Me dejo caer en la silla de exterior, bajo la enorme sombrilla de sol, y sonrío, con el teléfono en mi oreja, cuando escucho a mi querido vaquero quejarse por el auricular.
—Debiste dejar que te acompañara —dice Will y puedo jurar que su rostro adopta aquella expresión que tanto me encanta y suele poner cuando quiere algo y sabe no puede tener.
—No pongas esa cara —le digo y él ríe, confirmando mis sospechas—. Sabes que debes cuidar del rancho, amor, tienes muchas obligaciones allí.
—No puedo creer que me conozcas tan bien para saber que tenía esa vergonzosa expresión en mi rostro —ríe nuevamente—. Pero sí, lo sé, solo me hubiese gustado acompañarlos, han de estar pasándosela genial y yo aquí, bajo este sol infernal.
—Ni tanto —digo y él resopla, al escuchar el chillido de Julián al meterse de clavado a la piscina—, bueno sí, la estamos pasando un poquito bien —admito, riendo.
Porque sí, para que negarlo, los últimos días en la ciudad han sido bastante relajantes.
—La verdad me alegra, amor —dice, sinceramente—. Que te relajes y pases más tiempo con tu padre, sé que desde que volvió a la cuidad, has querido verle, pasar más tiempo con él.
Es cierto, desde que papá tuvo que volver, añoré su presencia, la cercanía que en tan poco tiempo habíamos estado logrando y como nuestra relación cambió de forma radical, para bien.
—Y Luna, ¿sigue distraída? —pregunto, teniendo una perfecta imagen de su distracción.
—Sí, demasiado —murmura—, una de las razones por las que me quedé cuando Julián también decidió acompañarte. El señor Armando ha estado viniendo mucho al rancho y luego ella desaparece misteriosamente. Ojalá y sea lo que pensamos, aunque me esté dejando todo el trabajo a mí, pues ya es tiempo de que mi madre sea feliz.
—Pienso lo mismo —concuerdo.
—No creas que me vas a distraer de lo que quiero saber, ¿no querías que fuera contigo?
—Claro que te quería aquí —respondo—, pero será bastante rápido, volveré pronto, solo tengo que hablar un asunto con papá.
—Mhmmm —murmura— está bien. Cuida mucho de ti y del bebé. Los amo.
—Nosotros te amamos a ti —respondo y cuelgo.
Me quedo sentada en el mismo lugar, pensando en lo diferente que se siente estar aquí otra vez. A pesar de que llevamos dos días aquí, aun se siente diferente. No como mi hogar, no como un lugar que pueda pensar como mío. Nunca se ha sentido así, en cambio, el rancho fue una historia diferente. Desde que llegué me hicieron sentir parte de ellos, me hicieron sentir que tenía un hogar.
—Lyane —grita un muy emocionado Julián desde la alberca—, ¡ven ya a la piscina!
— ¿Estás loco? —pregunto, divertida— Mi cuerpo ya no aguanta más estar metida allí —concluyo, mientras le muestro las arrugadas yemas de mis dedos— Iré a la cocina a estar con las chicas, también deberías venir, creo que Gisela está preparando alguna delicia.
Él asiente y de inmediato sale del agua, acompañándome.
—No puedes escuchar la palabra comida —rio mientras nos adentramos en la casa y él remueve mi cabello por burlarme de su hambre insaciable— ¡Oye! —me quejo.
— ¿Pensabas burlarte de mí y salir impune? —se carcajea— ¡Jamás! Mi reputación debe perdurar.
Está loco, completamente loco, pero es un amigo incomparable, igual que Ana y Gisela.
Hice que ellos me acompañaran aquí, tanto para que conocieran la ciudad, como para enseñarle a Gisela los negocios de pastelería que hay aquí, y así crear un conjunto de ideas que podamos implementar en la pastelería que ya abrió en el pueblo.
Seguimos nuestro camino hasta que llegamos a la enorme cocina de mi antigua casa, encontrando una escena que ciertamente me hace soltar una carcajada. Pobre papá, se ha convertido en el conejillo de indias de Gisela. No hacen dos horas desde que salió de la piscina y ya ella, con la ayuda de Ana, tiene la cocina completamente llena de alimentos recién cocinados, y mi padre está sentado en el desayunador, engullendo cada cosa que ella le pone al frente.
—Papá, te lo advierto, Gisela es como la bruja de aquel cuento de hadas, si te llevas de comer todo lo que te pone en un plato, te engordará como a un pavo para navidad —sonrío hacia él.
—No lo he podido evitar, tu amiga cocina delicioso. A diferencia de otras… —bromea mirándome fijamente, y me cruzo de brazos, fingiendo estar enojada, sabiendo que no es cierto. Se cocinar bastante bien— ¿Dónde está el pequeño? —pregunta y sus ojos se iluminan.
Después de todo mi padre ha terminado adorando a su nieto y no para de disculparse por lo que intentó obligarme a hacer. Algo que me tiene sumamente molesta ya que lo perdoné hace un tiempo. No importa lo que haya pasado, está en el pasado y él ha demostrado que en verdad ha cambiado.
—Está arriba durmiendo. Por cierto, la habitación que habitaste para él te ha quedado hermosa, me encantó —sonrío, agradecida por su gesto
Él no puede evitar sonrojarse un poco —Me alegra que así sea —responde.
— ¿Podemos ir a tu despacho y hablar? Por favor... —pregunto, queriendo salir del asunto de una vez por todas.
Editado: 16.08.2020