La luz del sol entra por el ventanal, es tan fuerte que logra pasar la tela que cubre el vidrio, ya he pasado una semana en esta casa, las cosas con Catalina y Kiran no han cambiado, sigo siendo cortante al hablar con ella; mi cabeza intenta perdonarla, quiero asimilar que ahora tengo una madre, pero mi corazón se niega, el dolor no ha disminuido sigue ahí, constante, pero como siempre, me acostumbro poco a poco, sé que quizá algún día se enterrará en el fondo de mi corazón, en un baúl que recoge al resto de acontecimientos del pasado que duelen, pero ya no tienen relevancia, o al menos es lo que me obligó a creer; Kiran, por otro lado, ha vuelto a beber anoche, he escuchado gritos, pero nada más, lo mantengo siempre al margen hasta ahora la conversación del sábado ha sido la más larga que hemos tenido. A Yui creo que le agrado, no, sé que le agrado, ella siempre tiene una sonrisa cuando me ve, le agrada pasar tiempo conmigo después de la escuela, es el único momento del día que realmente se me hace menos molesto estar en este lugar. Catalina no me ha permitido ir al instituto, no quiere que intente escapar, sabe que lo haría, después de todo, supongo que lo heredé de ella, en fin, en lugar de tomar clases como debería estarlo haciendo, me paso todo el día en la biblioteca de esta casa, un gran cuarto lleno de libros que me mostró Suvan el sábado anterior, no me encanta como él pensó que lo haría, me gusta leer sí, pero muy pocas cosas de las que podía hallar ahí lograban captar mi atención.
El timbre de la casa arruina el silencio que había en cada rincón, una vez, dos veces, a la tercera vez, salgo del sillón en el que me había acomodado a leer un poco y me dirijo a la puerta, no hay nadie en la casa, es día festivo por lo que el personal no trabajaba mientras los miembros de la familia salen de viaje, al cual yo me negué, no me gustan los viajes con mi familia, mucho menos ahora que tengo un "nuevo hogar". Llego a la puerta, el timbre ha cesado y solo hay un sobre de color azul el cual han arrastrado bajo la puerta, cuando lo sostengo entre mis manos, mi corazón empieza a acelerarse, mis manos tiemblan y mi cuerpo se tensaba al mirar el reverso de aquel sobre para carta en el que se puede leer mi nombre escrito en el.
Para: Lua Cramoisi
De:
La letra de Salome. Había recibido tantas cartas de sus tantos viajes, que me es imposible no detectar su caligrafía a primera vista, sin más, subo a la habitación casi corriendo, cierro la puerta y me siento en la cama, es imposible que haya alguien en la casa, pero yo quiero privacidad. Abro el sobre, rompiendo aquel sello de cera que Salome siempre colocaba en sus cartas, saco la hoja de papel que se mantiene en su interior, esperando encontrarme con un gran párrafo como normalmente lo hacía, pero en su lugar, sólo hay una frase, algo que me trae de vuelta toda la esperanza que había perdido
Te encontraré, en donde sea que estés, siempre te encontraré y volveremos a ser una familia Salome
Sus palabras resuenan en mi cabeza, mi tía está afuera, buscándome. Guardo la carta en un libro, “Al final del arcoíris” mi libro favorito, el primer libro en físico que me regalaron, lo más preciado que tengo, ahí estaría a salvo su carta, cierro el libro y lo guardo en el cajón del escritorio antes de volver a la cama para dormir, sin darme cuenta eran más de las diez de la noche.
♡♡♡
Despierto al escuchar la puerta principal abriéndose, bajo tan rápido como puedo, Yui y su familia volverían pasado el mediodía, ahora son apenas las siete de la mañana lo cual me puso alerta. Cuando llego a la planta baja la empleada está de pie frente a mí, su cara de asombro me confirma que le sorprende verme tanto como su presencia me sorprende a mí, aunque su rostro cambia al reconocerme, ahora vuelve a ser inexpresivo como acostumbraba siempre.
—Es un placer volver a verlo, ¿Desea que le preparé el desayuno? —Es la primera vez que la veo sin uniforme de mucama, trae ropa de calle, el cabello negro suelto y un maquillaje sutil, por su rostro imagino que no pasa de los 20 años, su rostro me parece muy atractivo, pero esa ropa le favorece en un porcentaje bastante alto a su figura—.¿señor?
—Ah! Si claro gracias —sonrío y ella asiente, se retira, aunque antes no sé si fue mi imaginación, pero la vi sonrojarse ligeramente ante mi mirada, Genial, ahora pensara que soy un pervertido.
Me encuentro sentado en el comedor cuando regresa, ahora con su uniforme habitual, su cabello recogido en una coleta, se coloca el delantal de cocina para preparar el desayuno, no sé cómo o por qué, pero entablamos una larga y acogedora conversación. Me dijo que su nombre era Claudia, tenía 18 años y había ocupado el lugar de su madre en esta casa de forma temporal pero cuando ella falleció le otorgaron un contrato permanente. A pesar de ser mayor que yo, tiene una altura menor aproximada de 1,60m, igual que Aku.
Termino mi comida, y creo que después de tener más de una semana en esta casa, es la primera vez que pude degustar el platillo que me han servido. Me retiro a mi habitación después de agradecerle por la comida. Pasado el mediodía escucho la puerta abrirse y el ruido proveniente del piso inferior adiós silencio, fue lo primero que pensé cuando llegaron, sus voces se hacían presentes, resonando por toda la casa. Me dispongo a bajar por un vaso de agua, pero a mitad de las escaleras me detengo, escuchando una voz familiar, las voces se hacen claras, ya no son solo balbuceos, puedo escuchar su conversación, sin lugar a dudas, esa voz es inconfundible, la había escuchado desde hace tantos años que la reconocería después de años.
Mis pies se mueven rápido, llego a la sala de estar permitiéndome ver a todos sentados en una conversación muy amena. Catalina junto a Kiran en el sillón mediano, Yui en un sillón individual corre hacia mi apenas me ve cruzar la pared de la sala.
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Editado: 29.05.2024