Porqué eres mía

Capítulo 27:

NARRA LUIS

 

 

Llevé nuevamente el pico de la botella a mi boca para seguir bebiendo, pero al levantarla para tomarla de un trago, me di cuenta de que la botella estaba vacía y solo caía un par de gotas de la bebida.

Baje todo mi brazo hasta el piso y deje la botella en el suelo son romperla, mientras que estiraba mi brazo izquierdo para alcanzar otra botella que estaba sobre la mesita de noche, al alcanzarla con uno de mis dedos le saque la tapa y la bebí rápidamente, pero sin acabarla totalmente.

Estaba real y completamente ebrio, desde hace dos días que no duermo y tampoco quiero hacerlo, esperaré a Arenea, no me he bañada y no he hecho mis deberes de Alpha, pero eso no me importa en estos momentos, solo quiero a Arenea, Mí Luna…

Volví a tomar otro gran trago de la bebida y mientras lo hacía, sentí algo dentro de mi romperse, más bien, soltándose a la vez que mi lobo aullaba desesperado y arañando mi interior queriendo tomar el control.

Al sentir eso, una ola de tristeza me invadió y me sentí más débil de lo normal o de lo que ya estaban no quería pensar aquello, por lo que empecé a llorar descontroladamente, esto no puede pasar, pensé.

-No, no, no, no, esto no es posible, no, no… - Sollozaba tratando de colocarme de pie del piso que es donde me encontraba a un lado de mi cama.

Con pasos torpes y desequilibrados camine hasta la que era la habitación de mi madre, sin tocar ingrese encontrándome con mi madre que estaba leyendo un libro en la orilla de su cama, ella me miro un poco preocupada, me acerque a ella y llore aún más a sus pies.

- ¿Qué ocurre, hijo? – Hablo dulcemente.

-Mi l-lazo… Ya, ya no lo siento… Hip… Arenea… n-nuestro lazo… - Cuando al parecer ya comprendió mis balbuceos, acaricio mi cabello tratando de tranquilizarme, pero era en vano. Mi lazo con Arenea se había roto, perdí a Mí Luna, eso no es todo, puede morir y ahí es cuando la perderé totalmente.

-Tranquilo, Luis, todo estará bien… - Me abrazo al igual que yo.

-E-ella… puede m-morir… tengo que ir… tengo q-que ver, hip, que está b-bien… - Me levanté torpemente y salí de la habitación de mi madre e ir a mi auto.

Las paredes ahora me servían para no caer mientras camino, lo que me ayudo a llegar un poco más rápido a la salida. Al llegar abajo me encontré con mi padre llegando de quién sabe dónde, me miro alzando ambas cejas.

- ¿A dónde vas? – Pregunto serio.

-Arenea. – Hablé firmemente para luego seguir con mi camino hacia mi auto.

Cuando me encontraba por abrir la puerta un agarre por mi brazo me detuvo.

-No cometas otra locura de la cual te arrepentirás luego. – Me aconsejo.

Me solté bruscamente de su agarre para luego entrar a mi auto sin hacer caso a lo que me dijo, ahora lo único que me importa es encontrar a Arenea, y creo saber dónde puede estar.

Con la vista algo nublada, comencé a conducir sin hacer caso a los llamados de mi padre.

 

 

NARRA DIEGO

 

 

Después de que Josías se levantó rápidamente para ver qué era lo que le sucedía a Arenea, lo seguí esperando a que nada malo le haya ocurrido.

Para mi buena (o mala) suerte, Arenea solo se encontraba vomitando, los deje solos a ambos y yo fui a sentarme en la orilla de la cama a esperar a que salgan, sinceramente, no sé qué hacer en estos tipos de situaciones, por eso prefiero dejárselo todo a Josías, ya que él estudió enfermería, estoy seguro de que lo resolverá.

Unos minutos después Josías salió del baño cargando a Arenea por los brazos, me levante de la cama y Josías dejo a Arenea en la cama, ella estaba dormida o desmallada, no lo sé.

- ¿Qué le ocurre? – Pregunte preocupado.

Tardo unos segundos en responder. – Su lazo con Luis se ha roto… No se encuentra del todo bien, a pesar de que eso es lo que ella quería, ya que Luis es su destinado. – Habló con preocupación en su voz.

-Bien, ¿Qué haremos? – Lo miré.

-Por el momento solo hay que esperar a que despierte. – Suspiro algo cansado.

-Está bien, ve a descansar, yo estaré al pendiente, por si despierta. – Le acaricie la espalda. – Ve, tú también debes descansar bien. – Bese su frente.

- ¿Estás seguro? – Me miro, sonreí levemente.

-Claro… Ahora ve. – Lo bese para luego dejarlo ir.

Asintió y a paso lento se retiró de la habitación, me quedé unos segundos más observando a Arenea para después salir e ir a la cocina a prepararme un café para seguir despierto, ahora mismo son casi las cinco de la mañana, así que, aún me queda tiempo para ir a la casa del Alpha.

Vertí mi café en la tasa para luego colocarle dos cucharadas de azúcar y comenzar a revolver, hasta que escuché unos toques fuertes en mi puerta.

- ¿Quién demonios toca la puerta a las cuatro de la mañana? – Pensé.

Con mi café en mano, camine hasta la puerta principal donde aún seguía sonando los golpes.

Sin duda alguna me sorprendí al abrir la puerta, esperaba a todas las personas del mundo, en serio, a cualquier persona en todo el mundo, menos a Luis, él nunca en su vida a pisado mi casa, bueno en secundaría sí, pero solo un par de veces.

- ¿Luis? ¿Qué haces aquí? – Lo examine con la vista, y como siempre, seguía ebrio y olía mal.

- ¿Dónde está Arenea? – Ok, esa pregunta la esperaba, pero viniendo de él todo es posible.

- ¿Eh?... ¡Ah!... Te lo recuerdo… Ella no te quiere volver a ver, así que te sugiero que te des la vuelta y saques tu trasero oloroso de mi casa. – Solo espero y no recuerde esto.

Tome un sorbo de mi café para mirarlo de vuelta, él estaba sosteniéndose con una de sus manos por la pared de mi casa, sin duda dejaría un mal olor ahí y en el lugar en dónde está parada justo ahora.

Arrugué la nariz ante ese pensamiento.

-Solo… Quiero hablar con ella… - ¡Qué lo diga! ¡Qué suplique! ¡Qué ME suplique! – Por favor… Déjame verla, un momento… - ¡Sí! Ahora arrodíllate. – Diego, solo dime dónde está, necesito verla, necesito hablar con ella y explicarle bien las cosas, por favor. – Cuando te arrodilles. ¡Sí! ¡Sí! ¡Síiii! – Por favor, la necesito, por favor, tráela… - Sollozo arrodillado y con la cabeza gacha.




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