Desde afuera de la enorme hectárea que se ha destinado para la feria, ya puedo apreciar el esplendor de la misma, sin embargo, no puedo evitar desanimarme un poco al ver la enorme fila de personas que se han formado para entrar.
El lugar se encuentra abarrotado y, aunque las chicas me lo advirtieron, subestimé el evento, pensando la asistencia al mismo sería moderada. Me equivoqué. Hay tantas personas que parece todo el pueblo y de pueblos aledaños ha asistido, algunos en grupos de amigos, otros de familias pero, si algo los une a todos, es su palpable emoción por entrar.
No puedo evitar mirar de la enorme fila hasta mi vientre crecido, pensando en cómo lograré aguantar todo ese tiempo de pie, esperando nuestro turno.
Estoy a punto de colocarme detrás de la última persona cuando de repente su mano toma la mía, cambiando mi dirección y haciendo que gire mi rostro hacia él, con sorpresa.
—No pensarás hacer esa enorme fila, ¿verdad? —pregunta, pero no contesto, no puedo hacerlo.
Mi mente se ha quedado prendada al sentir como nuestras manos se entrelazan y en el cosquilleo que sigue apareciendo cuando él me toca o habla muy cerca.
Dejo que me guie, anonadada, perdida en el mar de sentimientos que causa en mí y maldigo en mi interior al resfriado que ha imposibilitado la presencia de mis amigas. Pues sin sus distracciones, mi atención es únicamente para él y eso no me hace bien, lo nuestro nunca pasará.
Después que Will hablara con el encargado de la puerta, señalando mi embarazo, este nos deja pasar y, mientras entro, no puedo dejar de pensar en cómo la enfermedad de las gemelas podría ser una simple treta para que William y yo pasemos tiempo, juntos.
¿Y por lo pienso? Bueno, es simple. Las malditas se pasaron toda la semana interpretando cada encuentro que he tenido con él, cada momento que hemos pasado juntos y determinando, según ellas, que los dos estamos perdidos el uno por el otro.
Conjetura bastante ridícula, a decir verdad...
No voy a negar que yo si estoy completamente loca por él, a tal punto que últimamente he estado despertando sudada y sonrojada en medio de la noche, luego de tener sueños completamente pecaminosos con el hombre que estos momentos toma mi mano y me guía hacia las atracciones.
¿Pero él de mí? ¡Já! con las oportunidades que tiene, no podría estarlo.
Decido no seguir pinchando la herida, dejando esos pensamientos atrás y concentrándome en lo que tengo alrededor.
A lo largo del terreno se encuentran varias carpas y quioscos, segmentados por el tipo de atracción y debo admitir que cada carpa es hermosa y única, con diseños completamente diferentes y creativos.
Mientras caminamos, observo los niños jugar, al lado de sus padres y hermanos y no puedo evitar pensar en el pequeño que pronto nacerá. Estoy ansiosa por conocerlo, por adorarlo y brindarle todo el amor y apoyo que me fue negado a lo largo de mi vida.
Aun tomados de la mano, observamos todo. Las atracciones van desde las mecánicas hasta otras con dinámicas de dardos y globos, pinta caras, juegos de habilidad, tiro al blanco, etc. También varios puestos de artesanías, bisutería, regalos. Y no olvidemos la comida, hay un montón de pequeñas carpas a un lado del terreno, con comida frita, salada, dulce, frutas…
No puedo evitar que mi asombro vaya más allá de mis pensamientos, reflejándose en todo mi rostro, y escucho como William deja escapar una pequeña risa.
—Mhmmm, ¿Por qué te ríes? —pregunto, observándole con el ceño fruncido.
—Es adorable verte así —se encoje de hombros—, pareces una niña pequeña en medio de su lugar favorito…
Mis mejillas se sonrojan.
—Entonces, ¿Cuál quieres conocer primero? —pregunta y deja ir mi mano para abrir sus brazos, abarcando el enorme lugar.
Sonrío.
—Tú eres el experto aquí —respondo y él me devuelve la sonrisa, satisfecho.
—Esperaba que dijeras eso —responde, para nuevamente tomarme la mano, haciendo que mi corazón lata despavorido—. Prepárate para la mejor experiencia de tu vida —dice y mis bellos se engrifan, mal pensando sus palabras.
Oh malditos pensamientos, porque se van por esos lares peligrosos…
Por la próxima media hora me la paso genial, pero un poco tensa, tratando de amansar mis descontroladas hormonas. Y es que, en cada atracción que paramos, cada vez que William me da una demostración de cómo hacerlo, no puedo dejar de comérmelo con los ojos, con el intenso impulso se besarlo invadiéndome.
Ayúdame señor…
Por impulso mío paramos en varios de los quioscos de bisutería y terminé llevándome un montón de pequeños accesorios hermosos que Will se negó a dejarme pagar. Por más que insistí.
La única zona que hasta ahora he estado evitando es la de comida, pues en serio no quiero terminar haciendo una dramática y asquerosa escena de vómitos frente a mi acompañante y el montón de gente que se encuentra en este lugar.
Pero finalmente el hambre puede conmigo y nos dirigimos allí.
Editado: 16.08.2020