̶ Abuelo, la oscuridad me aterra.
̶ ¿Enserio? – la veía desde arriba, con la pipa en su boca aunque esta no tuviera tabaco que fumar, desde que el cáncer había hecho su aparición, había dejado de fumar, pero no por eso había dejado su manía de pasar la tarde con la pipa en su boca – ven aquí pequeña, eso es.
Trepo por el sillón hasta acabar en sus piernas, el no tan viejo abuelo la abrazo con fuerza cariñosa y le estiro las mejillas hasta que la pequeña soltó un quejido más de diversión que de dolor.
̶ ¿Qué te da miedo de la oscuridad?
̶ Es oscura – respondió con sus mejillas infladas en un puchero.
El hombre rio con ganas, y la pequeña, no sabía por qué, pero le sonó a lo más bello que había escuchado y deseo que no se detuviera, como si hubiera pasado mucho tiempo sin escuchar su voz.
̶ Ven conmigo – le dijo el hombre quitándose la pipa de la boca y cargando a la pequeña en su hombro como si fuese un costal – conozcamos a alguien.
Camino por casa, salió al patio y por unos segundos, colgó a la niña de las ramas de aquel árbol grande, entraron de nuevo por la cocina, de nuevo a la sala y siguiendo el camino por las escaleras, hasta llegar frente aquel cuarto lleno de oscuridad.
̶ No abuelo – pidió la pequeña entonces – me aterra ir allí.
̶ Tranquila pequeña, estoy contigo y te protegeré.
Entraron, a pesar de que ella no lo deseaba, el hombre la bajo de sus brazos y ella estuvo tentada a salir corriendo, pero lo que hizo fue aferrarse a la tela de la ropa de su abuelo mientras veía la cama con horror.
̶ ¿Por qué esta ahí? – preguntó en voz baja.
̶ La pobre ha sufrido mucho últimamente, y aun así sigue luchando.
̶ ¿Por qué?
̶ No lo sé, tal vez es hora de que siga su camino, ella sabe que tiene dos opciones, seguir luchando, o dejar el sufrimiento e ir a un lugar con más luz.
̶ Creo que tiene sueño, debería dormir.
̶ ¿Eso crees?
De pronto, se alejó un poco del lado de su abuelo y se acercó lentamente al pie de la cama, se quedó mirándola mucho rato, después, tomo la manta y la arropo como a una de sus muñecas, subió suavemente a la cama y se acostó junto a ella.
̶ Parece una muñeca – le dijo a su abuelo – pero una muy triste.
Volvió la cabeza para mirarlo, pero al hacerlo, diviso junto a él a otro hombre, más joven que el abuelo y que su papá, se veía igual de cansado que la otra chica, estaba de pie, pero no se movía, no hablaba, no parpadeaba, mirando fijamente a la joven en la cama.
̶ ¿Quién es abuelito?
̶ Parece ser su amigo.
̶ ¿Está bien?
El abuelo no respondió, miraba al joven fijamente, con los ojos pensativos mientras fingía fumar de su pipa, toco al chico y este comenzó a mover la boca como si hablara, pero de él no salía ningún sonido.
̶ ¿Qué dice?
̶ Vuelve – susurra el hombre con la pipa entre sus manos – pero no sé a quién se lo dice, si a la chica, a el mismo, o a ti pequeña.
̶ ¿A mí?
Miro a su abuelo con ojos de terror, tan pronto como pudo, bajo de la cama y corrió hacia el anciano, para esconderse tras de él.
̶ ¡No quiero ir con él!
̶ ¿Por qué no?
No tuvo una respuesta, solo sabía que al ver aquel chico, algo dentro de ella se hundía, le dolía algo, una parte que no era de su cuerpo, estaba segura que aquel hombre le había hecho eso a la muñeca de la cama, la había lastimado.
Quería salir corriendo de ahí, decirle a su abuelo que tomara a la muñeca y huyeran lejos del muchacho, pero al verlo otra vez, vio una tristeza igual a la de la chica en la cama, pensó entonces, que tal vez él había lastimado a la muñeca, pero que ella tal vez lo había lastimado también a él.
̶ ¿Quién los rompió abuelito? – pregunto asomando la cabeza – ¿Cómo los arreglamos?
̶ No podemos – respondió tristemente tomando a la niña en sus brazos – ellos deben arreglarse solos, pero solo si lo desean; estaban tan equivocados creyendo que podían repararse tomando partes del otro, solo se rompieron aún más, típico de los jóvenes.
̶ Vámonos abuelito.
Tomo su mano e intento que se fuera de ahí, pero él no se mueve.
̶ ¿Qué hay de ellos?
̶ Ya lo dijiste abuelo, ellos están rotos, y no los podemos ayudar.
Antes de marcharse, la niña volvió sobre sus pasos y regreso con la chica, se acercó hasta que pudo susurrar en su oído tan bajo que no supo si ella le habrá escuchado, luego corrió y emprendió la caminata con su abuelo lentamente, sabiendo que era la última que tendría a su lado.
Puedes hacerlo, irte o quedarte, es tu decisión.