Posibilidades.

Capitulo 5: Una manzana.

Era sábado y Felicia ya se encontraba en el colegio recibiendo a los  niños en la entrada, cuyos padres en su mayoría se apresuraban a despedirse.

Richard llegó con prisa al colegio como casi todas las mañanas. Ayudó a Jenny a salir y entregar sus cosas a la señor Miltown.

—Adiós cielo. Pórtate bien.

—Adiós papá — le dijo al darle un abrazo y un beso.

—Le esperamos puntual a las tres señor Jones —Agregó la señora Miltown en un tono notoriamente sarcástico.

—Por supuesto, aqui estaré.

La mañana transcurrió tranquilamente. Los niños hacían sus tareas del día anterior y repasaban las lecciones de lectura aunque estás solo fueran de repetir sílabas:

"Na- ne- ni -no -nu"

" Nariz "

"Nuez"

"Nene"

"Niña"

"Niño"

Llegó la hora del almuerzo y los chiquillos lo degustaron a toda prisa .

Otros corrían en el patio al terminar o se balanceaban en los columpios coloridos del jardín.

Luego de la siesta y la hora de manualidades  comenzaron a llegar los padres en busca de sus hijos y casi como todos los días el señor Jones no apareció a la hora.

"Seguro se retrasó con algo o el tráfico" pensó Felicia. Pero dada la impaciencia de la señora Miltown, que era su compañera constante en estas situaciones decidió irse y  llevarse consigo a Jenny quien se entusiasmó cuando Felicia le dijo que tendrían que ir al parque pues tenía una clase de pintura que dar.

Telefoneó al señor Jones para avisarle de su paradero, pues quería evitarle un buen susto como el que se llevó hace un par de dias.

—Bueno Jenny, tu papá no contesto pero le he dejado un mensaje y un texto.

—Bien vamos, vamos.

Con la energía propia de su edad siguió a Felicia y parloteaba sin cesar.

Pasaron a casa y mientras Jenny tomaba una merienda. Felicia tomó sus cosas y se cambió de ropa.

El parque era un tranquilo espacio de inspiración para los jóvenes del grupo que dirigía Felicia.

El arte en general era algo deleitable para ella y lo valoraba aunque se tratara de un grupo de trazos coloridos, pero que transmitían la profundidad del alma el artista.

Los chicos habían escogido algunos puntos del parque para inspirarse sobre el lienzo.

Otros tomaban los frondosos árboles de fondo contrastando con la ciudad tras de éstos para marcar la belleza de algo tan sutil como las hojas siendo llevadas por el viento y que pasaban desapercibidas entre los transeúntes.

Se acercaba a ellos para felicitarles por su adelantamiento y para ayudarles a pulir su propia técnica.

Les enfatizaba que cada pincelada no solo era para repetir la belleza que tenían a su al rededor no solo se trataba de realizar un copia exacta si no poner la escencia de aquello que los rodeaba. Plasmar en el lienzo como sentían y veían aquel objeto de su inspiración.

—Incluso si solo se tratara de una manzana sobre una mesa o que va, sobre una de las bancas de éste parque. ¿Cómo lo harían?

Es cierto que Felicia no era una artista profesional que podría exponer su arte en una galería prestigiosa o que recibiría un premio por su gloriosa creación y mucho menos ganar miles en su enseñanza. Era más algo que hacía por vocación. Le gustaba enseñar, le gustaban los niños, la pintura, la fotografía y las muchas manualidades existentes.

Quizás por eso le ponía esa pasión a lo que hacía. Por que era una vocación que se pulió con técnicas gracias a clases especializadas de pintura y  fotografía.

Además por supuesto, sus clases de pedagogía en la universidad ayudaron muchísimo.

—Y ¿Que color es la manzana? — Preguntó uno de los muchachos.

—Imaginemos- respondió —. Imaginen esa manzana. ¿En que se enfocarán para plasmarlo atravez del pincel?

—En la manzana — respondió uno —. El color de ésta. Acentuaría su color y brillo sobre los demás objetos.

—Su textura — agregó otro —. Para que ésta parezca más real, casi palpable.

—Yo me enfocaría en la luz, iluminando sus alrededores para dar la apariencia de algo magistral aunque solo sea una manzana. — Rió el chico.

—Yo haría énfasis en los alrededores. En la banca. Como ese objeto inanimado puede decir tanto sobre el tiempo que ha pasado aquí y como ha sido testigo de las estaciones y sucesos al rededor.

—Yo el fondo. Resaltaría el resto del parque dejando la manzana en el más pequeño detalle del lienzo.

—Yo en el cielo y la luminosidad sobre el objeto.

—Excelente chicos. ¿Lo ven? Una simple manzana en la banca de un parque nos puede hacer verla de tantas maneras. Ese sentimiento, ese momento preciso.

En mi caso, dibujaría la manzana algo comida por los laterales. — Rió animadamente —. Bueno continuemos. Y tú ¿Que haces Jenny? — Acercándose a ella.




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