Por ti siempre

8

HANNAH

En el momento en el que Claire dijo que las navidades las pasaríamos fuera de aquí y con su familia se me cayó el alma a los pies. No me cabía en la cabeza esa idea... ni se me hubiera ocurrido la verdad. Cuando me empezaba a adaptar a esta casa, a esta ciudad y a esta familia, me dicen que me tenía que ir a pasar las navidades fuera. Esta época para mí siempre ha sido el mejor momento del año; de hecho, cuando llegaba diciembre empezaba a contar los días que faltaban para que llegasen las vacaciones. Las navidades suponían pasar tiempo con mis "amigas", beber chocolate caliente, ver películas con mis padres y con una mantita en el sofá, hacer galletas, montar el árbol y decorar la casa, ir a toda pastilla con los preparativos de la cena y buscar algún vestidito mono que ponerme para la cena de nochebuena, año nuevo ...

Me encantaban esas fechas y ahora sólo suponían unos recuerdos que se tornaban en dolor, simplemente porque no volvería a disfrutar como antes y mucho menos, sin mis padres.

Cuando tuve que hacer la maleta no tenía ni idea de lo que debía meter, no sabía cómo era el sitio al que íbamos, ni si hacía mucho frío y debería llevarme mucha ropa calentita o si debería ponerme vestido para la cena de nochebuena; en conclusión, que mi maleta seguía vacía desde que la había abierto hacía ya dos horas. Por eso, al preguntarme Jake si necesitaba ayuda para hacerla, no dudé ni un segundo, más que nada porque si no, estaría vacía para el resto de la eternidad.

Al tener a Jake en mi habitación sentado en mi cama, ayudándome a hacer la maleta, esa sensación agridulce que se me había quedado la última vez que estuve con él y después de no verle casi el pelo durante unos días, se desvaneció y se me hizo mucho más cómodo de lo que hubiese esperado. Después de unos minutos con él, supe todo lo que tenía que llevarme. Para la cena, Jake me dijo que lo mejor sería un vestido; elegí uno negro con encaje en el escote y la espalda al descubierto en forma de óvalo. Los combiné con unos zapatos blancos de tacón grueso muy bonitos (eran de los que me habían comprado ellos, aún no me los había puesto y esperaba que no me hicieran daño). La mirada de Jake me seguía de un lado para otro prácticamente todo el tiempo y aunque en ese momento estuviera mucho más cómoda con él, sus ojos seguían teniendo un efecto instantáneo en mí y me hacía ponerme muy nerviosa.

Cuando acabamos de hacer la maleta y el neceser, bajamos las cosas al vestíbulo al lado del ascensor. Pusimos mis maletas al lado de las de Jake y nos fuimos directos a la cocina porque nos moríamos de sed. Mientras él sacaba el agua yo intentaba por todos los medios llegar a los vasos de cristal, pero medir uno cincuenta y siete y que los muebles de la cocina estuvieran diseñados para jugadores de la NBA no ayudaba mucho, la verdad. Así que poniendo todos mis sentidos tanto en coger los vasos como en no caerme y parecer más ridícula de lo que probablemente ya estaba siendo, me concentré en alcanzarlos con las puntas de mis dedos... Por eso, cuando unas manos mucho más grandes que las mías pasaron por encima de mi cabeza cogiendo sin ningún esfuerzo los vasos que había estado intentando conseguir, me sorprendí. La sorpresa aumentó aún más cuando esas manos dejaron los vasos delante de mí y se posicionaron a ambos lados de mi cintura, acorralándome, lo que hizo que todo mi cuerpo se tensara... al notar su aliento en mi oreja diciéndome que se lo pidiera y llamándome pequeña, un escalofrío me recorrió de forma inmediata. Aún no había podido reaccionar cuando noté su contacto en mi hombro. No supe qué hacer o qué decir, simplemente me quedé quieta. Estaba petrificada, no me lo esperaba para nada... Me di la vuelta y ahí vino el gran error: girarme y toparme con la perfecta cara de Jake a centímetros de la mía. Sus ojos tenían un brillo y una seguridad que hasta ese momento no había visto. Sin quitar los brazos de la encimera que había detrás de mí inclinó la cabeza, lo suficiente como para que se produjera un ligero roce de su nariz con mi nariz...

En ese momento se escucharon pasos en la escalera, me separé de él lo más rápido que pude y en cuanto Claire entró en la cocina yo me dispuse a salir de ella. Ni siquiera sé qué se me había pasado por la cabeza para no actuar con él como siempre, pero es que ver sus preciosos ojos claros tan de cerca... que se podían diferenciar las distintas tonalidades de verde y azul... y su mirada, que se había tornado en una que no había visto hasta ese momento, me dejaron fuera de cobertura. Ni siquiera me di la vuelta ni volví a mirarle.

Cuando llegué a mi habitación me tiré en la cama. Mirando al techo me puse a pensar en lo que acababa de pasar: en ese momento, en todo él, en la seguridad que desprendía... e imaginé cómo se habrían movido sus labios tan cerca de mí oreja... y cómo me había tratado esa tarde, como me había ayudado a hacer la maleta y cómo sin quererlo me salían risas cuando soltaba alguna cosa sin pensar. Después lo de la cocina: ese beso en el hombro y ese momento en el que si no hubiese sido por la aparición de Claire, no sé si me habría desmayado o me habría dado un micro infarto y me hubiese quedado en el sitio.

Desvié la mirada hacia mi mesilla; me faltaban sólo 150 páginas para acabarme el libro que me dejó Jake en la cama. La verdad es que me estaba encantando a pesar de que nunca había oído hablar de él. Me acomodé: puse una almohada detrás de la cabeza y me descalcé. No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando me quise dar cuenta me quedaban sólo 50 páginas para terminarlo.

Miré el reloj del despertador de la mesilla de noche. Eran las once y media. Dejé el libro que me había ayudado a evadirme de todo como me llevaba pasando desde que era pequeña.

Al día siguiente era el vuelo. Sería la primera vez que viajaría en avión y no iba a ser con mis padres al lado...

Con ese pensamiento me metí en la ducha. Dejé que la tristeza y la preocupación se fueran con el agua por el desagüe. Era un dolor constante que nunca se iba y creo que nunca se irá. Sin embargo, al cerrar los ojos y dejar que cayera el agua en mi cara, me volví a encontrar con las perfectas facciones de Jake, imaginé cómo sus labios húmedos por el agua de mi ducha me besaban esa parte del hombro y ascendían hacia mi cuello y cómo me volvía a llamar por ese apodo que provocaba que surgiera en mí un calor que no había aparecido hasta ese momento... sus manos acariciaban todo mi cuerpo haciéndome sentir segura y consiguiendo que pudiera olvidar cualquier cosa. Pero rápidamente frené esos pensamientos. ¡Eso no podía estar en mi cabeza! Él no me interesa en ese aspecto, simplemente he confundido el sentirme segura por primera vez en meses con otra clase de sentimientos. Además nunca se fijaría en alguien como yo y mucho menos cuando se enteré de todo...




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