Porque nos Volvimos a Enamorar

CAPÍTULO 05: En el limbo del amor

"UN TERREMOTO AZOTÓ EL SUR DEL PAÍS DEJANDO CIENTOS DE MUERTOS"

 

"A UNA SEMANA DEL INICIO ESCOLAR UN GRAN TERREMOTO SE PRESENTO EN EN NORTE DEL PAIS"

 

"¿CUÁL ES LA SITUACIÓN DEL NORTE DEL PAÍS DESPUÉS DE DOS HORAS DEL TERREMOTO?"

 

"¿CÓMO SE ENCUENTRAN LOS ESTUDIANTES QUE ESTUVIERON EN SUS ESCUELAS JUSTO DURANTE EL TERREMOTO?" 


Los títulos no se acababan, seguían y seguían. Pero yo no quería siquiera escucharlos.  No podía escuchar la palabra "muertos" porque entre esa cantidad figuraba mi querido maestro Diego. 
No podía permitirle a la vida quitarme alguien que seguía vivo en un mundo distinto a este, se me desgarraba el alma. Por un momento quise  morir pues él se sacrifico por estudiantes como yo. Lo odio por amar los libros y estar en el salón de literatura preciosa cuando todo inicio y no poder salir a tiempo después de ayudar a tantos alumnos. Me odio por no predecir que esto sucederia, odio a todos. 

—¿Cómo está su brazo? — pregunté al doctor del bachillerato. 
—No es nada grave. Solo son moretones —él intentaba mantener la calma pero seguía muy nervioso. 
—Muchas gracias —le agradecí y enseguida corrió a ver a más chicos que llegaban. 
—¿Es verdad? —preguntó temerosa —¿Él ya lo esta? 

Mi corazón se agrietó, se me hizo un nudo en la garganta y más ojos se llenaron de lagrimas. No quería llorar, no quería que ella esté triste pero no pude evitarlo. Comencé a llorar, llore porque me aguante de llorar dos horas. 
Agité la cabeza afirmando que era verdad, me dolió en el alma tener que afirmar algo que me lastimaba. 
No sabía que las últimas veces que hablaría con él sería cuando me dio un consejo, pensé que estaría aquí hasta que me gradué y me diga que Frank es un buen chico porque él lo aprueba aunque todos sabemos que solo lo aprobaba porque era un lector voraz.  

—Jane...—su voz se quebró, rápidamente se acercó para abrazarme—Ya no llores, se que querías mucho a ese maestro. 
—No~No puedo evitarlo, es que...—mi voz se entrecortada, casi no podía respirar ni hablar— Es que no puedo creerlo. No quiero asimilarlo. 
—Jane...—Ella también estaba llorando, eso era lo que no quería y ahora sucedió —Él fue un buen maestro, todos lo queríamos incluso si era un tanto renegon. 

No podía responder, no podía siquiera pensar en otra cosa que como corri detrás de la ambulancia pidiéndoles que lo lleven pero decían que ya no sé podía hacer nada. Pude ver su cuerpo inerte, con una lagrima en sus ojos, y esa satisfacción de haber dado su vida a cambio de unos adolescentes que no creen en su propio futuro. 

Futuro.
Futuro.
Futuro. 

¿Frank?

—Frank no me ha enviado un mensaje hasta ahora —dije en voz alta. 

Stephany me vio con toda la cara roja y empapada por todo lo que llore. 

—Ve a escribirle o a llamarle —me apresuró. 

 

 

 

 


FRANK

 

 


¿POR QUÉ?
¿POR QUÉ?
¿POR QUÉ?
¿POR QUÉ?
¿POR QUÉ ME SUCEDE ESTO A MÍ? 

—Levántese, por favor, señor. Por favor, dígame algo —aunque le hablaba y lo movía el maestro Kenyi no reaccionaba  —. Di~Diga algo por favor. 

 

Vi que habían más alumnos que habían quedados atrapados bajo los estantes de la biblioteca, otras bajo el techo y paredes caidas, algunos estaban igual que yo, intentado hacer que personas que ya no respiraban les dijeran algo. Los que dejaron este mundo sabían perfectamente que todo esto fue culpa de la naturaleza y la mala construcción que tenía la institución.  Estábamos atrapados y no podía hacer nada ni siquiera para salir de ahí. Parte de un estante estaba por caer cerca de mí,  en su afán por protegerme el maestro Kenyi me empujo y fue el quien quedó bajo un estante y mucha construcción. No soporto ni cinco minutos y lo último que dijo fue "Frank,  fuiste un buen estudiante.  Mantente vivo y cercano a tus sueños." Y luego su vida de desvaneció en mis manos para dar lugar a la fría y petulante muerte. Mi pierna quedó atrapada bajo un estante,  aún podía sentirla y sabía que estaba bien pero lo que más me preocupaba era esperar a quienes nos rescatarian sabía que tenían que venir pronto pero tiene que ser rápido, muchos otros están bajo estantes y aun siguen vivos, están atrapado como yo. Y aunque estoy con vida, justo ahora quisiera morir. 

 

—Frank, ¿cómo te encuentras? ¿Te duele?— pregunto una compañera. Se acercó para verle y una lagrima corrió por su mejilla al ver al maestro—Debe doler mucho —se centro en mi pierna para no ver al maestro, pero no podía evitar perder su mirada en el maestro Kenyi.  
—Llora si quieres llorar. Todo fue mi culpa —bajamos la mirada. Yo mas que nadie se que su muerte fue mi culpa. 
—Frank, no fue tu culpa. El maestro Kenyi jamás te culparia.

Lo sé,  y por eso siento más culpa. Se que él diría que la vida debe ser aprovechada y a veces es mejor aprovecharla por alguien quien lo merece. Si supiera que deseo con toda mi alma morir justo ahora. 
Mi estomago se revolvía cada que pensaba en todos los que estábamos aquí dentro y muchos otros que estaban atrapados en las diferentes aulas. La escuela era muy inestable desde hace mucho tiempo debido a que tiene más de 60 años de construcción. 




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