Por Ti

CAPITULO 33

WILLIAM _ 07:42 PM

¿Qué haces, mi amor?

LYANE _ 07:43 PM

¿Esto es lo que se te ocurre preguntar luego de desaparecer todo el día, William?

 

Estoy enojada con él, muy enojada. Todo el día ha desaparecido, desde la mañana cuando se escabullo de la cama sin que siquiera me diera cuenta, encargándose de arruinar la sorpresa que tenía para él al irse de esa forma.

No importó cuanto lo busqué por cada uno de los rincones del rancho, no lo encontré, además de que no respondió mis mensajes y a esta hora es que se atreve a enviarme un mísero texto cuando hoy es el día de nuestro aniversario, conmemoración de la primera cita real que tuvimos, y al parecer, él ni se ha acordado de eso.

WILLIAM _ 07:44 PM

¿Estás enojada, cariño?

 

Además de todo es descarado...

LYANE _ 07:44 PM

Si solo estuviera enojada no habría carteles de recompensa en cada poste de este pueblo por tu captura con un hermoso encabezado que reza: ¡Vivo o Muerto!

 

Estoy segura de que está muerto de la risa luego de leer ese mensaje.

WILLIAM _ 07:44 PM

No seas así, bebé, sabes que te amo.

 

Ruedo los ojos ante sus palabras. Si tanto me amaras sabrías que día es hoy...

LYANE _ 07:45 PM

¿Dónde estabas?

 

WILLIAM _ 07:44 PM

Ya lo verás...

Envío varios mensajes más, esperando que me dé una respuesta sobre su paradero, pero no recibo ninguna. Con un rugido molesto me dejo caer de lleno en el colchón y trato de contener mi desilusión. Ese hombre me va a destrozar completamente.

Minutos más tarde escucho la puerta principal abrirse y me siento en la cama a esperarlo.

No es él.

Las gemelas entran en la habitación con el rostro radiante, rebosantes de energía y eso solo significa una cosa. Están tramando algo. Pensamiento que es confirmado al ver como Anastasia se dirige a mí, llevando en sus manos una caja de regalo que deja justo al lado mío, en la cama.

—¿Qué es esto? —pregunto, achicando mis ojos hacia ellas.

Han estado muy bromistas en los últimos días y no confío mucho que digamos en ninguna.

—Solo ábrelo —responde Gisela hablando bajo para no despertar al bebé—, por hoy no es ninguna broma… —las dos ríen.

Aun con dudas, me detengo a ver la caja y es hermosa, bastante delicada, con un hermoso lazo que la mantiene sellada, mismo que sin pensar mucho deshago, abriéndola y encontrando, envuelto en papel suave y transparente, un hermoso vestido color rojo que llega hasta mis rodillas.

Tal vez no se ha olvidado del todo... Pienso.

— ¿Qué significa esto? —estoy confundida pero a la vez emocionada al ver que es el vestido que había estado anhelando desde hace varias semanas.

Pero... ¿por qué no me lo ha dado él?

—Ya lo verás. Ahora póntelo, con aquellas hermosas zapatillas que compraste hace un par de días, y baja las escaleras para reunirte con Will.

—Su carruaje espera, Milady —dice Anastasia con una reverencia que me hace reír.

¡Él no lo olvidó!

Aunque no hace mucho que tomé una ducha, entro al baño y lo hago nuevamente, de forma rápida. Después de salir, me encargo de secar mi cuerpo para luego de aplicar un poco crema hidratante en mi piel y deslizar el hermoso vestido por mi cuerpo.

Voy al closet, busco las zapatillas de las que habló Gisela y me las pongo.

Ana se encarga de soltar el moño que tenía en la cabeza y observo en el espejo como mi pelo cae por mis hombros con los rizos bastante definidos.

—Aplica este labial —sugiere—. Con eso estarás lista, no necesitas ni una sola gota de maquillaje.

Aplico el labial en mis labios y debo admitir que me veo hermosa. Doy media vuelta y después de despedirme de las chicas, y darles las instrucciones necesarias para el cuidado de Austin, me dirijo hacia la puerta.

Las piernas no dejan de temblarme mientras bajo las escaleras, y todo se vuelve peor cuando mis ojos se detienen en William, vestido elegantemente, al lado de su camioneta, esperando por mí

Se ve increíblemente sexy allí.

—Estás preciosa —dice y se acerca a mí para ayudarme a bajar el último escalón.

—¿Me vas a decir que estuviste haciendo todo este tiempo? —pregunto, ahora más animada que antes.

—Es una sorpresa... —sonríe y casi me derrito— sé que no te gustan, pero esta vez tendrás que hacer un esfuerzo. No te vas a arrepentir.




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