Tres golpes de nudillos contra la puerta sonaron en el apartamento.
—¡¿Jenn, puedes abrir?! Debe ser Felicia... Eh, la señorita Williams.
Cierto, Jenny no sabía la nueva confianza que había entre ellos.
—Hola señorita Williams. Buenos días. — Saludó sonriente.
—Hola Jenny buenos días. Pero que bonita vas.
—¿Le gustan? — Se tocaba la diadema con pequeñas orejas negras de oso.
—Si muy bonitas. De no saber que eras tú te hubiera confundido con un cachorro de oso panda. — Ambas sonrieron.
—Entre. — Le apuró tomando su mano para dirigirla al sofá.
—Gracias. Vaya vamos iguales. — Y señaló los minúsculos converse blanco y negro comparándolos con los suyos.
—Es mi disfraz de osita panda. — Sonreía modelando su atuendo.
—Espero estar bien disfrazada — agregó mirándose así misma.
Jenny la inspeccionó con la mirada.
—M... Creo que si. No está mal.
Se dirigió con prisa hacia la mesa para terminar sus cereales al escuchar que su padre le apremiaba.
—Jenn, ¿Ya terminaste? Lávate los dientes.
—¡No ! ¡Aún no!
—Pero ¿Aún no has terminado? — Dijo algo molesto en la entrada del pasillo.
—Buenos días Richard. Si quieren puedo esperar en mi apartamento.
—Buenos días Felicia. No, no descuida ya estaremos listos.
Ni siquiera se había percatado que la tenía al lado por estar pendiente de Jenny.
—Discúlpame Felicia — dijo al recordar que no traía puesto nada más que un olgado pantalón de pijama que caía sobre sus caderas. Dejando al descubierto un torso esculpido.
Felicia dirigió la mirada en seguida hacia otro lugar y se encaminó a la mesa sin evitar sonrojarse. Pero pudiendo ocultarlo tras la cabellera castaña oscuro que traía suelto este día.
—¿Que te hace falta? Les ayudo. — Colocó el bolso en el sofá.
—Bueno solo me termino de vestir y ver que Jenny este completa y... Dios los platos ¿Jenny pero que hiciste en la cocina?
—Pero papá si tú dijiste que harías los omelette.
—Ah sí, sí. Ya vendré a limpiar. Eh, hay café listo, sirve te con tranquilidad ya vuelvo.
—¿No has desayunado?
—No ya comeré después...
Pero ya hiba de regreso a la habitación recogiendo algunas prendas de él y Jenny que habían sacado decidiendo que ponerse.
Pues las salidas con niños siempre era así. Ponías una hora para salir pero en raras ocasiones lograbas salir a tiempo.
—Bueno linda. Parece que tu papá está muy atareado. Tú termina tus cereales yo... Creo que voy a lavar los platos.
—Mjm.
Y manos a la tarea Felicia se puso un delantal demasiado femenino que encontró por ahí como para ser de Richard.
—Es de la señora Lucia. Ella nos ayuda a limpiar pero hoy no viene - explicó Jenny.
Sin agregar más Felicia puso café fresco en la cafeter, despejó la estufa guardando un par de sobras en algunos recipientes y se deshizo de la pila de platos y utensilios de cocina. Incluso los cojines de los sofás estaban en su lugar.
Ahora Felicia y Jenny miraban la televisión distraídamente.
—Tu papá se ha tardado muchísimo para ser un hombre ¿Que estará haciendo?
—Yo creo que bañándose o hablando por teléfono del trabajo.
Richard, que había pasado demasiado tiempo en el cuarto de baño, se aseguraba de quedar bien afeitado, peinado y perfumado.
Cambió el peinado unas tres veces y al final se decidió por no ponerse gel si no dejarlo al natural.
No encontraba los jeans que quería ponerse, se le había ido el tiempo ayudando a Jenny a bañarse y vestirse.
Por fin los encontró en el fondo del cajón inferior del mueble de la ropa.
—Bien ahora la camisa.
"¿La camisa blanca, la gris o la de rayas blanco y azul?"
Richard tendía a coleccionar camisas de colores sólidos, nada de tonos pasteles o de aquellos que hicieran dudar a cualquiera de su masculinidad. Así que el gris, negro, azul, café y algunos tonos de verde y no más de las necesarias prendas blancas llenaban el armario. Además de sus trajes de oficina, corbatas elegantes con diseño sutil en la tela y tonos satinados.
Tomó la camisa gris claro y un suéter ligero color siena.
—Bueno ¿Que falta? — Miró a su al rededor. En su muñeca faltaba el reloj.
Un Calgary con borde plateado y correas crema con negro reposaba en la cómoda junto a los elegantes Plaget para días de trabajo.
Unas gafas de sol, el bolso de cuero y los cómodos borcegos de cuero marrón terminaron el conjunto urbano.
Se dió un último vistazo en el espejo procurando dar una buena impresión a Felicia después que le hubiera encontrado en pijama.
El cabello ya estaba completamente seco así que solo lo acomodo un poco con los dedos y ya podía hacerse pasar por uno de esos tipos de los anuncios comerciales.