La habitación se sentía fría y silenciosa, el joven muchacho se encontraba solo, aunque su cabeza no dejaba de pensar en todo lo ocurrido la noche anterior, sentía su corazón latiendo a toda velocidad ¿en qué momento todo había cambiado? Aunque por dentro su cabeza no dejara de pensar, mantenía un rostro inexpresivo de toda emoción. Levantó la mirada hacia el frente, un amplio cristal oscuro reflejaba su rostro desvelado, con grandes ojeras bajo sus ojos, su cabello despeinado, pero su apariencia era lo que menos le importaba en esos momentos, sabía que del otro lado del cristal cada uno de sus movimientos eran observados y analizados con detenimiento.
La puerta se abrió, un hombre alto entró al lugar. Llevaba puesto un traje negro impecable, su cabello canoso combinaba con sus rasgos duros que lo hacían parecer un poco más maduro de lo que quizás era.
Sentándose en la silla frente al joven muchacho, que hasta hace unas horas no imaginaba tendría enfrente. Colocó un vaso de café sobre la pequeña mesa que se interponía en medio de ambos ofreciéndoselo. El joven sólo se limitó a observar el vaso de café para luego mirar al hombre y negar con un leve movimiento de cabeza rechazándolo.
-soy el detective Ian Morton-
El chico observó al detective sin mostrar ninguna emoción en su rostro.
- ¿sabes por qué te han traído aquí? –
-usted dígame- le respondió el chico con una voz hostil, revelando que no se sentía intimidado y que en definitiva no confiaba en la mirada amable que le daba el detective. Sabía que usarían cualquier táctica para hacerlo confesar.
-no lo estamos culpando por nada- el muchacho soltó una pequeña risa irónica - nos gustaría conocer su historia sobre los hechos-
- ya se los he dicho antes –
- usted fue la última persona que vio con vida a la señorita Dickens, necesitamos saber todo sobre lo ocurrido-
El chico dio un suspiro cansado, decidido a contar lo sucedido una vez más si eso lograría que saliera lo antes posible de ese agujero.
-fuimos a una fiesta en la playa había música, alcohol…-
- ¿drogas? -
- no tengo idea, no soy de los que va a las fiestas a fisgonear en los bolsillos de cada persona ¿puedo continuar? – le respondió tranquilamente, el detective sólo asintió, escuchando con detenimiento cada palabra del chico.
- Brooke llegó y si me va a preguntar sobre la hora, no tengo ni puta idea como se los mencioné antes, tampoco llevo un itinerario en las fiestas, ella se acercó y estuvimos bebiendo y bailando un rato, después decidimos que necesitábamos un lugar más privado ¿si me entiende? – el joven estaba sentado en la silla en una posición relajada mientras relataba los hechos.
- ¿ustedes tenían alguna relación sentimental? -
-no
- ¿A dónde fueron después? –
-a mi departamento-
- ¿Qué hicieron? –
- ¿enserio quiere detalles sobre eso? -
El detective sólo lo observo mostrándole al muchacho que en realidad si quería todos los detalles de la noche pasada.
-estábamos ebrios y ambos buscábamos tener sexo, fue algo de común acuerdo-
- ¿hay testigos que corroboren, que en verdad ambos estaban de acuerdo en ir a tu departamento? –
- estaban todos nuestros amigos de la escuela, ellos podrían asegurarle que en ningún momento la forcé a nada, sé que soy un maldito hijo de puta, pero jamás me aprovecharía de una chica- le respondió el muchacho un poco irritado por la acusación.
- se encontró droga en el cuerpo de la señorita Dickens ¿Qué sabe sobre eso? -
-no tengo idea de si consumió drogas, mientras estuvo conmigo solo bebimos alcohol y si insinúa que yo se la pude haber dado, pues no, y creo que sus muchachos ya han estado revisando mi departamento y no encontraron nada-
- el cuerpo sin vida de la señorita Dickens fue encontrado esta mañana alrededor de las 7 en un baño de una tienda de autoservicio, con un fuerte golpe en la nuca que le provocó la muerte y curiosamente el lugar no contaba con cámaras de seguridad en esa área, pero estuvo con usted hasta altas horas de la madrugada-.
El detective colocó los codos recargados en la mesa, entrelazando sus dedos mientras observaba al chico.
-después de ya sabe… tener relaciones, ambos estábamos ebrios así que nos quedamos dormidos, cuando desperté por la mañana ella ya no estaba a mi lado, así que sólo asumí que había tomado sus cosas y se había marchado-
- ¿no se te ocurrió llamarla para saber dónde estaba? –
- no soy de los que se indignan porque no le pidan una segunda cita después del sexo, además creo que estamos lo suficientemente grandes como para marcharnos sin rendir cuentas a nadie-
El detective Morton sabía que no podía culpar al muchacho sin pruebas, aunque había sido la última persona que había visto con vida a la víctima, no habían encontrado nada en su departamento ni en la escena del crimen que lo relacionaran como el asesino, sabía que debía dejarlo ir.
Editado: 24.12.2021