Iba entrando a la Universidad, cuando vi fotos mías en los pasillos, al parecer todos ya sabian mi rivalidad con Itan, y al parecer el bastardo habia dicho que era porque yo le gustaba.
Suspiré pesado, iba entrando a la sala, cuando vi a Jaycob muy molesto.
Dicen que estuviste con Itan – comento dándome la espalda.
Es mentira – acusé calmada.
Dijo que eres fuiste su novia cuando tenias 15 años – dijo Jaycob.
Además de tener lentes de búho, seguía con su mente manuable.
¿Y les crees más a ellos? – pregunté – eres alguien tan maduro…
El señor Morini me hablo – acuso tomando mi mano y llevándome a un lugar alejado de la biblioteca…
Me lastimas burro – dije nerviosa, ¿Qué me va a hacer?.
Jaycob se quito los lentes.
Cuando diablos me ibas a decir que eras Daniel? – pregunto viéndome fijamente.
Me sentía siendo juzgada por crímenes terribles de la inquisición.
¿Cómo lo sabes? – pregunte nerviosa.
Tu padre me lo dijo, me dijo que no te juzgue, que tu cambio de niño a niña fue fuerte y todo lo que me dijiste me dio sentido – comento llorando – eres Daniel…
Soy Sophie – dije llorando tambien – soy Sophie, Daniel dejo de ser yo hace mucho… ya salí de esa puta jaula…
¿Qué demonios hablas? – Jay me tomó el brazo – acuso no recuerdas nuestra niñez…
La recuerdo, tú fuiste lo único bueno de ese tiempo – dijo ya hecha un mar de lágrimas – pero deje de ser Daniel, soy Sophie y si no te gusta, déjame irme a Paris de vuelta…
Me solté y salí de la biblioteca con todos en frente.
Oye, Itan te dejo? – pregunto una con su celular en la cara.
Déjenme! – grite, sintiendo que empezaba un ataque de pánico.
Creo que iba a colapsar, jamás debí venir, esto solo me causaría dolor, pero nunca lo pensé, necesito ser feliz, pero lo seré lejos de aquí…
Lejos de Jaycob.
Sophie! – oí una voz de detrás y vio a Jaycob venir.
Me dio un abrazo, uno que necesito de inmediato.
Eres lo más lindo del mundo – dijo tomando mi rostro con dulzura – mi linda bebé… tú eres solo mía, siempre lo has sido verdad?
Que cosas pregunta este hombre?
Claro que te amo – dije cerca de su boca.
Podía oír gritos de sorpresa, otros de indignación, otros de susto. A nadie le gustaba esto, arruinaría los chismes principales, pero daba igual.
Te amo entonces… - dijo dándome un beso.
Oí a varios celebrar, me deje besar con una tranquilidad, habían flashes en mi cara, pero daba igual.
El resto del mundo podía caerse y yo era tan feliz.