¡porrista en apuros!

4

—Me extraña que quieras correr conmigo —le digo un poco agitada.

—¿Por qué?

—Eras tú el que ayer me decía que yo no debía hacer ejercicios.

—Le pregunté a mi padre, me dijo que mientras estés acostumbrada a los ejercicio desde hace mucho, no afecta demasiado, solo debes tener cuidado, al menos en los primero meses, pero seguir como porrista... eso es otra cosa, es muy arriesgado.

No le contesto.

—¿Abortaras? —cambia el tema de pronto.

No contesto otra vez, solo acelero el paso.

Seguimos corriendo en un silencio en verdad incomodo... Horrible mejor dicho.

....

No pregunten como, pero en este preciso momento estoy en el departamento de Klein con su mama preparando unas galletas.

Las vueltas de la vida que simplemente no tiene explicación.

—¿Entonces mi hijo no puede sonreír y tú debes sonreír? —dice amasando sobre el tablón que está en la mesa.

—Así es, es un poco tonto ¿No? —respondo.

Klein salió a comprar algo para tomar.

—Es divertido inventar juegos, además mi hijo sin poder sonreír.... —piensa un momento— No me lo puedo imaginar.

Ambas reímos.

—Bueno, no lo he visto sonreír en todo el día —le digo

—Ni yo, apenas lo hizo cuando llegue... así que era por eso, casi me sentí ofendida cuando me recibió al llegar.

—¿Así está bien? —le pregunto mirando la masa.

—Sí listo, ahora debes usar estos moldes para darles forma, eres una buena aprendiz.

—Gracias.

Unos minutos más tarde los estábamos colocado dentro del horno cuando Klein llego.

—¿Están listos?

—No desesperes hijo....le fascinan las galletas, son su debilidad —susurra cerca de mi oído.

Voy hasta mi bolso en el living y saco mi celular.

Llegaremos la próxima semana, te amamos —un mensaje de mama.

Y yo a ustedes —contesto.

—¿Tus padres? —Klein.

—Sí, papa está en un negocio importante así que salieron del país y mama casi siempre va con él.

—¿Te llevas bien con ellos?

—Mucho, hasta que se enteren de... —toco mi vientre.

—Son tus padres, te amaran y apoyaran igual, aunque les cueste aceptarlo —aparece la mama de Klein, la señora Eva.

—No se lo dije yo, fue papa —dice rápidamente Klein alzando las manos.

—Está bien, pero que no salga de nosotros por favor.

—No te preocupes querida —se acerca a mí— Pero no podrás ocultarlo por mucho tiempo.

—Lo sé —bajo la mirada.

Eva camina hasta los sillones y se sienta.

—No mama, ni se te ocurra —le arrebata el control de las manos.

—Uno solo hijo, no te hará daño.

—¿Qué quiere ver? —me siento a su lado.

—Se llama Viki.

—¿Los dramas coreanos? —pregunto emocionada.

—¿Los conoces? —me pregunta Klein horrorizado.

—¿Bromeas? soy adicta a ellos ¿Cuál está viendo?

Creando destino.

Antes de poner un capitulo, fuimos a ver las galletas, las sacamos para que se enfríen y luego COMERLAS.

Klein intentaba todo el tiempo prestar atención a la televisión, pero le era imposible, definitivamente no le gustan, ya conozco dos debilidades de él.

Estamos viendo ahora el segundo capítulo y a pesar de que Klein intento negarse, somos dos contra uno, además las mujeres siempre tenemos la razón.

Como a la mitad, el timbre del departamento suena.

Klein se levanta y camina hacia la puerta, fue cuando recordé lo que le dijo a Jenny en la cafetería.



#3566 en Novela romántica
#1074 en Chick lit

En el texto hay: bebe, frienzone, porristasyjugadores

Editado: 23.10.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.