Jueves...
El timbre de la casa me despierta. Son las ocho treinta de la mañana según la pantalla del celular, regreso el móvil a la pequeña mesita de noche viendo que mi plan de levantar a las siete de la mañana se ha ido al caño. Me levanto de la cama directo al baño, me lavo la cara, cepillo mi cabello, y salgo para vestirme; pantalón, camisa y zapatos negro. —Deberias ponerle color a tu armario —Las palabras de la pequeña Nori de hace 2 años resuena en mi cabeza cuando saco un buso color morado oscuro del cajón—. el morado le quedaría bien —Fueron sus palabras cuando vio mi armario lleno de ropa oscura.
Bajo hasta la sala viendo un par de cajas en el suelo, seguramente los regalos que han enviado los socios de Kiran. Escucho risas a medida que me acerco hasta la cocina deteniéndome al escuchar una voz conocida.
— ¿Ese tonto sigue durmiendo? —Habla Kant desde el otro lado de la puerta.
— Deberíamos despertalo — agrega Marc
— ¿Se molestaría si le lanzamos agua encima? — Propone Ed
Genial, todos han venido hasta aquí. A Sam siempre lo arrastran a sus planes así que asumo que al igual que esos tres, el debería estar sentado en la misma mesa del comedor.
— Hazlo y te duermes en la calle —digo entrando a la cocina, todos están con la espalda hacia la puerta a excepción de Sam que como supuse, estaba aquí también, mantiene su mirada en el celular pero distingo una leve sonrisa en su rostro
— Buenos días señor Lua, el desayuno está casi listo —Veo a Ed tensarse al escuchar mi nombre, Sam eleva la cabeza y saluda asintiendo, Marc voltea a verme saludando con la mano, y Kant ríe ante la cara de Ed.
– ¿Qué hacen aquí? — cuestiono cuando me siento junto a Sam
— También es un gusto verte de nuevo, gran amigo —Escucho la voz junto a mi
— ¿No es obvio? Vinimos por Nori, no por ti — habla Marc
— A mí me arrastraron — Menciona Kant a lo que Ed le da un golpe en las costillas — Era broma hombre, vinimos por ambos
— En el grupo lo mencionamos, ¿no lo viste? —pregunta Sam sin levantar la mirada del celular. Está leyendo al parecer.
♡♡♡
Llego al hospital por la tarde, Kiran, Suvan y Catalina están junto a ella, la pequeña sonríe al verme cruzar la puerta de su habitación con un ramo de flores moradas, su color favorito. Saludo a todos tras cerrar la puerta entregándole el ramo a Nori.
— Ahhh huelen muy bien —habla después de haber hundido su nariz entre las flores— Gracia Lua, son muy bonitas —Su voz se mantiene tierna como cuando era más pequeña, aunque suena algo apagada, su sonrisa siempre está presente.
— ¡BUENAS TARDES! —El sonido de la puerta abriéndose y el grito de Kant llaman la atención de todos dentro, dirigimos rápidamente la mirada hacia la entrada y Nori ríe por lo bajo al ver la cara de susto que ha puesto Kant al ver que Kiran y Catalina están con nosotros— Perdón —agrega en un tono más bajo haciendo que la pequeña ría aún más.
— Bienvenidos muchachos —saluda Kiran.
Todos entran saludando y me sorprende lo grande que es la habitación para que entremos tantas personas en ella junto a las cajas que han llegado está mañana. Nori abre cada uno de los regalos poniéndolos en el mueble que hay frente a su cama. Kiran junto a Catalina salen a media tarde, Suvan y los chicos se despiden a las seis de la tarde cuando la enfermera los manda por la cantidad de ruido que han hecho por tantas horas. Esta noche tengo que quedarme a cuidarla, el sentimiento de angustia no se ha ido de mi pecho, y aunque es de las pocas veces que sé el motivo de este sentimiento, tengo mucho miedo de que pase algo está noche.
— Lua —Llama la pequeña cerrando el libro que tiene en sus manos y sosteniendo a su pequeño gato de peluche que siempre la acompaña—. ¿Tienes miedo?
Su pregunta me sorprende aumentando la angustia que tenía en mi interior trago saliva y separo mis labios para responder pero antes ella agrega
— Mamá, papá y Suvan sienten miedo lo noto en sus ojos, pero a ti siempre te he visto ser valiente —Un nudo se forma en mi garganta que me prohíbe responderle—. Cuando papá se enojaba y yo tenía mucho miedo tu siempre me abrazabas y me defendias sin mostrar nada más que valentia. —Abraza el peluche con fuerza y recoge sus piernas escondiendo su rostro—. Quise ser como tu y anoche le dije a Suvan que no sentía miedo —Abraza sus piernas con fuerza y escucho su voz quebrarse—, pero tengo mucho miedo de morir, no me quiero ir sabiendo que todos están lejos —no veo sus ojos, pero escucho como el llanto empieza a atacarla—. Quiero irme a casa.
La abrazo y ella corresponde rodeándome el torso con sus pequeños brazos, el entorno ya no es alegre, se torna triste; ya no escucho su risa, oigo su llanto, sus lágrimas mojan mi camisa y la aprieto entre mis brazos Perdóname pequeña, esta vez no puedo protegerte, intento decir pero mis palabras se quedan estancadas en mi garganta, las lágrimas no salen de mis ojos pero arden sintiendo una fuerte presión en mi pecho.
Viernes...
— Necesita salir de aquí — hablo con Kiran en el jardín del hospital.
Ayer Nori lloro en mi pecho hasta las siete de la noche cuando se quedó dormida, yo por otro lado no conseguí conciliar el sueño ni por una hora, a primera hora de la mañana me levanté del sofá de la habitación y llamé a Kiran para poder hablar con él. Catalina vino a su lado para cuidar de la pequeña.
— Aquí la van a cuidar mejor que en casa —justifica.
— Pero ella no quiere estar aquí —Lo veo dudar, sus pensamientos se aferran a la idea de que ella puede mejorar— Ella no quiere que su vida acabe en un cuarto de hospital, me lo dijo
— Ella es una niña —recalca—, no sabe lo que es mejor.
—Kiran por favor
Catalina se acerca a nosotros justo antes de que pueda responder, sus ojos están algo rojos, parece haber llorado. Sostiene a Kiran por el brazo y él la mira sorprendido.
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Editado: 29.05.2024