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Estaciono el auto en el parqueadero del restaurante, bajo observando un edificio de 10 pisos frente a mi, la fachada del lugar transmite una vibra diferente al resto de la ciudad sus columnas y ventanas con adornos de piedra le dan un aspecto elegante y distintivo. Un portero con traje elegante me muestra una amigable sonrisa mientras abre la puerta de cristal apenas me ve acercándome, asiento con la cabeza en señal de agradecimiento y entro. El aspecto interno del edificio llama mucho mi atención, su interior es amplio y bien iluminado por las lamparas que cuelgan desde el techo, una alfombra roja en el suelo dirige hacia un mostrador negro de madera antes de dividirse formando una T, un camino lleva hacia el restaurante Luna y Sol y al parecer el otro hacia el hotel con el mismo nombre. Camino hacia el mostrador observando a una mujer bella de piel morena con el cabello trenzado con extensiones blancas.
—Bienvenido ¿En qué puedo ayudarle el día de hoy? —habla con amabilidad cuando me detengo frente a ella
—Busco a Salome —La mujer se ve sorprendida ante mi petición mostrando un rostro lleno de confusión el cual cambia con gran rapidez.
—No puede hablar con la señorita Miller sin una cita previa —Mantiene su mirada ¿Miller?. El apellido me resulta conocido pero por ahora no logro recordar de donde lo he escuchado antes, la chica vuelve a hablar con un tono serio y una postura firme— Preguntaré si está disponible. por ahora, tomé asiento por favor.
Me dirijo hacia un sillón que hay junto a la pared mirando con poca atención las decoraciones que hay frente a mi, logro recono ciertas piezas especiales que mi tía solía tener en su sala de estar, hasta que la mujer vuelve a llamarme robandose mi atencion al realizar una seña que me indica seguirla. Caminamos hacia el elevador abierto que lleva al hotel, tras presionar el botón del piso 10 pasando una tarjeta las puertas se cierran y la mujer desaparece de mi vista. La música clásica del ascensor es relajante. Me pierdo en mis pensamientos hasta que el ascensor se abre despejando la vista de, un penthouse que conserva el estilo de la casa que tenía Salome en el pueblo.
—Podrías haber llamado. —Escucho la voz de Salome a lo lejos, camino un poco más viéndola salir de la cocina con dos tazones de comida—. Ven siéntate.
—Pues creo que mi sorpresa no ha sido tan pequeña como la tuya —Me siento en el comedor y levanto las manos mostrando mis muñecas con tienen un leve moretón por lo del otro día.
—Bueno, —hace una pausa mirando mis marcas— no pensé que serían tan bruscos. —Llevo la cuchara hacia el tazón revolviendo el cereal con yogurt que hay frente a mi.
—¿Qué es lo que quieres de mi? —digo con desgano llevando la cuchara con cereal a mi boca.
Ella me mira como siempre, inexpresiva. No tengo interés en lo que tenga que decir. Sin embargo necesito saber la razón de su abandono. Siempre creí que ella era una madre para mí, y aunque me mintió con el tema de mi madre hace años, estuve dispuesto a perdonarla, pues tenía más que seguro que mi abuela era quien se lo había ordenado.
—Quiero rescatar lo que había antes, hace cinco años. —Una sonrisa se dibuja en mi rostro y una risa sarcástica sale de mi boca ante sus palabras que resultan tan vacías y tan inútiles para mí.
—No me hagas reír. —arrimo mi cuerpo hacia el espaldar de la silla mirándola, dejando de lado el tazón.— Tu me abandonaste y ahora vienes con eso
—Lua no fue intencional. —intenta justificar y aunque su voz muestra arrepentimiento, el dolor me mantiene incrédulo a sus palabras.
— ¡Deja las excusas! —levanto la voz con molestia—. Me llenaste de ideas y luego desapareciste.
—Así no fueron las cosas. —Revuelve la cuchara dentro de su tazón intentando mantener la calma aunque su tono se vuelve más firme y su cuerpo se tensa con cada movimiento. No puedo soportar que desaparezca cinco años y ahora simplemente crea que puede arreglarlo todo con palabreas bonitas y un tazón de cereal como en mi niñez.
—¿No? ¿Y entonces? — sueno desesperado sintiendo mi voz quebrarse, el dolor se apodera poco a poco de mis palabras. Palabras que ya no suenan con desprecio por el contrario están llenas de tristeza y sufrimiento que he sentido por todos estos años— !¿Me dirás que solo se te olvidó que yo existía?¡ ¿Solo te olvidaste que estaba esperando que llegaras por mi?
—Mierda. —dice bajando la mirada antes de regresar a mi, diciendo algo que jamás se me pasó por la cabeza—. ¡Cuando desperté del coma tu simplemente habías desaparecido del mapa!
—¿D-despertar…? —la noticia llega como un balde de agua fría haciendo que me tranquilice de golpe. Mi mente queda en blanco y mi cuerpo antes tenso se relaja entrando en un estado de shock. solo escuchando cuando ella continua.
—Tuve un accidente en mi auto, el deportivo que usaba para los viajes, eso me dejó inconsciente durante meses —regreso mi vista al tazón de cereal e intento ordenar mis pensamientos y emociones—, cuando desperté Aku estaba en otro país y por más que lo intenté no pude encontrarte.
—Kiran es una figura pública, nunca pasa desapercibido — contraataco. Han pasado 5 años desde que se fue, no es muy lógico desaparecer. Si bien nunca me gustó esa fama algunas veces si aparecí en cámara junto a él.
—Ese hombre viaja a 8 países diferentes de manera recurrente, hace varios negocios en cada uno —Sirve licor de una botella de whisky que hay sobre la mesa y lo bebe de un solo sorbo—, te busqué en cada uno de ellos, la muerte de su hija lo obligó a dejar de moverse estableciéndose aquí, dejándome encontrarte.
—La muerte de Nori —digo en su susurro al traer su recuerdo a mi mente—. Que irónico
—Lo siento mucho. —La escucho decir con melancolía y como siempre, las palabras de consuelo suenan vacías.
—¿Por qué lo sientes? Ni siquiera la conocías —Siento mi voz sonar a la defensiva aunque mi cuerpo y mente permanecen inmoviles con la mirada clavada en el cereal revuelto.
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Editado: 22.04.2025