Porque tú lo querías así

⟡ Capítulo 40 - Confusión

La música se escucha fuerte a lo lejos, proviniendo de la pista de baile la cual se ha hecho costumbre evitar. El mesero me entrega un coctel que al entrar a mi boca se siente amargo quemando mi garganta al pasar hasta mi estómago, el bar está a la mitad de su capacidad pero la barra está vacía, nadie aparte de mi está bebiendo, aún es temprano para eso supongo. El bar está algo apartado de la pista de baile aunque el gran vidrio que los separa permite ver a la gente bailando del otro lado y aunque todo es oscuro, entre tanta gente logro distinguir a una mujer con el cabello castaño.

No puedes escapar de tu pasado.

No puedo ver su rostro ya que está de espaldas al cristal, pero mi instinto me dice que la conozco y quiero acercarme pero mi cuerpo parece no moverse encontrando ilógico pensar que ella pueda estar aquí, existen miles de kilometros que separan la casa de Suvan de este país. Bebo lo que queda en la copa y salgo después de pagar. El celular vibra, lo saco del bolsillo y un mensaje de un número desconocido aparece.

+xxx xx xxx xxxx

Hola Lua.

Lua

Buenas noches?

+xxx xx xxx xxxx

Soy Sam. Pensé que ya me habías agregado

Agrego el número a mis contactos y un extraño sentimiento en mi pecho aparece, como una leve presión, el recuerdo del almuerzo de ayer parece lejano. La necesidad de querer hablar con el aparece de la nada pero me detengo de hacerlo limitandome a responder.

Lua

Lo había olvidado, sucedió algo?

Sam

Tengo malas noticias, iba a llamar pero no sabía si estarías despierto.

Antes de que pueda responder la pantalla de llamada aparece bloqueando el chat.

— ¿Y bien? —pregunto al contestar

— Es Ed. —hace un pausa muy corta que hace vibrar todo mi cuerpo siento esos pocos segundo como si fueran eternos quedandome de pie frente a la puerta de mi auto—. Hubo una explosión en su oficina y al parecer murió.

El no murió así —es lo que quiero decir pero no puedo poner en riesgo todo solo por la confusión que hay en mi cabeza. Pero ¿Cómo le mientes a tu mejor amigo? A quien siempre ha estado contigo en todo momento, que a pesar de la distancia y los años sigue teniendo el mismo trato como si nunca nos hubieramos separado. No quiero mentirle, pero ¿Qué pasaría si sabe la verdad? ¿En serio quiero arriesgarme a perderlo también? No, no puedo

— El velorio será en dos días ¿Puedes llevar a Kant? —Oigo al otro lado de la linea saliendo de mis pensamientos.

Hoy Kant no fue a trabajar, dijeron que estaba encerrado en su habitación aunque nunca salió cuando lo llamaron—. Veré que puedo hacer.

— ¿Estás bien? —cuestiona y siento confusión en su voz.

— Si, todo bien, debo irme —Me despido antes de colgar. Saco la llave del bolsillo, abro la puerta pero una voz familiar me detiene de subir.

Si tan solo se hubiera demorado un minuto más.

— ¡Lua, espera! —grita una voz femenina a lo lejos llamando atención. Mi mano presiona con fuerza el marco de la puerta y mi respiración se acelera poniendo mi cuerpo alerta— Sabía que eras tu. Aunque has cambiado un poco siempre seré capaz de reconocer a mi mejor amigo.

Volteo a verla, chocando con su mirada iluminada por la luz de la luna, el leve color avellana que recordaba de hace tantos años y la sonrisa que me muestra trae tantos recuerdos a mi mente que no era conciente de tener almacenados hasta hoy. Luce casi igual a como la recordaba solo que un poco mayor. Mi corazón late con fuerza mezclandose con los sentimientos que ya estaban creandome un caos en el pecho hace horas, y miles de preguntas aparecen en mi cabeza incrementando la confusión que me tiene bebiendo nuevamente un miércoles en la noche.

— ¿Qué haces por aqui? —digo, intentando sonar lo más tranquilo posible— ¿Y dónde está Suvan?

— Me ves después de años y él es lo unico que te preocupa —Hace un puchero finjiendo estar ofendida—. Que malo eres.

Sonrío de lado cerrando la puerta del auto, poniendo mi espalda sobre el frío metal. — Bien bien, ¿Cómo has estado?

— Todo muy bien —Aunque su voz parece firme la experiencia me permite percatarme de cierta duda en su voz, como si estuviera ocultando algo. Mi interés por indagar más se hace presente pero a lo lejos una voz femenina que no reconozco llama su atención.

— Hali, ya debemos volver —Volteo hacia el lugar del que proviene la voz en dónde se encuentra una chica con un vestido verde pegado al cuerpo mientras agita su mano.

— Bueno creo que debo irme —Gira para irse pero se detiene. La miro confundido y su amiga a la distancia tambien la observa—. Ten, escribe tu número —Me entrega su celular, sonriendo de forma leve lleno el corto formulario de contacto y se lo devuelvo. Antes de marcharse deja un pequeño beso sobre mi mejilla poniendose de puntillas para alcanzarme. La diferencia de altura parece se mayor ahora, han pasado años desde la última vez que estuvimos tan cerca, me sorprende que para ella la amistad que teníamos no hubiera sido afectada por nada a pesar de la distancia.

La veo marcharse, su cabello largo se mueve por el viento de la noche y el color castaño es iluminado por la luz de la luna al igual que su vestido turquesa. Subo al auto cuando desaparece de mi vista. Me detengo en un semáforo, la calle está vacía, miro la hora y la pantalla refleja que son las once treinta de la noche, una notificación de llamada perdida aparece en la pantalla, es Salome, devuelvo la llamada sin importarme la hora, su mal hábito de trabajar por la noche seguro la mantiene despierta aún.

— Al fin respondes —habla con cierta molestia, el semáforo cambia de color y sigo mi camino— ¿En donde has estado?

— ¿Qué necesitas? —respondo en un tono neutral evitando su pregunta y la escucho suspirar desde el otro lado de la llamada.

— Ve a dormir temprano dentro de 3 dias se efectúa la misión que hemos preparado hace semanas —ordena antes de colgar y el estómago se me revuelve con un mal presentimiento, aunque ignorandolo obedezco dirigiendome a mi casa para descansar o al menos intentarlo




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