Hellen había solicitado al mesero que le proporcionará una silla, dando por sentado que era bienvenida en aquella mesa aunque fuese evidente que se trataba una cena para dos.
Se sentaba de lado cruzando las piernas en dirección a Richard dando casi por completo la espalda a su acompañante. Y parecía que a él le estaba costando un poco mantener la vista en los rostros de ambas mujeres para involucrarlas en una charla informal, pues el escote pronunciado en la chaqueta blanca de la rubia no ayudaba.
Hecho que puso más incómoda a Felicia, que en un principio al verla envidió su voluptuosas curvas que parecían solo aumentar el ego de aquella mujer. Y más aún al notar las miradas de algunos al pasar incluyendo lamentablemente a Richard. Pero ahora solo la hacían sentirse más molesta a cada minuto.
De pronto la conversación giró en torno a asuntos legales, el progreso de ambos, asuntos de oficina y el desarrollo de algunos casos en los que ambos al parecer estaban trabajado.
Hellen Parks, una abogada que había formado su propia firma con la colaboración de otros dos colegas y pretendía convencer a Richard a que se le uniera pero al parecer la relación laboral terminó abruptamente igual que un tipo de cercanía que estos habían mantenido un tiempo atrás.
Éste último detalle no había sido mencionado por ninguno de los dos en voz alta pero la forma en que ella se la había acercado y el excesivo contacto físico que insistía en mantener, y que Richard no rechazaba si no que más bien parecía alentar; confirmaba sus sospechas.
Provocó en Felicia un enfado tal que se atrevió a pedir un " whisky doble en las rocas".
—Creí que no bebias — dijo Richard admirado por su cambio de humor.
—Solo aveces. Cuando necesito bajar los nervios de golpe — respondió antes de beber el whisky.
Aquel comportamiento contra él mismo y Hellen le pareció extraño por parte de Felicia.
A estas alturas de la ex perfecta velada ambos ignoraban a la joven maestra de parvularia. Y ésta a su vez también los ignoraba. Tamborileaba los dedos sobre la mesa y moviéndose incómoda en la silla.
Felicia se levantó sin explicación alguna y se dirigió a un mesero para consultar donde se encontraba el tocador de damas. Richard al verla levantarse quiso ir tras ella pero Hellen se lo impidió acercándolo por el brazo.
—Déjala. Seguro fue a pedir otro trago.— Y bebió de su champaña—. Para ser una chica que cuida niños sabe beber ¿No crees?— Rió por su comentario lleno de sarcasmo.
Al ver que ella no regresaba a la mesa decidió ir a buscarla. Se excuso con Hellen y se levantó.
Llegó hasta el pasillo que dirigía a los servicios dividiéndose a otros dos pasillos mas estrechos y separados. Cada uno conducía al de damas y al de caballeros respectivamente.
Entró en el pasillo señalizado como "DAMAS" vigilando que no le vieran para no crear un mal entendido. Caminó sigilosamente hasta donde el pasillo se doblaba hacia la derecha y escucho su voz.
—¿Y tu llave?
"Con quién hablas?".
—No ya no la dejo ahí. Y sabes... — Escuchó a la voz del otro lado de la línea—. Sí, si.
"Habla por teléfono. ¿Con quién?". Richard permanecía atento a cada palabra.
—Pero ahorita no puedo. Estoy... Bueno estaba en una cita. — De nuevo escuchó—. Eso no importa. Luego te cuento.
Richard siguió escuchando pero su expresión cambio al escuchar el resto.
—¡¿Y ya estás ahí?! ¡Christopher debiste decirme temprano!
"¿Un hombre en casa de Felicia? ¿Pero quién era ese ? Y ¿Por que estaba ahí?"
La confusión y enfado invadió el rostro de Richard. No comprendía la situación a totalidad pero lo que escuchó era más que suficiente. Un hombre en casa de ella y que además ¡¿Tenía llave?! Pero si él hasta ésa misma semana le había dado una copia por si volvía tan tarde que ya estuvieran dormidas y quisiera recoger a Jenny. Debian aclarar aquello.
—Buenas noches caballero.
Saludó alguien tras Richard. Felicia escuchó.
—Te llamo cuando esté ahí. Adiós— dijo colgando la llamada.
—Buenas noches señorita. — Richard retrocedió fingiendo que se había equivocado de pasillo.
Pero cuando Felicia le vió, caminó hacia la salida tras él.
—¿Está todo bien?
—Si. Debo irme.
—¿Como? ¿Por qué? ¿Estas bien? — Quizo alcanzarla pero ella se apresuró a la salida.
—Ya escuchaste lo que dije por teléfono Richard. No digas que no me espiabas.
—Entonces es cierto. Hay un hombre esperando afuera de tu puerta ¿Verdad?
—Tú lo has dicho.— Le cortó molesta.
Para ése momento ya estaban afuera y el valet parking preguntó amablemente si deseaba que trajera el coche.
—Si. No. Felicia debo ir a pagar espérame aquí. Ya vuelvo.