“He descubierto que, entre sus otros beneficios, dar libera el alma”.
-Maya Angelou.
Daniel estaba furioso, se sentía más que “un poco enojado”.
Le molestaba estar en esa situación, pero lo que más lo hacía enfurecer era la apariencia de la chica.
Sólo con una mirada a ella y estaba perdido.
Le gustaba, no sólo era guapa... Era guapísima.
Él tragó grueso al mirar fijamente a sus ojos.
Eran grandes, redondos y de un color café hipnotizante.
¿Cómo una chica tan guapa podía robar?
¿Por qué ella haría algo tan vil?
—Entonces, ¿no tiene nada qué decir? —preguntó él y sacó su teléfono fingiendo estar dispuesto a llamar a la policía. Estaba decidido a seguir presionándola. Por alguna extraña razón, él estaba seguro de que ella no era una ladrona cualquiera.
El hecho de que se hubiese dejado descubrir tan fácil y que sólo estuviese robando un juguete en específico le hacía creer que ese no era un asunto premeditado... Y mucho menos algo que ella acostumbrara hacer.
La mujer parecía dispuesta a continuar con su silencio.
Pero, asombrado, la vio titubear.
—Por favor, no llame a la policía. —pidió ella sorprendiéndolo. A parte de que no se esperaba que ella le hablara, su voz era suave. Era una voz dulce que le hizo sentirse aun más curioso sobre ella.
¿Cómo una mujer podía gustarle tanto en tan sólo segundos?
Además, ¿cómo podía gustarle luego de que la había descubierto robándolo?
—Honestamente, no entiendo por qué está robando. Me gustaría entender eso, y el por qué de su falta de espíritu navideño... ¿Cómo se le ocurre robarle a alguien cuando ya viene la navidad, cuando es tiempo de compartir? ¿Qué no se le ocurrió que podía hacerle pasar una temporada miserable a alguien? —preguntó él indignado.
—La navidad es “divertida” y “buena” sólo para quienes tienen cómo y con quién celebrarla... En mi caso, considero que es sólo una temporada buena para el comercio a nivel mundial. No me interesa la navidad, ni apoyar ése invento tonto que los humanos crearon para justificar sus compras compulsivas. —rezongó ella, haciéndolo ver que no era tan dulce y tierna como parecía a simple vista.
Daniel se sintió asombrado de que hablara de esa manera sobre la navidad.
Él mismo había pensado eso antes, pero recientemente había comenzado a ver la navidad de otra manera.
Sí había magia en la navidad. Sí que tenía su encanto... De pronto sintió unas terribles ganas de hablar largo y tendido con ella, deseó sacar ese pensamiento negativo de su cabeza.
Pero luego recordó el motivo por el que estaban ahí y desechó esa idea tonta.
Con la intención de intimidarla y cediendo ante las terribles ganas que sentía de estar cerca de ella, él dio dos zancadas en su dirección.
Al principio pensó que ella iba a empujarlo, pero vio sorprendido cómo ella levantó ambas manos aterrada y, sin importarle que dejó caer la casita de juguete, se cubrió el rostro temblorosa.
Daniel estaba descontento con la situación, pero verla hacer eso le conmovió de una forma arrolladora.
Era obvio que ella había asumido que él iba a golpearla... El simple hecho de entenderlo le revolvió el estómago.
¿Acaso ella había sido golpeada por alguien para que reaccionara de esa manera?
Él entendía que su tamaño y complexión eran intimidantes, pero jamás sería capaz de usar su tamaño y su fuerza contra una mujer.
Llegó a la conclusión de que lo mejor era retroceder los pasos que había dado, así que lo hizo.
Megan esperó el golpe por un par de segundos, pero nunca llegó.
Cuando se dio cuenta de que no iba a llegar, bajó sus brazos muy impactada y vio cómo el hombre dio un paso hacia atrás.
Ella notó que nunca le quitaba la mirada de encima; cuando no parecía estar escaneándola, miraba directamente a sus ojos.
—¿Por qué está robando ese juguete?—preguntó, su mirada fija en la de ella.
—No puedo decirle. —soltó ella luciendo avergonzada. Su expresión facial por poco y lo hace reír.
—¡Definitivamente tendré que llamar a la policía! ¿Acaso quiere acabar con mi paciencia para siempre? Estoy intentando ser justo y escuchar sus razones, ¿Y así es como quiere hacer las cosas? ¿Negándose a decir la verdad?—preguntó alterado.
Megan se sintió avergonzada.
Lo lógico era que fuera sincera, ya que había sido atrapada... Pero no podía. Temía que al decirlo terminara afectando de alguna forma al orfanato.
Eso había sido idea suya, pero si Maggie se enteraba se sentiría culpable por culpa de Megan.
Ella jamás soportaría si algo le pasaba a Maggie por su culpa.
—¡Por favor no llame a la policía, prometo pagar por todos los daños y por el juguete! Juro que le pagaré, incluso si se me va la vida en ello... Pero, permítame tomar este juguete. Lo necesito para navidad. Juro que se trata de algo de vida o muerte. —rogó ella y él sintió que su corazón se encogía en su pecho al escucharla decir esas palabras.
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Editado: 03.01.2023