Los días y semanas pasaron, dejando tras de mí el nerviosismo inicial, en el que cualquier pequeño suceso me alertaba, por el temor a que mi padre apareciere en cualquier momento y me llevase consigo, o peor, aterrada de que aquel ángel que me acogió en su hogar se convirtiese en un demonio e hiciera Dios sabe qué conmigo.
Los dos primeros días pasaron bien, sin inconvenientes, pero luego mi mente empezó a crear escenas terroríficas y es que todo parecía un cuento de hadas. Demasiado bueno para ser verdad.
Aunque no era de extrañar, después de haber visto tantas series de asesinatos, secuestros, contrabando de órganos y trata de blancas, todas basadas en la vida real, no podía estar totalmente tranquila en un lugar, rodeada de personas que apenas conocía.
Por estas razones, las tres primeras semanas viviendo en el rancho, aseguraba la puerta con sus respectivos seguros pero, además de ello, colocaba un pequeño sillón ejerciendo presión en el llavín, para así sentirme más segura.
No es que estuviera mal, pero pronto me di cuenta que lo hice por nada.
El pueblo de RiverTown está lleno de personas bondadosas y a medida que pasaron los días pude verlo con mis propios ojos.
Además, mi padre nunca llegó y justo dos meses después de mi llegada, tampoco creo que en algún momento vaya a hacerlo.
Tuvo lo que siempre quiso, deshacerse de mí, de la hija que arruinaría su reputación quedándose embarazada en la secundaria, sin casarse o tener algún pretendiente formal.
Pensar en aquello me escocia en el alma y era una masoquista, pues cada noche me encontraba llorando por su abandono. Muy en el fondo esperando aquella disculpa que nunca llegará.
Convirtiéndome nueva vez en aquella niña patética que daría su vida por un mínimo gesto de amor o apoyo por parte de la persona, que según le había contado Romina, la había esperado con tantas ganas, junto a su difunta madre...
Sacudo la cabeza, alejando los dolorosos pensamientos de mi mente.
Aparte de mis ocultos estados depresivos y paranoia, adaptarme al nuevo entorno en que vivo no fue tan tedioso ni complicado como había esperado. Todo gracias a las gemelas, quienes, pese a mis dudas iniciales, me acogieron tal cual fuéramos amigas de muchos años, sin embargo, Génesis fue más reservada.
Sí bien compartimos y en ningún momento se ha mostrado grosera, no se ha relacionado conmigo de la misma forma que las simpáticas rubias hicieron.
Pero no es algo que me moleste, yo soy una extraña para ella.
Ya es un milagro que cayera en gracia con Ana y Gisela. No puedo pedir más.
Había empezado a trabajar justo el día siguiente de hablar Luna sobre mis opciones para laborar y obtener dinero, colaborando cada día con el desayuno y luego dedicándome a ayudarle en su oficina con los cientos de papeles que tenía desordenados.
Y es que, la mujer definitivamente es muy buena llevando las riendas del rancho y manteniéndolo como uno de los principales y más destacados de la región, pero se le da fatal organizar los archivos.
Para su suerte, yo ya había trabajado previamente en la biblioteca de la escuela y como secretaria de la sala de maestros. Debido a ello en diversas ocasiones me había tenido que encargar de organizar los cientos de papeles que me entregaban, cosa que en estos momentos agradezco bastante, pues esa experiencia me ha facilitado enormemente las cosas.
Aunque en un principio no fue fácil, al documentarme y relacionarme con los tipos de documentos que me facilitaba, pronto encontré la manera y logré terminar el trabajo de archivar todo en el primer mes.
Luego de esto, satisfecha e impresionada, Luna me pidió ayuda para qué, junto a un chico llamado Julián, quien desde hacía un año laboraba con ella, organizara sus citas telefónicas y enviara los correos que ella me facilitaría a los distintos clientes que posee, pues la temporada de rodeos estaba por comenzar, la demanda se había incrementado bastante y una sola persona no daba abasto.
Y hasta ahora, junto al risueño chico, me ha ido bastante bien. Aunque cabe destacar que en un principio chocamos un poco, hasta que nos entendimos y trabajamos al mismo ritmo.
Por otra parte, cuando no estoy laborando, empleo mi tiempo observando los entrenamientos de los caballos, leyendo algún que otro libro o paseando por el amplio territorio del campo. Pero sobre todo esto, me la pasaba investigando todo sobre el embarazo y los bebés.
Los meses han ido transcurriendo y la fecha llegará en cualquier momento, por lo que las inseguridades sobre si estoy preparada o no para el gran día, me agobian.
Aparte de esto, me he encontrado saliendo con las chicas por la acera comercial del pequeño pueblo pues desde aquel primer miércoles, le habíamos tomado el gusto a salir y despejar nuestra mente.
Y aquello se ha vuelto una costumbre.
Salimos juntas cada miércoles o sábado y llegamos de nuevo al rancho con alguna que otra ropa nueva y muchas anécdotas divertidas del día.
Me habían presentado a más personas, entre ellos algunos de sus compañeros de secundaria y algún que otro amable pueblerino que ellas determinaban ''sumamente necesario de conocer''.
Editado: 16.08.2020