Porque te amo

El monstruo bajo la cama

Un nuevo día se ha levantado, me digo a mi misma que hoy lo hare, hoy me levantare por mi cuenta y seré igual que antes.

Sin embargo, me quedo ahí, quieta, sin encontrar el valor suficiente para hacerlo, mis ojos están cansados y piden desesperadamente que los deje cerrarse, que les permita dormir, pero no lo hago, porque cada vez que cierro los ojos, la pesadilla se repite, el monstruo bajo la cama vuelve a aparecer, más tenebroso, más horrible que el anterior.

Así que no puedo dormir, pero tampoco me puedo mover. No entiendo por qué, recuerdo que, en el hospital, el doctor dijo que todo estaba bien, que no había razón para estar inmovilizada, pero cuando me quiero mover, ninguno de mis músculos obedece la orden de mi cerebro.

Él entra a la habitación, puedo percibir el olor de la comida recién hecha, pero, aunque lo intente, no puedo verlo a él o algo más. Lo siento destapándome, tomándome para sentarme, siento el sol tocando mi rostro, lo siento a él cepillándome con sus dedos de pianista. Pero mis otros sentidos están en otro lugar, en otro tiempo.

Él mete un trozo de comida en mi boca, mi mandíbula lo mastica un poco, pero soy incapaz de descubrir su sabor, mastico y trago hasta que ya no puedo más, hasta que el esfuerzo de comer se vuelve insoportable.

Él me acaricia de nuevo, desearía golpearlo, gritarle que se vaya, que me deje sola y ver como se queda y me ve llorando, hasta que no lo soporto más y me abrazo a él para desahogarme, justo como lo hacía antes, pero no puedo, es demasiado esfuerzo y yo me rendí aquel día.

Cuando sucedió, todo lo que pude hacer fue cerrar los ojos e imaginar que estaba dos años atrás, bailando con él bajo el agua de la fuente, pero, por más que intenté quedarme en aquel momento y no pensar en nada mas, no podía evitar sentir el dolor, percibir cada cosa que me hacían, percibir como parecían disfrutar de lo que pasaba, yo no pude hacer nada, el miedo me paralizo, todo lo que pude hacer fue cerrar los ojos y desear que él llegara a rescatarme.

Tardaron dos días en encontrarme, dos días en los que pedí desesperadamente por la muerte, no podía gritar ni hacer ningun movimiento, solo lloraba y rogaba a dios porque me matara, pero después, pensaba en él y soportaba un poco más, pensando en él pude aguantar hasta que dieron conmigo. 

Antes de caer en el coma, quise ver quienes estaban ahí, la ultima vez que vi realmente; junto a mí, vi a mis padres, mi hermana menor, pero no lo vi a él.

No había ido a rescatarme, tampoco estaba conmigo ahí, recuerdo que mi intención no era caer en coma, sino dejarme morir, pero cuando no lo vi a él, tomé la decisión de no morir, no hasta verlo.

Al despertar, me di cuenta, me había rendido, lo que ocurrió fue demasiado, tal vez no había muerto en toda la extensión de la palabra, pero, en definitiva, mis ganas de vivir se habían esfumado.

Pero no puedo morir, no hasta verlo a él de nuevo, no hasta escucharlo.

No hasta que pueda despedirme de él.




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