HANNAH
Al día siguiente me desperté, habiendo descansado por fin... no sé por qué, pero lo había conseguido. Me levanté, eran las seis y media de la mañana, abrí las ventanas y el frío invernal me despejó por completo; hice la cama lo más rápido que pude, me duché rápidamente, me puse el uniforme -me sentía super rara-, había elegido uno de los dos uniformes negros enteros, me puse unos zapatos negros, desodorante, colonia, me hice una trenza y me maquillé un poco porque, aunque esa noche hubiese conseguido descansar, los rastros de noches sin dormir seguían patentes en mi cara. Cogí mi mochila, el abrigo junto con unos guantes, una bufanda y un gorro, todo de color negro. Por último, mi teléfono de la mesilla de noche que estaba acompañando al libro que empecé ayer -juraría que yo no lo había puesto ahí-... pero como estaba medio dormida a lo mejor sí que lo dejé en un momento dado en la mesilla así que, abandonando ese pensamiento, bajé a desayunar.
Era mi primer día en ese instituto, volvíamos de las vacaciones de Navidad. Por lo que nos había comentado la directora a Claire y a mí cuando estuvimos allí, este año se había retrasado el inicio de las clases porque tenían que aclimatar el instituto debido a las heladas que había normalmente.
Claire me esperaba en la isla de la cocina con unas tostadas y un zumo de naranja recién exprimido. En la otra banqueta hablando con ella estaba Jake, vestido con ese traje negro que haría que cualquier chica en el despacho se girase a mirarle; le marcaba la espalda y le daba un toque muy elegante. En cuanto Claire me vio bajar sus ojos se abrieron como platos y al ver la cara de su madre Jake se giró para comprobar que le había hecho ponerse así y en cuanto me vio, dedicó un momento a mirarme detenidamente... noté cómo se le marcaba la mandíbula al mismo tiempo... cuando me miró a los ojos le sostuve la mirada, pero rápidamente su semblante cambió y se giró de nuevo para seguir tomándose el café.
-¡¡¡Estás preciosa!!!- gritó Claire emocionada desde el otro lado de la encimera.
Sonreí ante su reacción, dejé las cosas en el sofá y me dirigí hacia ella para darle un abrazo. Cuando me senté al lado de Jake, donde Claire me había dejado preparado el desayuno, éste se levantó y sin mirar a nadie cogió sus cosas y se fue por el ascensor alegando que se tenía que ir ya.
Mi cara cambió por completo ante eso, ni siquiera quería tenerme cerca. Agaché la cabeza y me apresuré a comerme la primera tostada. Claire se sentó a mi lado, en el asiento que había dejado libre su hijo, con una taza de café humeante en las manos.
-Siempre le preparaba este desayuno a Jake cuando iba al instituto. - me dijo, mientras me miraba todavía sorprendida y con una sonrisa.
Al oír su nombre algo dentro de mi deseó que estuviese ahí de nuevo, a mi lado.
Le sonreí y seguí comiendo.
-Mi hijo siente algo por ti. - soltó de repente.
Casi me ahogo con el trozo de tostada, hasta tuve que beber de la tos que me entró. Claire se rió.
-No sé qué discusión habréis tenido, pero no puede disimular que le interesas. -continuó, mientras la observaba atentamente. - Ayer me preguntó cómo te habías sentido en la visita al instituto y cuándo empezabas las clases.
Abrí los ojos, eso me sorprendió. No sabía que habría preguntado por mí.
-Le gustas y no sé a qué estáis esperando, pero no lo vais a poder evitar; te lo digo a ti igual que se lo he dicho a él justo antes de que bajases. - dijo Claire. Después se levantó y empezó a enjuagar la taza en el fregadero como si nada.
Una de las cosas que más me había sorprendido de esta familia, es que aun con tanto dinero, no tenían un personal de limpieza o un cocinero...
Tras las palabras de Claire la cara se me quedó echa un cuadro, pero intenté terminar de desayunar sin pensar en eso. Me lavé los dientes, cogí mi mochila, me abrigué y en compañía de Claire, nos metimos en el ascensor. Me fijé en lo elegante que iba vestida ese día: llevaba un traje completo en color beige, un abrigo de pelo beige y un bolso negro de Prada. Llevaba unos tacones de aguja y una bufanda del mismo color que el bolso.
Bajamos hasta el garaje y nos montamos en el Audi blanco de Claire, llegamos al instituto con ciertas complicaciones. El tráfico de Nueva York no era precisamente lo mejor a primera hora de la mañana. Cuando llegué al instituto, el aire me faltaba, ni siquiera sabía qué hacía allí. Todos los planes de futuro que tenía se habían esfumado como el humo.
Me despedí de Claire y avancé para entrar, me dirigí hacia secretaría sin mirar a nadie y me senté en una de las sillas de la recepción esperando a que me atendiesen. Finalmente una mujer morena de unos 50 años, me dio las llaves de mi taquilla, mis libros, un plano del instituto, la ubicación de mi clase, un formulario que tendría que entregar a mi tutora con mis datos personales y las optativas que querría cursar; también me dio un formulario de las extraescolares aunque este lo podía entregar cualquier día al terminar las clases, y por último me dio mi horario de clases después de firmar un par de papeles que me tendió. Fui a mí taquilla, dejé mi abrigo, el gorro, la bufanda y los guantes, metí en la mochila los libros y me dirigí a la que iba a ser mi clase.
Cuando entré en clase mi tutora estaba sentada ya en su mesa y la mayoría de las mesas estaban ya ocupadas. Todos estaban hablando entre ellos. Me acerqué a ella y me recibió con una sonrisa.
-Hola Hannah, ¿cómo estás? -me dijo con su encantadora sonrisa, mientras yo le tendía los papeles. - Muchas gracias, cuando tengas relleno el formulario de las optativas, me lo entregas. Tienes un sitio libre justo ahí. -me señaló un sitio en tercera fila, junto a una chica de pelo negro vestida con el uniforme gris... estaba con su teléfono, sin hacer caso a nadie más.
Me senté a su lado y dejé la mochila a mi lado en el suelo.