Porque tú lo querías así

⟡Capítulo 24 - Cuenta regresiva ⟡

El último mes ha sido demasiado para todos, pero al fin estamos de regreso en la casa que me recibió hace poco más de cinco años.

Despues de que me enteré lo que pasaba con la salud de Nori llegó Kiran del trabajo, comimos pastel y festejamos mi cumpleaños todos juntos. Todos los día durante una semana me rompió el corazón verla correr, jugar, saltar y sonreír. A la segunda semana junto a Catalina y Kiran decidimos que tendrían que sacarla de la escuela unas semanas antes para poder viajar y pasar el mayor tiempo posible con ella. Ellos organizaron una pequeña despedida junto a sus compañeros de salón, aunque ellos ahora creen que solo se cambiara de escuela por el trabajo de Kiran, aunque eso nunca ha pasado.

Después de su salida organizamos todo para el viaje. Le fascinaba la idea de volver a casa, saltaba y sonreía durante toda la semana en la que Kiran solucionaba sus problemas del trabajo dejando a cargo al padre de Sam para solucionar cualquier inconveniente que pudiera ocurrir durante todo el mes de su ausencia.

Cargo a Nori en mis brazos mientras duerme, el viaje desde el aeropuerto ha sido largo, hace un año ella hubiera pasado cantando y jugando durante todo el trayecto, pero su enfermedad ha consumido su energía. La recuesto sobre su cama tapándola con una manta acolchada de color morado pastel. Me siento a su lado observándola dormir, aparto los mechones de cabello color morado que resbalan por su rostro. Duerme de forma pacífica, sin preocupaciones, sin miedos, sin ser consciente de lo que pasa en su cuerpo, no sabe lo que le depara el futuro, pero yo lo sé y eso duele, se que ella no podrá seguir sus estudios, sé que no podrá casarse, conseguir novio y mucho menos formar una familia. Sé que le queda un poco más de dos semanas. Sé y soy consciente de que la próxima vez que entre a un hospital, ella ya no podrá salir a jugar, a correr ni a mostrarme la pequeña sonrisa que siempre me da motivos para seguir adelante.

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—Lua. —Siento un peso caer sobre mi cuerpo y la luz llega directo a mis ojos al abrirlos de golpe—. El desayuno está listo —habla Nori con emoción entre risas.

—Pequeña demonio. —La sostengo en mis brazos quitándole de encima para hacerle cosquillas. Ella ríe pidiéndome que pare, y lo hago—. Vamos a comer

Bajamos las escaleras y ella corre hacia la cocina de donde proviene un aroma exquisito a pan tostado y jamón. Me siento a la mesa junto a Catalina, Kiran, Nori y Suvan. Este último vive en esta casa desde que salió del instituto, su universidad queda cerca así que decidió mudarse lejos de su madre.

Claudia es quien sirve el desayuno, primero, un tazón con frutas y crema; seguido por un plato con tostadas, tocino y huevos estrellados; acompañado de una taza de café con leche. Durante todo el semestre casi no desayuno, ocupo ese tiempo para dormir un poco más. Normalmente compro una tostada con queso y un batido de fruta con crema de camino a la universidad. Este último mes casi ni he comido ya que me despertaba bastante tarde. Hoy después de mucho tiempo puedo degustar un desayuno completo preparado por Claudia. Por la tarde después del almuerzo corremos por el parque junto a Suvan y su perro, un Golden Retriever de cuatro meses. Nori solo lo mira con recelo ya que por la mañana atacó a su pequeño gatito de peluche y le descosio una de sus patas delanteras. Lloró mucho pero Claudia prometió que lo tendría listo para cuando regresara por la noche. Cenamos todos juntos, está feliz, lo veo en sus ojos.

Por la noche, cuando regresamos, llevo a Nori a su habitación y le doy las buenas noches mientras Kiran y Catalina le cuentan a Suvan la verdad sobre porque hemos regresado a vivir en esta casa que era suya desde hace tiempo.

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Suvan es el último en llegar a la mesa durante el resto de la semana. Se sienta después de darnos un saludo vago y come con desgano. Tiene los ojos hinchados, las ojeras son notorias bajo sus ojos, su piel perfecta luce pálida y cansada. Y su ánimo está por los suelos. Todos lo notan pero nadie hace nada, Nori intenta animarlo y para alguien que sabe fingir estar bien, lo noto; siempre que ella está cerca sonríe, como siempre lo ha hecho, finge que no le ha dolido la noticia y la abraza, siempre durante unos segundos más de lo normal, noto el dolor de sus ojos y la impotencia que siente porque como todos, no puede hacer nada para evitarlo.

Kiran y Catalina pasan tiempo con ella durante el día, la llevan a diferentes sitios, el parque de diversiones, el zoológico y los museos. Suván y yo los acompañamos siempre, me negué muchas veces a ir con ellos y ahora ruego porque estos días no acaben, quiero que duren toda la eternidad pero es imposible, todos los días el atardecer llega y la noche avisa que el día se acaba.

La pequeña cada día luce más cansada, sus días son más cortos y el brillo de sus ojos es más opaco cada vez. La han bañado en regalos todos los días pero ella sigue sonriendo cada vez que sostiene a su pequeño gato de peluche.

—Hermano, estuve pensando en algo —Estamos sentados en su cama cada uno en sus actividades, ella tiene recogidas sus piernas bajo la colcha mientras juega con su peluche. Yo estoy del otro lado sentado con la espalda en la pared y un libro sobre mis manos. Suvan está sentado junto a la cama en una pequeña silla rosa viendo a un oso de peluche que tiene sobre sus piernas. Ambos levantamos la mirada hacia la pequeña para prestar atención.

—¿En qué? —responde Suvan adelantándose

— Estuve pensando —Levanta a su gato para enseñarlo, señalando la costura que le ha dejado Claudia cuando lo ha arreglado después del ataque canino— El pequeño tiene una cicatriz. Ya no es un gato común, es un gato guerrero. —dice con seguridad manteniendo su sonrisa caracteristica, ambos soltamos una leve risa ante su aviso.

— Es verdad —dice Suvan dejando el peluche en la cama, se levanta de su silla peinando su cabello con la mano—. Ahora vuelvo. Iré al baño —Sale del cuarto casi corriendo. Seguramente a llorar, no ha parado de hacerlo desde que llegamos, la noticia le ha afectado más que ha todos, yo dejé de hacerlo hace mucho.




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