HANNAH
Abrí los ojos y lo primero que vi fue la perfecta cara de Jake; dormido parecía un angelito, le di un beso, sonrió y me miró. Fueron los mejores “buenos días” que podría haber, teniendo en cuenta que llevaba dos noches sin pesadillas... Con Jake a mi lado descansaba de verdad. Recogimos rápidamente lo de la noche anterior y nos fuimos cada uno a nuestra habitación para ducharnos y prepararnos. Cuando terminé, bajé con la mochila a la cocina. Allí estaba Claire, como siempre, con una taza de café en las manos, y sentado en una de las banquetas estaba Jake. Me senté a su lado, me miró y me sonrió, mirándome de arriba a abajo.
Claire se dio la vuelta para terminar de preparar el desayuno y aprovechando que no miraba, Jake se inclinó y me susurró al oído:
-No sabes cómo me pone verte con ese uniforme...
Le miré con los ojos muy abiertos.
-¡Calla! - le susurré de vuelta, señalando con los ojos a Claire.
Jake levantó los hombros en señal de poca importancia.
-No sabes lo que te haría... - susurró de nuevo.
Una sonrisa se me escapó, su mano me acarició la pierna, pero cuando Claire se dio la vuelta, la quitó rápidamente.
Estuvimos desayunando hasta que llegó la hora de irnos.
-Hoy puedo llevar yo a Hannah mamá. - dijo Jake de repente. Le miré sorprendida... no hacía falta que Claire y John se dieran cuenta de que había pasado algo que nos hacía estar bien.
Claire nos miró a los dos, sonrió y se fue escaleras arriba mientras nosotros nos dirjiamos al ascensor.
- ¿Sabes que ser discreto no es tu fuerte, verdad? - le reclamé mientras se cerraban las puertas.
- ¿Sabes que desde que te ví con ese uniforme me has puesto malo, verdad? - contraatacó imitando mi tono.
Se acerco a mí, haciendo que mi espalda se apoyase en la pared del ascensor, y mientras este descendía hacia el vestíbulo, Jake empezó a besarme, en la boca, el cuello, y no pudo nada más porque llevaba el abrigo puesto, porque si no...
Le respondí a sus besos; sus manos se posaron en mi culo, y le rodeé el cuello con mis brazos. Él se había fijado en mi uniforme y a mi no me había pasado desapercibido con ese traje negro que gracias a la falta de color hacía que sus ojos resaltasen más aún. Cada vez que le veía con él puesto, no podía evitar mirarle.
Estuvimos así hasta que el ascensor llegó a la planta 10, cuando un matrimonio mayor entró en el ascensor. Nos separamos rápidamente e intentamos disimular, aunque a Jake no le interesaba mucho hacerlo, pues no dejaba de mirarme mientras disimuladamente me tocaba el culo. Le miré varias veces en señal de reproche, pero hizo como que no se enteraba.
Subimos al coche que estaba congelado. Jake puso la calefacción lo más rápido posible, y nos adentramos en el tráfico interminable de Nueva York. He de decir que me había costado un poco adaptarme al ruido de la ciudad, de día y de noche, pero al final parece que el oído se hace a ese murmullo horrible porque ya no escucho nada. Jake me cogió la mano y entrelazando mis dedos con los suyos cambiaba de marchas. No me soltó en ningún momento durante todo el trayecto.
Cuando llegamos a la puerta del instituto, mi cuerpo no se movía, era como si un campo magnético me estuviese controlando y no me dejase salir.
- ¡Que se te dé bien el día! - exclamó a mi lado, mientras echaba el freno de mano y se giraba para mirarme.
No sé ni que cara debí poner, porque frunció el ceño y continuó hablando.
-Yo tampoco quiero irme. - soltó de repente. - Me quedaría contigo todo el día, y más con ese uniforme puesto.
Se rió y no pude evitar cerrar los ojos y reírme con él por sus ocurrencias. Sin dejar que le dijera nada, me agarró la nuca y me besó atrayéndome hacia él. Ese beso me encantó, pero prefería estar así con él todo el día que meterme en ese edificio tedioso. El timbre sonó y no tuve más remedio, muy a mi pesar, que bajarme del coche. Antes de entrar me di la vuelta y comprobé cómo estaba esperando hasta que entrase por la puerta para irse del aparcamiento... le dije adiós con la mano y me respondió del mismo modo, para a continuación arrancar e irse.
Entré, fui directa a mi taquilla y antes de poder si quiera asimilar las asignaturas que me tocaban y coger los libros, la voz chillona de Cindy, me sorprendió:
- ¡Tía! ¿Quién era ese? ¡¿Es el de la nota?!- me dijo de forma apresurada.
Me reí. Y asentí con la cabeza.
-Uyyyyyy... ¿y cómo se llama? - me preguntó con un tono de voz insinuante y moviendo ambas cejas a la vez de arriba a abajo.
Me reí, cogí los libros y cerré la taquilla. Echamos a andar hacia nuestra clase.
-Se llama Jake. - Le informé viendo cómo en su cara se veían reflejadas todas las preguntas que le iban surgiendo, hasta que pareció enlazarlo todo.
- ¡¿No me digas que es el Jake con el que te estás viviendo?!- exclamó abriendo los ojos como platos.
-Puede ser, depende de si lo preguntas como algo bueno o no, y más con esa cara que me estás poniendo. - Le dije al mismo tiempo que le hacía una mueca.
-¿Quién ha dicho que sea algo malo o algo bueno?, yo digo que esa situación da un morbo que flipas. - Me dijo ilusionada. - Además es un amor oculto... Pero le tengo que dar el visto bueno... que no se piense que lo tiene todo ganado ya ¿eh?
Empezó a fantasear por el simple hecho de que viviésemos en la misma casa, super ilusionada, y no paró hasta que la profesora dio por comenzada la clase.
En la cafetería tuve que estar respondiendo a sus preguntas, no dejaba ni que me acercase la comida a la boca cuando ya me estaba haciendo otra.
- ¿Y... ya lo habéis hecho? -preguntó curiosa.
-Claro que no. - le dije sin apenas respirar, como si tuviese una serie de respuestas programadas y esa fuera una de ellas.
- ¿Y a qué estás esperando? ¿tú has visto lo bueno que está?
¿Que si lo había visto? ¡Por favor! Si hasta rebozado en barro y basura estaría bueno.