HANNAH
Viernes, última hora y la clase de biología con la profesora Brown se me estaba haciendo un poco cuesta arriba, teníamos que copiar información de un montón de diapositivas que había en la pizarra sobre genética. Estábamos a punto de terminar el tema y la profesora nos había recalcado que en el examen esto entraría sí o sí. Cindy y yo intentábamos copiar lo más rápido posible, porque sabíamos que esta señora no esperaba a nadie, cuando ella consideraba que ya se había aburrido lo suficiente, bajaba a otra diapositiva sin ni siquiera preguntar y si no te había dado tiempo a copiar algo, te fastidiabas porque no iba a volver atrás. Cómo no queríamos presentar nuestro examen por fascículos y que acabase leyendo cualquier barbaridad acerca de la genética, terminábamos de copiar con agujetas hasta en los dedos.
La clase terminó con fecha de examen puesta, salíamos quejándonos y además hoy no íbamos a poder ir a la cafetería de siempre a desahogarnos, porque Jake me había dicho que, si quería ir con sus amigos a tomar algo y cenar, que quería que conociese a su mejor amigo, lo cual me apetecía, aunque me daba vergüenza; pero no ir a la cafetería con Cindy no me gustaba, siempre me apetecía pasar tiempo con ella, todo eran risas.
Mi alegría apareció cuando vi el coche de Jake aparcado a la salida del instituto; Cindy sonrió ante mi cara de tonta. Me despedí de mi amiga, y me dirigí al coche con una gran sonrisa, dejé la mochila a mis pies, y cuando me acomodé en el asiento, le di un beso a Jake, aunque ese beso se convirtió en varios, hasta que decidimos parar, porque no era bueno hacer esas cosas y menos en público porque no sabíamos si nos íbamos a poder controlar.
Arrancó y mientras me contaba su día, nos quedamos atascados en el tráfico. Me contó que Ben estaba encantado con lo que le había dicho el otro día que se me había ocurrido a mí y que había pasado de pensar en que perderían por primera vez en mucho tiempo un caso a afirmar con exactitud que lo ganarían sin problemas. Me alegraba haber podido ayudar, la verdad es que entendía que les hubiese costado darse cuenta, sin el informe policial y forense de ambos casos, era muy complicado ver las diferencias, mientras estabas defendiendo a un asesino confeso, y también me alegraba porque lo que vino después me había hecho plantearme el ayudarle en todos los casos que tenga de ahora en adelante. Había sido algo completamente nuevo para mí, pero me había encantado, con Jake estaba descubriéndome a mí misma en muchos aspectos y me estaba ayudando mucho a estar mejor. Por las noches conseguía descansar, aunque aún me estaba tomando la medicación recetada por el psiquiatra, pero antes, ni con eso conseguía pegar ojo.
Llegamos a casa y los nervios aumentaron, aunque Jake me hubiese intentado tranquilizar y decirme que no me preocupase, que les iba a caer genial, estos no cesaban.
Fui directa a mi habitación, dejé la mochila en su sitio y rápidamente me metí en la ducha. Al salir, me sequé lo más rápido que pude, (esto ya no era tanto por los nervios sino por el frío que hacía) y me puse una ropa interior bonita de encaje negro que no sabía ni que tenía, entré en el vestidor y estuve probándome un montón de opciones diferentes: vestidos, pantalón con top, falda, jerséis, botas, zapatos... Al final me decanté por un pantalón de traje negro, una camiseta de manga larga y sin hombros, ajustada, con escote en forma barco metida por dentro del pantalón; el cuerpo era blanco mientras que el escote y las mangas eran negras. Le añadí unos zapatos de tacón negros, un bolso del mismo color con la correa dorada y una americana negra que no era muy larga y se ceñía al cuerpo. Dejé la americana y el bolso en la cama y me fui al tocador a empezar a maquillarme. Quise arriesgar e hice un maquillaje un poco más cargado de lo que suelo hacer yo sola, algo parecido a lo que llevé en Navidad. Me esmeré en que quedase perfecto, y después de un largo rato, quedé satisfecha con él resultado: Me había hecho la sombra de ojos en colores grises y negros, marcando con un lápiz negro la raya interna del párpado inferior y marcando el exterior del ojo de forma rasgada con un eyeliner negro, que me costó la vida hacérmelo; base, colorete, bronceador y un pintalabios marrón suave. Después, terminé poniéndome unos accesorios: los pendientes, de oro muy delicados, con un brillante en la base de la oreja, del que caían dos hilos dorados casi hasta mis hombros donde descansaba un collar a juego haciendo que el fino hilo dorado que descendía por mi pecho se perdiese bajo el escote, 3 anillos de oro finos y varias pulseras que elegí también a juego (como no podía ser de otra manera). Y finalmente, me dirigí de nuevo al baño para terminar de secarme el pelo con el secador, y hacerme unas ondas con la plancha no muy marcadas en los primeros mechones de flequillo.
Preparé el bolso, me eché desodorante y colonia: una que me encanta y suele durar un montón, y bajé a la cocina con mi móvil recién terminado de cargar en la mano. Visualicé a Jake sentado en el sofá ya preparado y entretenido con su móvil.
Iba vestido con un pantalón vaquero negro y una camisa del mismo color. Su perfume ya me estaba volviendo loca y no estaba ni cerca de él. Se había echado gomina en el pelo reforzando ese pelo desenfadado con el que tanto me gustaba jugar algunas veces. Estaba guapísimo... Mientras iba bajando, el sonido de mis tacones resonaba por toda la estancia lo que hizo a Jake despegar la cara de la pantalla y girarse hacia mí. Su cara reflejaba muchas cosas, pero creo... me dio la sensación... yo diría... que le gustaba mucho lo que vio. Se levantó y se acercó a mí.
-Quieres que no me concentré en toda la noche ¿verdad? - me dijo mientras me miraba de arriba a abajo.
- ¿Te gusta? - pregunté con un falso tono de inseguridad... con un toque de niña tonta..., sabiendo perfectamente cual era la respuesta.