A veces, las mejores historias son aquellas que no tienen un final feliz ¿Por qué? La respuesta es sencilla, porque es más fácil que las personas se sientan identificadas, a los humanos nos gusta centrarnos antes que nada en lo malo, ¿verdad?
Hubo un momento, en toda mi vida, dónde me sentí embotellada. Fue la primera vez, que me enamoré; el primer amor, uno que siempre queda guardado en tu corazón, pero a veces, no todo sale como uno quiere y no siempre el amor es mutuo.
Mi lugar favorito en el mundo, es el mar; porque siento que se lleva consigo tus cargas emocionales, cada ola es un adiós a un problema. En esos momentos, en los que me sentía frustrada, destrozada, cada que pensaba en él; mi mente me llevaba al mar, mientras escuchaba música relajante.
Todo el mundo habla de esas historias de amor, en dónde los protagonistas terminan juntos, sanan sus heridas, se perdonan y aprenden a amar, suena bonito ¿verdad? No lo niego, suena hermoso, pero también hay historias de amor que duelen, que no sanan tan fácil y que no siempre tienen un final feliz.