Posibilidades.

Capitulo 11: La cita.

El reloj de pared indicaba que aún faltaban cinco minutos para la hora acordada así que terminó tranquila el sorbo de coca cola fría que decidió tomar antes de comenzar con la velada. 

Buscaba sus zapatos de tacón alto de cuero beige pero no estaban en el armario. Fue a ver a la otra habitación recordando que había pasado algunas cosas a este cuarto. En ese momento tocaron a la puerta y fue a abrir corriendo descalza.

—Pasa, pasa. Ya estoy lista solo me faltan los zapatos pero no los encuentro — informó caminando de nuevo hacia el pasillo sin reparar en él.

Richard observó sus pies descalzos que andaban de puntillas y le pareció gracioso verla así. Sin embargo, no pudo evitar notar la falda blanca entallada que se había puesto y que desde su perspectiva ésta le favorecía demasiado a su esbelta figura.

Sin querer poner más atención a aquella prenda se sentó en el sofá para esperar los famosos "cinco minutos" de las mujeres. Pero ella volvió antes de que se acomodara siquiera.

Regresó caminado elegantemente cruzando más las piernas gracias a que la falda era más estrecha de lo que ella vestía y él hubiera visto.

—Listo. Solo dime una cosa. ¿Qué tal me veo? ¿Esta bien lo que me puse? — Preguntó con sus manos en la cintura y apoyando el peso de su cuerpo en una de sus piernas, marcando una línea desde su cadera hasta la punta del zapato.

Richard se sintió nervioso ante la cuestión. Era una de esas preguntas peligrosas que te hace tu pareja y parece ser que aquí ya había tal confianza como para preguntar aquello. Sin querer parecer que dudará se apresuró a decir:

—Bueno, déjame verte — Ella se giró divertida.

Richard trató de no concretarse en la parte inferior del atuendo.

Bellísima. No había palabras para describir lo hermosa que se veía dentro de aquel conjunto que equilibraba las líneas de su silueta grácil y frágil. La blusa con mangas largas que se cerraban en ajustados puños en sus muñecas le daban elegancia aunque éstas no fueran ajustadas a sus brazos igual que el resto de la prenda, caía delicadamente a su alrededor cerrándose en un cuello redondo con un enorme y ligero lazo que caía en su pecho.

La achifonada blusa color melocotón se unía por la estrecha cintura dentro de la falda que llegaba justo debajo de las rodillas.

Deteniéndose ahí antes de continuar con su descripción mental, Richard volvió a su rostro que era acariciado en las mejias por su cabello suelto que está vez había ondulado ligeramente encogiéndolo un par de pulgadas arriba de su cintura.

Encontrandola perfecta junto a su piel rosa llamó su atención el toque melocotón suave en sus labios que ahora intensificaban lo ya voluptuosos que eran.

Dado que Felicia no era aficionada al maquillaje aquel detalle le gustó a Richard. Por fin respondió:

—Perfecta. — Tomó su mano para besar sus nudillos. Aquello fue más que suficiente para ella.

—¿Y yo? — Preguntó él extendiendo los brazos.

—Mmm... Déjame verte. — Le imitó ella.

Richard giró sonriendole.

—¿Y bien?

Era imposible no ver a aquel hombre apuesto que tenía al frente. Sin poder evitarlo sus mejillas se tiñeron de rosa al admitir para si misma que aquel pantalón gris oscuro le quedaba "perfecto" como él había dicho.

Un saco que era dos tonos más claro que el pantalón, abierto por el frente con doble solapa en los lados le acompañaban ajustandose sobre sus anchos hombros y sin mencionar su amplia espalda envuelta en la elegante prenda. Su camisa a botones celeste y sus zapatos casuales le daban elegancia y estilo que solo él sabía llevar.

Algo en su sonrisa y en la forma de mirarla le hacían ver aún más conquistador de lo que se ponía.

—¿No te gusta? — preguntó inocente sonriendo con picardía al darse cuenta que ella le veía ahora diferente.

Se quedó sin palabras un momento sin de mirarle. El minuto pasó eterno y él comenzó a asustarse por su reacción.

—¿Estás bien? — Preguntó angustiado. Ella asintió y parpadeo de prisa recobrando el sentido. Él la aferró por la cintura y con una de sus manos sostuvo su rostro enfocándose en sus ojos —. Estás mareada cierto. — Ella negó con la cabeza —. Felicia respira por favor o cenaremos en el hospital.

Respiró de manera profunda y lenta bajando la mirada y se sostuvo en él.

—No deberías hacerme esas preguntas Richard. — Le regaño frunciendo los labios y estrechando el espacio entre sus cejas.

—Ahora dirás qué ¿Es mi culpa? — Preguntó fingiendo indignación.

Ella intento reprimir una sonrisa por el tono de su voz.

—Sabes. Quien estaría en el suelo inconciente en este momento sería yo y no tú con lo guapa que estás. — Sonrió tomando su mano.

Felicia se acercó a sus labios para entregarle un beso. Richard aprovechando aquel movimiento de su parte, le aferró por la cintura para alargar el beso. Y ella con gusto le siguió, pasado sus manos por su pecho hasta enredar los dedos en su cabello. Su sabor y añadiendo a ello el aroma de su perfume eran detalles que Felicia no podía resistir.




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