Es de noche, la luz de las bombillas alumbran el lugar y la música country resuena por los altavoces mientras una treintena de personas, que se han reunido en el patio del rancho, disfrutan al son de la misma.
Esta mañana, después de haber pasado casi toda la noche hablando por mensajería con William, llegué un poco tarde a mis labores en la cocina y, al entrar en ella, fui recibida por Luna y las chicas que se encontraban planeando detalladamente una fiesta para celebrar la vuelta a casa del causante de mi desvele.
Aunque en un principio estuve un tanto nerviosa de cómo se comportaría Luna conmigo esta mañana, luego de lo pasado ayer, cuando encontró a su hijo masajeando mis pies, ella me sonrió como de costumbre y rápidamente me incluyó en los preparativos.
Y no pensé más en el asunto.
Después de hacer el desayuno, en vez de ir a la oficina, me quedé con las chicas a petición de Luna y rápidamente nos dispusimos a preparar las decoraciones y arreglos que serían colgados esta noche para luego, obtener el maravilloso resultado que en estos momentos se puede apreciar.
Un enorme cartel de bienvenida se encuentra colgado en el porche trasero, varias hileras de bombillos se alzan sobre los presentes, iluminando la estancia, una enorme mesa rustica a un lado, repleta de bocadillos para los presentes, acompañada de un enorme barril repleto de hielo y bebidas enlatadas, aguardando a ser tomadas en cualquier momento. Y qué decir del asado que se está preparando.
Entre los presentes se encuentran algunos de los amigos que William había dejado aquí en el pueblo, al momento de marcharse a la universidad, también vinieron algunos de los gentiles vaqueros que trabajan día a día en este hermoso lugar, bailando animadamente con sus esposas y, debo decir, que estoy deslumbrada con el ambiente que se ha desarrollado.
La fiesta que mis ojos presencian no se asemeja en lo absoluto a las que dan en la gran ciudad. Aquellas a las que tuve que asistir mientras crecía. Mismas que estaban llenas de chismes, hipocresía, personas ricas evitándose y criticándose entre sí.
En cambio, aquí es diferente, cada uno de los presentes simplemente se enfoca en disfrutar del momento y de la compañía.
Debido a que Luna se llevó a William desde la mañana para realizar sus diligencias, con el propósito de que este no sospechara nada y darle la sorpresa, no lo he visto en todo el día, ni siquiera hablado por mensajes.
Hasta este momento, en que mis ojos se topan con él.
Se encuentra al otro extremo de la estancia, de pie, rodeado de sus amigos y charlando animadamente con ellos. Trae puesta una camisa azul oscuro, pantalones vaqueros y zapatos del mismo color que la parte de arriba de su vestimenta, haciendo que sus ojos destaquen aún más y que una descarga de electricidad recorra mi cuerpo cuando, sintiendo el escrutinio, estos se topan con los míos.
Sin poder controlar la reacción que su intensa mirada causa en mí, me veo envuelta por el espiral de pensamientos e ilusiones que se han estado trazando en mi cabeza de vez en cuando. Como toda una ilusa.
Me estoy volviendo completamente loca... Pienso.
Pero la verdad es que, al mirarme desde allí, dejando de prestarles atención a las hermosas chicas que se encuentran a su alrededor… no ayuda en nada a apaciguar mis locuras.
Mientras me observa, todas ellas se aferran a él como si no hubiese un mañana, riendo y luciendo perfectas. Si no me equivoco, entre ellas se encuentra Luci, una de las hermanas de Alicia. Ella es muy bonita, bastante agradable y... no puedo evitar sentir celos de ella.
Ya, deja de pensar en ello, no tienes oportunidad. Dice mi parte racional, extinguiendo el hilo de estupideces que estaban a punto de adueñarse por completo de mi mente.
Resignada, aparto la mirada y sonrío al ver que Ana y Génesis al fin se unen a mí. Charlamos por unos minutos, sentadas en los muebles exteriores que se dispusieron para la celebración, hasta qué reparo en que no he visto a Gisela desde hace un buen tiempo.
—¿Dónde está tu hermana? —le pregunto a Ana, curiosa.
—De seguro metiéndose en problemas... —murmura— vi a Alexander aquí hace un momento y no creo que sea coincidencia que los dos hayan desaparecido en el mismo instante.
Muerde sus uñas, nerviosa.
Alexander es el chico que le gusta a Gisela, pero hay un enorme problema con eso, él chico tiene novia y, por lo que dicen, bueno… la chica es bastante celosa. Si alguien se acerca a lo que es suyo entonces tendrá un enorme problema con ella.
Seguimos conversando y, muy a mi pesar, mis ojos no dejan de viajar en dirección del lindo vaquero al que pertenece esta bienvenida, hasta que un movimiento a mi derecha llama mi atención. Jadeo cuando veo a Anaisha, la novia de Alexander, llegando a la fiesta. Esa chica puede parecer todo un ángel pero lo que dicen de ella no es nada angelical. Siendo hija del comisario del pueblo cree que puede hacer lo que le plazca y además, se jacta de ello.
—Si sospechas que están juntos, deberíamos ir corriendo en su busca... —digo, haciendo un disimulado gesto y que ellas se den cuenta del porqué lo digo.
Ana y Génesis dirigen su mirada hacia donde señalé y sus rostros se fruncen por la preocupación. Dejan sus bebidas en la pequeña mesa y se levantan, guardando las apariencias, para no llamar la atención.
Editado: 16.08.2020