Por Ti

CAPITULO 34

Pasé toda la semana preparando este momento pero, al final las cosas se complicaron y tuve que hacerme cargo yo mismo de la organización y preparación de todo. Aunque al menos tuve ayuda de las gemelas quienes se encargaron de que estuviera listo a tiempo.

Lyane quedó encantada al momento que vio lo que estuve preparando para ella pero... ¿me habrá perdonado ya por haberla dejado sola la mayor parte de nuestro aniversario? ¡Joder! Estoy muy nervioso. Como jamás lo había estado en toda mi vida.

Y no es para menos…

Tengo una pregunta muy importante que hacerle y si lo demoro más, puede que me dé un ataque al corazón de los nervios. Suspiro y doy un largo sorbo a mi copa de vino en busca de fuerzas para hacer lo que planee.

—Todavía falta el postre... pero si espero un solo segundo más los nervios me matarán. —Murmuro y ella dirige aún más su atención a mí.

Me levanto de la mesa y me arrodillo frente a ella mientras la canción Llegaste tú de Diana de León suena suavemente por los altavoces de la camioneta y ciertamente no pudo haber mejor canción para describir lo que siento por ella. Lo que fue para mí desde el primer momento.

♫ Mi cielo estaba gris, nubes completamente negras, aquellos días la soledad, se había adueñado de mis fuerzas

—Madison Lyane Marshall —trago, los nervios apoderándose de mí.

♫ El ánimo que me azotaba, estuvo a punto de asfixiarme, no pensé salir de la bruma, que amenazaba con borrarme…

—Desde aquel primer momento en que te vi supiste grabarte en mi mente y pronto me di cuenta que jamás podría alejarme de ti —suspiro.

♫ Y llegaste tú, en el momento preciso, cautivando mi alma, con tu dulce sentido, me atrajiste hacia ti, y nunca he estado yo, más agradecido

—Tal vez sea muy pronto para esto, quizás salgas corriendo —río con nerviosismo y ella me acompaña.

♫ Y llegaste tú, cuando más lo necesitaba, mostrándome que amor es más que una palabra, es un sentimiento cálido, que te llena por completo, que te hace olvidarlo todo y entregarte por entero

—Pero no puedo esperar un día más para hacerlo. Tú eres mi todo. Todo lo que quiero, todo lo que soñé, todo lo que alguna vez quise para mí. Tú y Austin son lo que siempre anhelé. Quizás no nos hayamos conocido de la forma más tradicional pero eso no quita el inmenso amor que se ha construido en mi corazón por ti —pasa la mano por mi pelo—. Nunca en la vida pensé que me podría enamorar de alguien de la manera en la que lo estoy por ti. Prometo que jamás te voy a fallar y que siempre estaré ahí para ti cuando lo necesites… —abro la pequeña cajita de terciopelo negro y las lágrimas surcan el rostro de mi hermosa castaña— Mi amor, ¿quieres casarte conmigo?

— ¡Por supuesto que sí! —exclama, levantándose de su lugar, arrodillándose frente a mí y adueñándose de mis labios con tal pasión que me deja sin aliento.

Su respuesta llega rápido y todo mi cuerpo se regocija por ello. Tenía miedo de arruinar todo lo que tenemos y hemos construido, por mi apresurada propuesta.

Acaricio sus mejillas y sus lágrimas me habrían asustado de no ser por la radiante sonrisa que siento contra mis labios.

—Te amo, Lyane, mi hermosa prometida —susurro contra ella y luego me aparto para poder colocar el anillo en su dedo.

Lo deslizo lentamente y admiro lo hermoso que se ve en su delicada mano.

—Es hermoso —dice, emocionada, admirándolo—. Te amo, mi amor.

—No, tú haces que se vea hermoso —susurro y vuelvo a besarle.

Nos levantó a los dos del piso y al mirar al cielo me doy cuenta que mi otra sorpresa ya ha empezado. Una lluvia de meteoros. Apago las luces de las lámparas y sin previo aviso cargo a Lyane en mis brazos, llevándola hasta la parte trasera de la camioneta, la que tenía preparada con una cama fina y acolchada para que estuviera cómoda cuando empezara el espectáculo.

Antes de unirme a ella saco el tarro de helado de chocolate de la camioneta, junto a una cuchara, y luego me subo para acostarme a su lado

—Wow —susurra ella, asombrada, mientras me acomodo— ¿esto también es parte de la sorpresa o solo es coincidencia? —pregunta con los ojos brillosos y una enorme sonrisa que me hace suspirar más por ella.

—También es parte de ella —beso sus labios—. Quería que fuera inolvidable y este día coincidió con la lluvia de meteoros.

Lyane se acurruca a mi lado y vemos como pasan, a alta velocidad, cada meteoro sobre nosotros, alumbrando el cielo, llenándolo de sus luces y volviendo este momento más especial de lo que ya era.

—Debo admitir que eres fantástico con las sorpresas —dice tomando un bocado de helado.

—¿En serio? —pregunto, sin ocultar mi felicidad— entonces, ¿eso significa que ya te gustan las sorpresas?

—Mhmmm… —lo piensa por unos segundos— Solo las tuyas, amor —responde y luego acerca su boca a mí, saca su lengua y lame la comisura de mis labios, allí donde había quedado un poco de helado de mi último bocado.

Ella no puede simplemente hacer esto y pensar que no voy a reaccionar, luego de la tortura que ha sido no poder tocarla como quiero en todo el día. Dejo a un lado el tarro de helado, me coloco encima de ella y la observo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.