Su hermana ha venido a verla, la ha llevado fuera a que sintiera el aire del verano casi extinto, las veo desde la ventana, su hermana peina su corto cabello en trenzas mientras le habla sobre lo que ha pasado desde la última vez que la vio, sonríe eh intenta hacerla sonreír también, es increíble, la trata como si no hubiera pasado nada, como si en realidad nunca hubiera pasado una tragedia.
Y mientras tanto, yo las miro desde lejos con tristeza, porque ahora esa es la única emoción que siento, no tengo espacio para sentirme de otra manera, de algún modo, siento que no tengo derecho a sentirme feliz o tranquilo, no cuando ella está de esa forma, no sería justo para ella.
- Estás enfermo.
El repentino sonido me hace saltar, al girarme la veo mirándome con desdén, asustado, volteo hacia el roble del jardín, ella está ahí, sola, bajo la sombra del árbol, quiero ir por ella pero la otra se interpone en la salida y continua con su mirada enfurecida.
- Ella está bien, deja que le dé el aire fresco – dice detenidamente – quiero hablar contigo, siéntate por favor – me obliga a sentarme en uno de los bancos, ella se sienta frente a mí y solo me mira durante un buen rato – veo que ella ha recuperado peso, me alegra, significa que mejora.
- Sigue sin comer, la mantengo a base de sueros intravenosos, ¿Cómo puedes decir que está mejorando?
Ella me ignora, ve por la ventana a su hermana mayor, su cuerpo esquelético y ojeras prominentes, una muñeca de porcelana que se ha roto y vuelto a pegar, pero no por completo.
- Estás enfermo – repite – mírate, estas mucho más delgado y tus ojeras son tan grandes como las de ella, ¿Cuándo fue la última vez que te cortaste el cabello o te afeitaste? ¿Qué está pasando contigo?
No le respondo, miro hacia el árbol, la veo con los ojos cerrados, probablemente se ha quedado inconsciente, la única forma en la que puede descansar, o eso es lo que creo al menos.
- Leí un libro hace tiempo – continua ella – habla de la compasión y de cómo poco a poco se acaba y como incluso los más cercanos a una persona que sufre se pueden cansar de la situación de las personas y al final, se vuelven igual que el enfermo, causando la misma compasión que ello agotaron en la otra persona.
- Tu hermana…
- Lo sé, créeme que se lo que sientes por ella, ambos la amamos, pero por favor, no puedes matarte de esta manera, eres lo que ella más quiere en este mundo – mis padres ni siquiera se tomaron la molestia en agotar su compasión como lo has hecho tú, pero por favor, no lo hagas porque sientas culpable, hazlo porque la amas.
Ella está llorando, al verla así, es igual a su hermana, con el mismo rostro de súplica infantil, de un deseo secreto de alguien que pudiera consolarle y hacerle ser fuerte de nuevo, sin pensarlo siquiera, la abrazo fuertemente, mientras ella llora contra mi pecho.
- La extraño tanto, es mi hermana, mi mejor amiga, siempre estuvo ahí conmigo, pero ahora no importa que le diga o que haga, ella no está, ¡la quiero devuelta! La necesito conmigo.
- También yo – digo tristemente – por eso continuo con vida, la espero, porque sé que un día volverá con nosotros, que podre pedirle perdón, que podremos casarnos y tener el cuento con el que siempre soñamos.
- Ella volverá – dice separándose y limpiando sus lágrimas – pero para entonces nosotros seremos lo que necesiten ayuda, los que causen lastima y compasión, por favor, no caigas en aquello, no quieras estar con ella porque sientas que es tu obligación, no lo hagas porque quieras librarte de un peso que no existe, ella no querría que tu hicieras tal cosa.
No contesto, en su lugar, me levanto y salgo al jardín, el cielo se cubre con naranjas y violetas, me siento en el árbol junto a ella y deshago las trenzas que su hermana le hizo.
- Te ves guapa así – le digo – pero sé que nunca te ha gustado peinarte y sabes bien que yo dedico mi vida a complacerte, por lo tanto y mientras viva, no permitiré que te peines de ningún modo, porque me interesa que te veas feliz y no guapa.
Ella no dice nada, mantiene los ojos cerrados y la respiración uniforme, eso de alguna manera me tranquiliza, duerme sin soñar, hoy no tendrá la pesadilla que siempre la atormenta.
- Vamos adentro, mañana será otro día, y tal vez sea el día en el que te levantes y me golpees hasta que tengas que llamar a una ambulancia.