Porqué eres mía

Capítulo 26:

NARRA ARENEA

 

 

Junto con Josías y Diego, regresamos a la casa en un total silencio, nadie pronunciaba una sola sílaba, el único sonido era del motor del auto y así es mejor, en estos momentos no quiero revivir todo lo que fue hace algunas horas, simplemente quiero olvidar ese momento.

Hoy, es uno de esos días en que no siento nada y tampoco pienso en nada, como si no tuviera problemas, como si no sintiera dolor o tuviera sentimientos, como si no existiera. Está sensación me gusta al igual que me aterra, pero estoy dispuesta a perder ese miedo para olvidarme de todo en momentos como este.

-Llegamos, Arenea… - Informó diego mientras se desabrochaba en cinturón de seguridad y salía del auto seguido por Josías, copié sus acciones. –Ya no te preocupes por nada Arenea, solo descansa para tener la mente más tranquila y pensar mejor la situación. – Asentí sin mirarlo.

-Gracias… Buenas noches… - Con la cabeza gacha, camine dentro de la casa y entre a la habitación para invitados que queda en el segundo piso.

Obviamente, no me siento para nada bien, en estos momentos solo me gustaría desaparecer.

Cerré la puerta de mi habitación, camine unos cuantos pasos para luego tirarme en la cama y por alguna razón, comenzar a soltar lágrimas, aunque no quisiera, trataba de que no cayeran, pero me era simplemente imposible; yo creí que Luis sí me amaba, que n se dejaría llevar por sus instintos o algo como eso… Creo que me equivoque.

Y que Luis dijera que fue drogado no ayuda mucho, de hecho, siento que solo fue una excusa para que lo perdonará, cuando me lo contó no lo miré, por eso no puedo saber si estaba mintiendo o no, al igual que me abstuve de sentir lo que él siente a través de la marca para no sentirme peor y eso me hace sentir egoísta.

No puedo creerlo, yo misma me hago sentir de esa manera, que irónico.

Bufé ya muy estresada en medio del llanto, me levanté y tomé mi teléfono para llamar a mis padres y mantenerlos al tanto de todo lo que ocurrió.

Ellos son los único a en los que puedo confiar además de Diego y Josías, claro.

 

 

NARRA LUIS

 

 

-Lo siento amigo… - Diego palmeo dos veces mi espalda para luego salir del auto e irse junto a Arenea y Josías del lugar.

Aún… No soy capaz de asimilar lo que Arenea me dejo hace unos minutos… Ella, no me cree… No confía en mí…

Sé que hice mal, muy mal, al acostarme con ella, pero… ¿Acaso no puedo tener una oportunidad de enmendar las cosas?, Incluso le di una explicación a Arenea, sé que no fue muy convincente o explicativo, solo que no me dejo decírselo de la manera correcta, me sentía muy nervioso y con una sensación extraña que no pude explicarlo.

Sentí como una lágrima cayó por mi mejilla… Está es… La primera vez que lloró por alguien que no sea por mi mamá… Me siento débil, cansado e inseguro.

 Más lágrimas cayeron y sin poder contenerlas.

Pasé a la parte delantera del auto, para mi suerte, tenía puesta la llave, arranque y comencé a conducir sin rumbo alguno, tal vez para despajar mi mente y olvidarme de todo este problema, pero me es simplemente imposible olvidar a Arenea, y ella es mi principal problema ahora.

Debo recuperarla, no soportaría volver a estar sin ella, me costó quinientos años encontrarla, no la perderá tan fácil, ella tiene que saber que nunca sería capaz de engañarla o dejarla, la amo, sería capaz de todo por ella.

Por el momento, solo debo darle un poco de espacio para que analice mejor la situación, debo esperar, aunque no sé por cuanto tiempo aguantaré la espera.

Mientras iba conduciendo, a lo lejos vi un bar, sin pensarlo un segundo, me detuve frente a está, bajé del auto y me metí al bar.

Al entrar, solo había centenares de gente bebiendo, fumando, bailando y disfrutando del lugar, algunas chicas subían al escenario a bailar y unos chicos se les sumaron, en algunas esquinas varías personas estaban besándose como si no hubiera un mañana también había chicos y chicas repartiendo varios tipos de alcohol en las mesas.

Me senté en una mesa disponible hacía un lugar más apartado de todo ese ruido.

Al rato de sentarme, una chica se me acercó.

- ¿Va a pedir alguna bebida? – Pregunto coquetamente.

-Tráigame la bebida más fuerte del lugar. – Le pedí indiferente a su coqueteo, ya no caeré ante nadie que no sea Mí Arenea.

-Bien. – Se fue con un rostro disgustado por mi actitud.

Minutos después se acerca la misma chica a dejarme la bebida que no pude ver bien de qué tipo era por la luz muy baja del lugar, pero sin pensar en eso o en otra cosa solo tomé la botella entre mis dedos y lo llevé a mi boca.

Al bajar de nuevo la botella en la mesa, miré a la chica quién me miraba con una sonrisa.

-Tráeme más de esto. – Le dije apuntando la botella.

-Está bien. – Me sonrió coquetamente y luego se fue meneando exageradamente sus caderas.

 

 

(…)

 

 

El alcohol a nuestra especie no nos afecta, a menos a que tomemos más de treinta botellas de más de veinticinco grados de alcohol.

En este momento estaba más que ebrio caminando por la calle con una botella medio vacía y con una bolsa con ocho botellas más en la otra, sin duda, recibiría un gran regaño por parte de mis padres, pero eso es lo de menos.

No me di cuenta de que la misma chica que me sirvió las botellas estaba a mi lado hasta que me habló.

- ¿Quieres ir a mi casa? – Pregunto algo melosa y coqueta. – Vivo sola. – Informo.

Dejé de caminar y la miré, me quedé analizándola con la vista unos minutos ya que fue un tanto difícil.

-No eres Arenea. – Dije firme y seguí caminando.

- ¿Quién es Arenea? – Pregunto tratando de sonar amable, se escuchaba más bien enojada.

-Mí Luna, Mí Mate y el amor de mi vida… Ahora, con todo el respeto del mundo… Vete, quiero estar solo. – Con pasos torpes caminé sin volver a ser seguido por aquella chica que seguro se fue indignada, solté una risa por eso.




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