Porque tú lo querías así

⟡Capítulo 21 - Un poco de esperanza⟡

El sol de la mañana me hace despertar, sujeto mi celular para ver la hora, ocho am se muestra en la pantalla, me levanto de la cama y estiro un poco mi cuerpo, me siento cansado, no sé cuántos dólares cuesta este colchón, pero realmente mi cama era mejor que la piedra en la que estoy durmiendo hace semanas. Intenté volver a mi casa, pero no lo he conseguido debido al resguardo que siempre me acompaña. Me coloco los zapatos dispuesto a salir de la habitación, pero una pequeña silueta sobre el escritorio llama mi atención, me acerco a él y veo una pequeña caja negra con un lazo rojo junto a una nota.

Feliz cumpleaños 『atrasado 』 YUI ♡

Una sonrisa se crea en mi rostro, mi cumpleaños no había sido el mejor este año, tengo 17 ahora y no lo había recordado hasta hoy. Abro la caja, y veo un collar, tiene dos dijes, una pequeña luna llena que parece de resina y una letra L de plata; lo coloco en mi cuello y salgo del cuarto, camino a la rutina que hasta ahora parece eterna, desayunar, hablar con Claudia, ir a la biblioteca de la casa, leer, comer, leer de nuevo visitar a la abuela y dormir.

Seven years old de Lucas Graham se reproduce de camino al hospital, es lunes así que Catalina es quien me acompaña, las primeras veces los viajes eran silenciosos e incómodos, pero ahora apenas piso este auto pongo música y el largo camino es más tranquilo ahora. Yui nos acompaña esta vez, le he agradecido por el collar durante el almuerzo, resulta que lo había comprado junto a su madre el día de ayer, pero debido a la hora que volví anoche solo lo había dejado sobre el escritorio.

—Buenas tardes, abuela —saludo apenas entro a la habitación

—Buenas tardes, Lua —saluda y yo me siento en la silla que se encuentra junto a la cama, le entrego la flores que Yui me ha pedido que le compre, ella no las coge, solo sonríe suavemente pidiéndome que las deje en la mesa que tiene a su lado, yo obedezco

—Abuela, ¿Te encuentras bien? —Su mirada se dirige a la ventana y se torna sería

—¿Por qué has vuelto? —Su pregunta me toma desprevenido

—Porque quería saber de ti —respondo confundido

—Estoy bien, ahora vete —Su actitud me sorprende al mismo tiempo que logra molestarme, estoy por hablar cuando ella menciona algo más— Estás mejor con ella, con ellos.

—¿D-de qué estás hablando? —Digo mostrando molestia en mi voz a la vez que tambien estoy confundido, su actitud es agresiva pero no me mira, solo habla con la vista fija en la ventana.

—Ellos te darán una mejor vida, tienes que aprovecharla, solo vete —Su voz ahora suena neutra, pero a conozco oculta algo.

—No lo haré, no te dejaré, tus vales mucho más que ellos —intento sujetar sus manos pero se aparta.

—¡Vete! Se mejor, ten una vida que yo nunca pude ni podré darte —la impotencia recorre mi cuerpo, ella en serio quiere que me vaya y la ira se hace presente aunque intento mantener la calma.

—No lo haré, te cuidaré. Catalina lo aceptó y ...

—¡No quiero volver a tener que quedarme contigo! —interrumpe en un gritó— Estoy cansada que desde los 20 años mi vida solo se haya basado en cuidar a tu madre y luego a ti —su voz suena por toda la habitación —Solo vete, déjame disfrutar la poca vida que me queda —La habitación cae en un profundo silencio creando un nudo en mi garganta que me prohibe pronunciar algo más.

Sus palabras se clavan en mi pecho como cuchillas, mi vista se nubla, mis manos tiemblan, como cada vez que me desesperaba por la impotencia. Esta no es mi abuela, ella nunca me diría algo así, pero tiene razón, desperdició su vida, conmigo. Levanto la cabeza mirándola mientras siento como la ira recorre mi sangre desde mi pecho, por todo mi cuerpo haciendo que deje de pensar correctamente. El nudo que sentía en mi garganta se ha desvanecido, me pongo de pie y las palabras empiezan a fluir guiadas por el enojo, la tristeza y el dolor que me había causado.

—Bien, ¿Quieres disfrutar tu vida? Entonces diviértete disfrutando los días que te quedan postrada en una cama de hospital —Salgo de la habitación, el azote de la puerta suena detrás de mí y dejo de sentir, no estoy molesto, pero tampoco triste, no puedo llorar, pero tampoco gritar, mi cerebro se ha bloqueado, como cada vez que pasa algo fuerte.

Siempre ten cuidado con lo que dices y desean en momentos de rabia.

La escena de hace minutos se desvanece con cada paso que doy, como un recuerdo, como un sueño y luego nada, no la recuerdo. Solo sé que mi abuela ya no quiere saber nada de mí, y si eso quiere se lo concederé, como último regalo de mi parte.

Levanto la mirada del piso dándome cuenta que he llegado a la cafetería del hospital ¿Qué hago aquí? ¿Cuándo llegué?

—¡Hey, Lua! —una voz femenina me saca de mis pensamientos— ¿Qué haces ahí parado? Vamos a comer, yo invito —La mujer pasa su brazo alrededor de mis hombros, su aroma me hace regresar casi por completo, es Salome, mi tía.

Me siento en una mesa junto a la ventana mientras mi tía va a comprar algo de comida, dirijo mi mirada hacia afuera, se puede observar el jardín, varias personas caminan a su alrededor; personas con pijamas celestes, los enfermos; algunas con uniformes turquesas y batas, las enfermeras y doctores; quienes llevan ropa variada asumo que son visitantes. Sentada junto a una fuente de agua se puede ver a Yui, está jugando con su gatito de peluche que siempre la acompañaba; tal vez si me voy con ellos como la abuela quiere podría cuidar de ella, después de todo soy un extraño en su casa y aunque nunca me había visto, me aceptó y me dio una sonrisa amable sin juzgarme, quedarme aquí no sería tan malo, después de todo Lucía ha dicho la verdad, yo no era más que un estorbo en su vida. Una enfermera se acerca a Yui haciendo que ella de un pequeño salto de susto haciendo que salga de mis pensamientos para darme cuenta de algo importante ¿En dónde está Catalina? me pongo alerta, listo para correr la pequeña no tiene ni diez años para estar sola en un lugar como este. Estoy por ponerme de pie, pero en ese momento aparece su madre, con una funda de compras y lo que parecía un plato de comida, lo cual me regresa toda la tranquilidad al cuerpo.




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