Por Sus Alas [sin editar]

Epílogo 1 - Tierra Dos.

     Emma cruzaba el portal con los ojos abiertos, viendo pasar a la vez un centenar de colores diversos que no le daban tiempo a notar la pequeña diferencia entre uno o dos tonos. Esto, a su vez, le hacía sentirse mareada y un dolor intenso en el resto del cuerpo, como si la estuviesen desarmando, no paraba de aumentar con cada segundo que transcurría. Aún así nada podría provocarle tanto dolor como la triste despedida entre ella y Jev de Tierra Tres, quien pronto la olvidaría junto a las hazañas logradas por ambos. No quería admitirlo, pero extrañaría tener un compañero de equipo como él.

     Para su suerte el primer rostro que se encontró al llegar fue el de Frederick, por lo que no dudó ni un instante en dejar a un lado el frasco de polvo, o, mejor dicho, las cenizas de quien alguna vez fue Katarina, y lanzarse con emoción hacia sus musculosos brazos.
     —¡Mi pequeña alada! Te extrañé muchísimo... —sonrió el morocho, correspondiendo el abrazo con mucha mayor fuerza. Se sentía más tranquilo al tenerla de nuevo allí, destellando su contagiosa energía positiva, aunque sabía que en el fondo ella aún no se sentía del todo bien. Además, una parte de sí mismo debió callarse para no comentar nada respecto a la batalla, ya que sería mejor esperar un poco antes de hacerle un interrogatorio a la muchacha. Y tenía claro que el papeleo luego de anunciarle al mundo de las hadas, si no es que ya lo sabían, que su líder había muerto finalmente, iba a ser tremendamente eterno para él.
     —Me estás...dejando...sin res...piración... —dijo Emma exagerando la situación, para luego comenzar a reír los dos y que una pequeña risa por detrás se les sumara, una que ella reconoció al instante: Jev.
      Giró para encontrarse con su chico vistiendo el uniforme de la base que hacía tiempo ella no usaba. Pero su atención se centró en la joven rubia que se encontraba escondida tras él, cruzando los brazos, molesta, como si prefiriera estar en otro lugar ahora, y se notaba a leguas que no iba a fingir sentirse feliz de volver a ver aquella pelirroja. No obstante Emma intentó entablar conversación con ella:

     —Qué suerte que nos volvemos a ver, Vanina.

     —Para mí no lo es —contestó molesta.

     —Ok, puedo entender que no querés que seamos amigas...
     La más joven no le importó rodear los ojos en señal de darle igual el intento de charla.
     —Y NUNCA lo vamos a ser, así que no intentes hacerte la simpática conmigo.

     —Sin embargo van a convivir juntas en la base —intervino Jev, quien recibió miradas de sorpresa por parte de ambas chicas—. Tus padres estuvieron de acuerdo con investigar aquí tus poderes, en principio serán unas semanas solamente de análisis. Pero cabe la posibilidad que también recibas entrenamientos como todos los jóvenes faireers de la base.

     Esta noticia fue el disparador de la furia casi incontenible de Vanina, pues era lo único que le faltaba para su vida, a menos que, en pleno siglo XXI, sus padres le arreglasen un matrimonio con un hombre anciano, feo y millonario, para solucionar una crisis económica familiar que podría dejarlos en la ruina. Tal vez estaba exagerando, pero una chica de doce años que había perdido a su hermano por culpa de una batalla que no le correspondía (y una pelirroja que la había provocado), esta situación la veía como algo que arruinaría su total existencia.
     Fue entonces cuando Emma notó el moretón en el ojo izquierdo, producto de la tortura recibida por Katarina para conseguir información de vital importancia.

     —¿Querés que cure tus heridas? Demoro unos pocos segundos y dicen que no duele.
     Una sonrisa maliciosa transformó el rostro de la rubia, encontrando la forma de satisfacer su venganza.
     —No, gracias, es mejor dejarlo así para que te acuerdes los errores que provocaste al nacer, las personas que se sacrificaron por alguien como vos en una batalla que ni siquiera era de ellos; quiero que sientas el mismo dolor que sentimos muchos por haber perdido a nuestros familiares más cercanos.

     El silencio en la habitación pareció eterno luego de tan dura declaración. Frederick observaba preocupado la reacción de Emma, mientras que Jev pensaba alguna forma de suavizar el problema, sin dejar de mirar cada movimiento de Vanina. Entre tanto, ellas dos no despegaban sus ojos de la otra. La tensión era palpable sin mucho esfuerzo, por lo que alguien debía romperlo sin generar más conflictos.



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En el texto hay: misterio y accion, multiverso, amistad y humor

Editado: 02.04.2020

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