Por Ti

CAPITULO 20

El pronto no llegó tan rápido como habría deseado.

Han pasado quince días desde que desperté y es hoy que por fin me han dado el alta.

Estas dos semanas y media lo he pasado horrible, por no estar con mí Austin, sin embargo, muy en el fondo, pude comprender que no hacía nada yéndome al rancho sin estar totalmente recuperada, ya que no podría hacerme cargo del pequeño y eso es lo que más deseo en el mundo.

Prácticamente tuve que aprender a caminar de nuevo. Los músculos de mi cuerpo estaban debilitados por el mes y días que pasé en coma, teniendo como único sustento los sueros para mantenerme hidratada.

Fue bastante difícil el proceso, carecía de fuerzas y además enflaquecí demasiado, y lo odio. Detesto verme así, enferma.

Suspiro y decido inyectar positividad a mi mente pues, independientemente de todo lo que ha ocurrido, al fin podré ver a mi adorado niño y, mientras estoy sentada en el lado del copiloto, camino al rancho, no dejo de tamborilear mis dedos en mis rodillas al tiempo que hago lo mismo con mis pies, estos últimos en el piso de la camioneta, mientras William me observa, divertido por mi desesperación.

Él ha sido muy bueno conmigo en estos días, todos lo han sido, me han consolado bastante y han llevado videos de Austin cada vez que me visitaron para que pudiera estar al tanto de él.

Sin embargo, aunque fue un gesto hecho en buena fe, no pude evitar llorar cada noche y sucumbir ante horribles pensamientos al recordarlos, cada vez que recaí en el tiempo que mi pequeño Austin tiene en este mundo, alejado de mí.

Estoy desesperada por verlo y disfrutar de él como lo han hecho todos.

No puedo esperar para tenerlo entre mis brazos…

— ¿Estás seguro que la cuenta de hospital fue saldada? —pregunto, aun estresada por ese tema.

—Sí, completamente seguro, de otra forma no habríamos podido salir de allí, hoy —toma mi mano, apretándola un poco—. No te preocupes más por eso.

—Tengo que hacerlo, se han encargado ya de muchas cosas y estoy segura que la cuenta por mi estadía, no ha sido nada barata.

—Tranquila, mamá se encargó de todo.

—Tendré que pagárselo, ha hecho bastante por mí —digo, determinada a hacerlo y él suspira, decidiendo no decir más nada.

Aunque el camino es corto, se me hace una eternidad, y siento un enorme alivio cuando al fin llegamos al rancho. William se desmonta con prisas, rodeando la camioneta, y llega hasta mi lado, ayudándome a bajar.

Caminamos hasta la entrada y, para mi mala suerte, no puedo impulsar a mis piernas para que lo hagan más rápido, para estar lo más pronto posible con el amor de mi vida.

El tiempo pasa, entramos a la cocina y tengo que detenerme abruptamente, conteniendo mi emoción, cuando veo el pequeño bulto en los brazos de Luna.

Oh Dios mío… no puedo creer que sea mi pequeño vampirito.

Es tan abrumador que no puedo contener las lágrimas y debo apoyarme en la pared para no caer al suelo por las tantas emociones que nacen de mi corazón.

Es él, la misma pequeña habichuelita que vi siete meses atrás en la pantalla de la clínica a la que fui obligada a ir. No pudo creerlo… Es en este momento que todos los acontecimientos se instalan en mí. El momento en que me atormenta siquiera pensar que podría haberlo perdido, pero no… aquí está, sano, salvo y resguardado por personas que lo han cuidado a la espera de que su mamá se recupere y pueda cuidar de él.

Me apoyo en los brazos de Will y limpio mis lágrimas para acercarme a él. Sin mediar palabra, lo tomo de los brazos de Luna y lo acurruco contra mi pecho. Es tan perfecto, delicado, suave... un pequeño ángel. Acaricio su pequeña mejilla con mi dedo pulgar y se remueve de felicidad, soltando un pequeño y tierno quejido. 

¿También me has extrañado, amor mío? Estoy tan agradecida de al fin tenerte conmigo. Nadie nos va a volver a separar pequeñito, nadie.

Mis lágrimas y emotividad parecen contagiar a los demás, que a mí alrededor no logran contenerlas.

Tomo asiento, anonadada, pegando su pequeño cuerpecito a mí, queriendo estar lo más cerca posible para por fin creer que no es un sueño, que en realidad lo tengo en brazos.

Después de unos minutos, en lo que ellos me dan mi espacio, no lo soportan más y me envuelven en un abrazo, expresando lo felices que están de que por fin esté en casa.

Desde allí, todos hablan sin parar, Julián, Luna, las gemelas, Will… aunque en realidad mi atención no está en ellos, pues solo tengo ojos para él.

Examino todos los rasgos de mi ángel y ¡estoy completamente enamorada! Es una pequeña copia masculina mía, habiendo sacado hasta mis ojos, peor aún más destacados. Es maravilloso y lo amo.

Aunque por supuesto ha sacado algo de Nolan, dos únicas cosa, por ahora, que son, su pelo claro y lacio, y una pequeña mancha en la parte superior de su manita derecha. Nolan la llamaba su mancha de la suerte pues, como prospecto del baseball, su mano dominante tenía bastante potencial.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.