuvo increíble —sonreía ella aún con los ojos cerrados. Dentro de sí había una explosión de adrenalina que jamás había sentido en su vida, hasta parecía otra Vanina; hacía años que no se sentía tan alegre, animada, feliz.



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En el texto hay: misterio y accion, multiverso, amistad y humor

Editado: 02.04.2020

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