Posdata...

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 Su habitación estaba localizada en la misma camára que la mía, por lo que fue fácil ubicarme. Sin mi ayuda pero con dificultad subió a su cama para acostarse, la tapé y me senté al costado.

 Me miró estudiándome por varios segundos hasta que me preguntó -¿Podrías contarme un cuento? Mami siempre lo hace antes de que me duerma- Riendo, accedí.

 No tenía idea que contarle y en su habitación ningún ejemplar había por lo que procedí a imaginar...

  Una noche obscura siglos atrás, ningún animal veía el cielo por la neblina que habitaba en los suelos. La luna caprichosa lloraba por no poder ser admirada y el viento oyendo su llanto rio celoso de que en día se le podía ver; mientras que él pasaba desapercibido por todos.

 Las estrellas admiraban la escena riendo en ocasiones por el papelón que según ellas generaban...

  -Yo quiero ser una linda y brillante estrella Ade- Interrumpió para tal declaración. Sonreí con ternura y aseguré -Tú ya eres una bella estrellita Amelie-. Ella contenta con mi declaración me pidió que prosiguiera y así hice.

  Los árboles, siempre sabios, preferían oír pero no hablar. Todos formaban parte de un lindo mundo hasta que alguien pudo sobrepasar las barreras y conectarse con la naturaleza. Una pequeña princesa quien siempre había admirado el mundo que le rodeaba logró escuchar las habladurías del joven viento...

 Todos sorprendidos por tal acción, callaron al momento, sin saber como actuar ya que jamás en la historia había sucedido un acontecimiento similar. La chica, de largos rizos dorados y tez morena, se la veía por sus ojos verdes brillantes, caminaba a través de la niebla admirando todo a su alrededor.

 Mientras seguía contando la historia podía divisar que Amelie pestañeaba ya con dificultad y sus párpados se iban cerrando lentamente. Seguí un poco más, con voz suave, hasta que se durmiera con profundidad.

 El viento, emocionado porque al fin alguien le había escuchado, susurro suavemente -¿Quién eres pequeña?-. La chica, asustada, preguntó quien era pues no lograba ver nada y otra vez, el viento respondió -Soy el viento, encargado de danzar junto a las flores, guiar a los animales, mover el agua y las nubes del cielo- Le respondió orgulloso.

 Oí un pequeño suspiro, sonido que me hizo dar cuenta que la pequeña acostada a mi lado, yacía en un insondable sueño.

 Tomé las sabanas que tapaban la mitad de su cuerpo alzándolas hasta su cuello, deposité un pequeño beso en su frente y al girarme me fue imposible no soltar un pequeño grito, aunque sabía que podía llegar a despertar a Amelie, la figura que estaba enfrente a mí no generó otra cosa más que eso.

 El chico que me salvó días atrás estaba frente a mí, imponente con su alto cuerpo, pero en su rostro se lucía una pequeña sonrisa.

 No pude interpretar a que se debía, ni tampoco hablar, solo veía sus ojos ahora de tonalidades claras. Él, recostado en el umbral de la puerta, con sus brazos cruzados exclamó -Estoy seguro que mañana Amelie te preguntará como continúa el cuento y cuando eso pase, quiero estar ahí para escuchar el final de la historia-.

 No tenía idea que estaba escuchándome, ¿hace cuánto estaba en la habitación? ¿por qué no dijo palabra alguna? Tímida, aseguré - Oh espero que así no sea, porque no tengo idea como sigue-

 -Admiro su gran imaginación señorita Adelaine- Me respondió con una sonrisa picara.

 Agradecí con un asentimiento de cabeza, esquivándolo, para salir de la casa. La pequeña yacía durmiendo, no tenía nada que hacer ahí. Pero él no esperó que hiciera eso y me siguió en silencio.

 -No se tú nombre- Le recordé saliendo de la casa, detrás de mi respondió -Soy Asher-.

- ¿Qué hacías aquí?- Pregunté caminando a mi cabaña, hablé en un tono bajo, no estaba tan alejado de mí, por lo que me escuchaba a la perfección.

-La señorita Noemi me pidió que vigilara a su hija mientras ella juntaba las frutas de los árboles- Así que por eso no estaba su mamá con ella- todo encajaba ahora, pensé -Pero tú estabas ahí, preferí escucharte narrar que interrumpir en su momento-

 Frené, dándome la vuelta y le vi de frente.

  -Te agradezco de verdad todo lo que has hecho por mí, sin siquiera conocerme-. Peinó su cabello hacía atrás, con un movimiento de cabeza me indicó que no era problema.

 Sus rasgos estaban bien definidos, al sonreír, hoyuelitos le salían en las mejillas sacando toda expresión seria de su rostro, su contextura era imponente pero por como hablaba y actuaba se notaba a leguas lo amable que era.

 Nos quedamos ahí, estudiándonos, sin decir palabra alguna. -¿Le gustaría regalarme un cuarto de esta larga noche para saber más de usted?-Me preguntó.

 Sin saber que decir, aunque con la idea clara, asentí con una emoción un poco más excedida de lo necesario. Rio contento por mi reacción y pidió mi mano para llevarme a algún lugar de esta isla. Se la di, él con extrema delicadeza la posicionó en su brazo, más con extrema delicadeza caminamos a pasos cortos.

 No me llevó por el camino, si no que atravesó el bosque. Las hojas danzaban a nuestro al rededor y el viento, como si estuviéramos en mi cuento, cantaba con emoción. La noche estaba regada por pequeños puntos en el cielo y una enorme luna como adorno.

 Le encontré viéndome asombrado al darse cuenta que me fascinaba lo que veía a mi alrededor. Reí nerviosa por su cara y seguimos caminando, no sabía a donde me lleva pues nunca había estado ahí, pero él parecía estar muy seguro de a donde quería llegar.

 En una parte del trayecto, se posicionó detrás de mí, cubriendo con sus brazos los míos, protegiéndome de las ramas de los árboles. Hasta que en un momento, me sostuvo fuerte impidiéndome avanzar, para cuando percibí lo que casi ocurría, con nerviosismo caminé varios pasos hacía atrás pegándome a su pecho.




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