Por ti siempre

28

JAKE

Estaba en mi escritorio, con el ordenador delante de mí y todos los informes en la mesa, me estaba desquiciando este caso, sobre todo la persona a la que había que defender, lo de defender a un asesino no me hacía ninguna gracia, pero además es que era la persona más imbécil, arrogante y egocéntrica que había conocido en mi vida. Además, en los descansos no paraba de querer hablar con Hannah, verla, besarla, tocarla... De hecho, habían cambiado por completo mis ganas de estar en casa, ahora tener que estar en el bufete sabiendo que ella estaba en casa me mataba... salvo ese día que llegué antes de tiempo, el resto de la semana tuve que volver a quedarme hasta tarde. El juicio sería pronto, y teníamos que estar preparados.

Todavía no me creía que estuviésemos así, que pudiese besarla y tocarla... aunque seguía habiendo algo que no me quería decir, bueno más que algo... le había dicho que le dejaría su tiempo, pero la incertidumbre me podía. Por lo que habíamos hablado, ella pensaba que sería lo suficientemente malo como para que yo la dejase, lo cual no entraba en mis planes en ningún momento. Aunque me encantaría saberlo todo de ella, lo último que quería es que se volviese a alejar de mi así que le dejaría su espacio por mucho que me costase.

Había estado chateando con ella toda la mañana. Después de salir del instituto se iría con una amiga a una cafetería por lo que me había dicho. Y yo estaba deseando verla ya...

Un ruido me hizo salir de mi ensimismamiento. Descolgué el auricular del teléfono fijo que tenía en la mesa; al otro lado de la línea, la voz de Ben se escuchó:

-Jake, necesito algo que podamos usar en el juicio a nuestro favor, nos estamos retrasando mucho, encárgate de eso... Vete antes si lo necesitas, pero quiero algo para esta noche. Y acto seguido colgó.

Era un hombre muy amable y me había tratado muy bien desde el principio, pero ahora estaba enfadado y le entendía perfectamente. No podía pasar más tiempo redactando informes del caso que no nos llevarían a nada. Por muchos papeles que tuviese sobre este caso en la mesa, no tenía nada... me los había leído y estudiado todos y ninguno nos daba absolutamente nada poder ganar, puesto que, al haber sido acusado de otro asesinato anteriormente, ninguna de las pruebas que habíamos conseguido nos valía de cara al juicio.

Recogí todo y me fui a mi casa; necesitaba hacer un par de llamadas. A ver si alguien me podía proporcionar más información. Tal vez mirando a nuestro cliente como el asesino, podría encontrar las diferencias entre un homicidio y el otro.

Cuando llegué a casa, fui a mi habitación, dejé todas las cosas en el escritorio y llamé a alguien que creía que me ayudaría. Al tercer tono, me contestó.

-¡Ey tío! ¡¿qué pasa?! - la voz de Jason sonó al otro lado del teléfono.

- Necesito tu ayuda, ¿me puedes pasar el teléfono de tu tío? - le dije mientras recordaba la conversación que tuvimos sobre la posibilidad de irme durante las vacaciones de Navidad a la comisaría donde trabajaba su tío en Londres. Había hablado con ese hombre de mí, e incluso yo hablé con él a través de varios correos electrónicos, aunque al final preferí quedarme aquí.

Después de ponerle un poco en contexto, Jason me dio el contacto de su tío sin pensárselo. Me estaba haciendo un gran favor. Estuve hablando con él un poco más antes de colgar y llamar rápidamente a su tío. Si me ayudaba, podría sacar algo del caso. Después de un rato hablando, tras haberle pasado por mail muchísimo papeleo oficial de mis prácticas y las autorizaciones que nos brindaban en el despacho para este tipo de cosas, conseguí que me pasase el informe del caso. Aunque al principio de la llamada estuviese reacio, al final me dijo que contase con él para cualquier cosa que necesitase, lo cual agradecí mucho.

Al colgar, me senté en el escritorio, imprimí lo que me había mandado el tío de Jason y comencé a analizar los informes forenses y policiales de ambos casos. Me tiré horas apuntándome datos de los casos para encontrar un patrón o, por el contrario, algo que se saliese de normal en las pautas del primer asesinato. Mi cabeza iba a explotar y me estaba poniendo muy nervioso, porque tenía que tener algo para esta noche y por ahora no tenía nada, ni una mísera pista.

Dos toques pequeños e inocentes en la puerta pidiendo permiso para entrar en la habitación me hicieron sonreír, porque me imaginaba de quién provenían. Le invité a entrar y ahí estaba ella: hoy iba vestida con su uniforme negro entero. Me daba exactamente igual el color lo que me importaba y más me gustaba, era cómo le quedaba puesto. Iba maquillada sutilmente, me daba la sensación que su cara reflejaba menos signos de cansancio que estas semanas de atrás, y eso me alegraba mucho. Su pelo estaba recogido en una trenza que caía por su espalda.

-Estás preciosa. - se me escapó, pero era la pura verdad.

Ella se rió y avanzó hacia mí. Con toda la naturalidad del mundo dejó un suave beso en mis labios y me sonrió.

- ¿Qué estás haciendo? - preguntó curiosa y desviando su mirada al ordenador y al desastre que había en mi escritorio. Hizo una mueca, como de rechazó ante el desorden que tenía allí montado.

Disimulé una sonrisa que me salió sola... no se si fue por su mueca o porque estaba aquí, a mi lado, tan guapa como siempre.

-Estoy con un caso. Mi jefe me ha enviado a casa porque vamos un poco mal de tiempo y no tengo absolutamente nada. -le informé mientras apoyaba la cabeza en mi mano cuando el agobio volvía a invadirme.

Hannah me miró y se dio cuenta de que no estaban las cosas muy bien. Volvió a mirar los papeles.

- ¿Puedo verlos? - me dijo con aquel tono dulce y conciliador que tanto me gustaba.

Asentí con la cabeza y observé cómo cogía los papeles con sus pequeñas manos y empezaba a leerlos rápidamente. ¡Así se ventilaba los libros, no te jode!... Cuando llegó a las imágenes no cerró los ojos ni apartó la mirada como creía que haría, ya que son fotos muy explícitas de los cadáveres. Estuvo un buen rato mirándolas. En un momento dado cogió las fotos de los cadáveres y haciendo algo de espacio en la mesa, puso una al lado de la otra, como si estuviese comparándolas y acto seguido volvió a coger el informe que habíamos redactado nosotros sobre nuestro cliente.




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