Por tu sonrisa

Octava sonrisa

Me tomé al menos dos cafés. Necesitaba dosis de cafeína para aguantar miles de universitarios esta noche. Lucía y mi hermano salieron a cenar como cada viernes antes de nuestro turno. Nos tocaba estar media hora antes de lo normal para vestirnos y maquillarnos ahí.

Hice la mochila con todo lo que me había dado Erik hace apenas unas horas y me puse la misma ropa de antes solo que esta vez con una sudadera del hermano de Beca y me hice un moño para después ya peinarme bien cuando llegase allí. 

Tenía más sudaderas del hermano de Beca que mías propias, siempre me encantaron las suyas y yo creo que me las dejaba sabiendo que no se las devolvería. Eran anchas y calentitas, quizás con ellas no fuese la mujer más femenina del mundo, pero me daban la sensación de estar en casa.

En ese momento recordé a Jaime, el hermano de mi mejor amiga así que a pesar de que le pudiese pillar en alguna fiesta o incluso una cita, le llamé necesitando algo que me llevase al lugar que siempre fue mi hogar.

— ¿Sol? — preguntó algo confuso — ¿Pasa algo? ¿Estás bien? ¿Necesitas algo?

— Jaime, buenas noches — sonreí animada por escuchar lo que se preocupaba por mí — ¿Te pillo mal?

— No no, espera Sol que salgo un momento — escuché a mi propia mejor amiga extrañada preguntándole que si era yo de verdad. Tras unos segundos me volvió a hablar — ¿Pasa algo?

— Solo nostalgia — contesté mientras salía a la calle con todo lo necesario — ¿Qué tal por allí?

— Echándote de menos un poco, hoy hemos ido a cenar al sitio que no te gusta nada - suspiró con pesar, yo también les echaba mucho de menos — ¿Tú por allí qué tal?

Me dieron un poco de ganas de llorar, no a malas y con tristeza sino más bien con un sentimiento de calma. Me alegraba contar con los mellizos. Con Beca siempre tuve esta relación de confianza y amistad, con Jaime en cambio nos llevábamos bien pero siempre hubo algo de tensión desde que fue mi primer beso. Con el tiempo lo superamos ambos, no fue nada relevante pero estaba el recuerdo rondando la mente de ambos.

— Por aquí todo, normal, ya sabíamos que no iba a ser perfecto — respondí porque los tres nos quedamos la noche anterior a mi viaje hablando de esto hasta tarde.

— ¿A dónde vas? Que suenan pasos, estás andando, ¿no?

- Como siempre con todo bajo control, por eso eres mi mentor — bromeé porque en su momento le pedí que me enseñase a ser él — Pues voy al trabajo, de camarera cerca de casa al menos.

Aunque no podía verle, sabía que Jaime estaba poniendo una cara de preocupación, probablemente estaría pensando que no iba a poder protegerme si me pasaba algo.

— Cualquier problema me avisas, y voy en unas horas — comentó con un deje de alegría que no se lo creía ni él. Pero acerté.

— Estoy haciendo amigos, creo — intenté aligerar la situación — Aunque te tengo que dejar que ya estoy aquí en el pub y como llegue tarde el jefe me hará la noche imposible.

— ¿Te trata bien? 

— A veces — reí yo sola sabiendo que él estaría poniendo mala cara — Otro día hablamos Jaimito, cuida a Beca y dala un beso de mi parte.

— El beso que se lo de Guille, yo paso — me reí ante su tontería, nunca fue un hermano cariñoso, y siempre se lo echábamos en cara. 

Después de eso nos despedimos y entré en el pub, que aún estaba cerrado para el público pero había cola. Me metí en el baño y ya estaba Patri la otra camarera vestida y maquillándose frente al espejo. Nos saludamos cordialmente y yo fui a lo mío. Apenas después de quitarme los leggins apareció Lucía casi sofocada.

— Tenemos que darnos prisa chicas, Erik quiere abrir ya, que hay una cola que no veas — eso último se lo dijo más a Patri.

La falda de Lucía era azul, casi parecía una sirena con su melena rubia lisa y este vestuario. La de Patri en cambio era roja, era puro fuego esa chica, un tatuaje en la espalda y otro en la muñeca la hacían terriblemente sexy. Yo en cambio vi mi falda verde, me la puse con rapidez porque la parte de arriba ya la llevaba puesta y me hice unos rizos casi perfectos en mi melena castaña.

Patri se empeñó en maquillarme mientras Lucía se maquillaba a sí misma, me echó una raya de ojos bastante potente y me pintó los labios de un color burdeos bastante oscuro. Uso un poco de gris con bastante purpurina y acabó con un suave verde difuminado en mis párpados. Me había maquilado más de lo que nunca me había visto, en el espejo parecía otra. 

Daba una imagen especial, realmente llegué a pensar que estaba a la altura de mis compañeras así.

— Estás tremenda Sol — comentó Lucía mirándome de arriba a abajo - Brillas con tu propia luz hoy.




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