El tiempo ha pasado tan rápido que ni siquiera puedo creerlo. Mi mente aun no lo asimila.
Un año... Mi bebé hoy cumple un año de vida y se ha despertado con tal ímpetu, que me hace pensar que está plenamente consciente de que hoy es su gran día y que por ello hay una enorme fiesta fuera, esperando por él.
En cuanto a mi relación con William, esta se ha fortalecido con el paso del tiempo y, luego de casi todo un año, juntos, nuestro amor sigue creciendo a medida que nos conocemos más a fondo. Cada día es una nueva etapa, un nuevo capítulo… y cada vez es más emocionante y hermoso.
En el último año el amor ha parecido florecer para todos, dándole a Luna una segunda oportunidad de ser feliz al lado de Armando. Terminaron uniéndose en matrimonio ya hace unos meses, dejando el rancho a cargo de nosotros para dedicarse a ser completamente feliz al lado de su nueva pareja, por lo que dejamos el aparta-estudio para ocupar la casa.
Anastasia encontró el amor en un chico bastante lindo y simpático que conoció mientras tomaba sus clases de arte en la ciudad y, por otro lado, la pícara de Gisela, sigue su relación con Alexander.
Lo más sorprendente de este derroche de flechas, lanzadas por Cupido, es que Alicia, después de querer descuartizar a mi padre por haberme llevado en contra de mi voluntad a aquella clínica de abortos, haya terminado precisamente con él.
Sí, como dice el dicho: Del odio al amor, solo hay un paso.
Al parecer, dejando atrás los malos perjuicios hacia mi padre, se enamoró de él mientras la ayudaba con los medicamentos de su madre y a conseguir trabajo. Lo mantuvieron en secreto por un tiempo hasta que en una de mis visitas los encontré discutiendo por mí. Mi padre estaba enojado por estar ocultándome su relación, pero ella se negaba, alegando que no quería que la viera como una aprovechada. Cómo una vividora.
Algo completamente absurdo, nunca la vería de esa forma.
Cuando vio que había escuchado toda la conversación, se echó a llorar y me pidió perdón un millón de veces. Y aunque estaba sorprendida por la noticia, me encontraba en lo más mínimo molesta con ella. La he llegado a conocer bastante para saber que ella no es así, que si está con mi padre es porque se aman, no por otra cosa.
Lo que sí les dejé claro es que no quería que ninguno de los dos se lastimara, son muy importantes para mí y no quisiera que luego hubiera incomodidades en el ambiente.
—Maaamá —aquella tierna voz me llama, sacándome de mis pensamientos.
Dejo las fundas de caramelo que estoy terminando de preparar y volteo mi rostro hacia él, observando cómo se dirige a mí, dando pequeños pasitos.
Está tan hermoso…
Su pelo rubio y crecido se mueve a cada paso que da y sus hermosos y grandes ojos no hacen más que terminar de derretirme cuando su mirada cae en mí.
—Te has vuelto a bajar de la cama ¿eh? —sonrío y lo tomo en brazos— ¿Cómo está el pequeño más lindo en todo el mundo? —le pregunto y estrujo la punta de mi nariz con la suya— ¿Has tenido una buena siesta?
No para de reír mientras sigo mimándolo. Es un pequeño tan adorable...
Dio sus primeros pasos cuando tenía diez mesecitos y desde ahí no ha parado. Aquel día no podía creer que lo estuviera haciendo, el tiempo pasó tan rápido y me emocioné tanto que terminé llorando como una pequeña niña. Como hago siempre que él logra algo…
Beso su suave cabecita y lo llevo hasta el baño para ducharlo y prepararlo para su fiesta.
—Sabes que hay fiesta ¿verdad? —pregunto y él sonríe de oreja a oreja— claro que lo sabes, te encantan.
Después de preparar la tina, lo sumerjo en el agua, lavando su cuerpo, dejando que se divierta por unos minutos con sus juguetes de baño antes de sacarlo, secar su cuerpo y dejarlo más hermoso y oloroso de lo que ya es.
Cuando ya está listo, sentadito en la cama, el sonido de la puerta me hace desviar mi atención de Austin y, de inmediato, encuentro a Will dirigiéndose hacia nosotros con los ojos completamente abiertos, exagerando su reacción al verle. Cosa que al pequeñín le encanta.
— ¡Pero mi hombrecito sí está lindo! —lo toma en brazos y da vueltas por toda la habitación— Vas a romper muchos corazones el día de hoy —le toca la nariz y ríe— ¿Crees que no he visto como le echas el ojo a la pequeña hija de Lorenza? ¿Eh? —lo deja caer en la cama, haciéndole cosquillas— Esa nena está muy grande para ti —ríe.
— ¡Lo vas a despeinar! —me quejo, viendo como su juego lo vuelve un desastre.
Suspiro pero no pudo evitar derretirme ante tal derroche de ternura.
—Paaapá —logra decir Austin mientras se retuerce por las pequeñas cosquillas.
Mi corazón se encoje ante aquello.
No importa que no sea una novedad, cada vez que Austin llama papá a William me pasa lo mismo. Sí, me encanta escucharlo pero al mismo tiempo me asusta bastante. Me aterra que mi niño se encariñe de tal manera con él y que luego se canse de jugar a la casita con nosotros.
Yo sé que Will nos ama, pero… pero...
—¿Qué piensas que tienes el ceño fruncido? —pregunta, dejando al niño en el suelo, que empieza a recorrer la habitación murmurando feliz, para luego posar su dedo índice en donde mi ceño fruncido.
Editado: 16.08.2020