Posibilidades.

Capitulo 15: La propuesta.

Diciembre.

 

Los días eran fríos y aveces costaba hacer que Jenny se dejará el gorro y los guantes puestos. La bufanda o el suéter mientras jugaba afuera.

Una mañana Felicia la notó demasiado tranquila en el colegio. No quería jugar y se quedó dormida en clase. Al tocar su frente no parecía tener fiebre pero la llevó a la enfermería. Le tomaron la temperatura, tenía 37,5° F. No había que alarmarse por ello, pero seguramente le daría un resfriado.

Para la hora de la cena no tenía apetito pero Felicia logró hacer que comiera un poco y bebiera al menos la mitad de su leche. Ésta vez cenaron en el apartamento de Richard.

Mientras ellos terminaban de limpiar la cocina y conversaban escucharon a Jenny que les llamaba.

—Iré yo— dijo él.

Ella sirvió dos tazas de té y las dejó en la mesa esperando a Richard en el sofá.

—Lissi ven — le apresuró él asomándose por el pasillo.

Se dirigieron a la habitación de Jenny. Estaba sudando y sus mejias rojas. Al palpar su frente la notaron caliente. Tenía fiebre alta.

—Hay que llevarla al médico — urgió ella.

Tomaron un bolso y metieron un par de prendas, cada uno tomó su abrigo y salieron con ella en brazos envuelta en su frasada.

Les atendieron de inmediato. Angustiados preguntaban que es lo que tenía. Luego de examinarla y hacer que la fiebre bajara, el médico dijo que era una infección en la garganta. Les dejó medicamentos e instrucciones de abrigarla bien.

Pudieron llevarla a casa pero volvieron casi a media noche.

Richard la dejó en su cama. Felicia insistió en dormir con ella para estar pendiente, cosa que Richard no le negó.

Dejaron encendido el intercomunicador en la habitación y ella se llevó el de ellos a la sala mientras tomaban el té.

Ambos permanecian sumidos en sus pensamientos. Pensamientos un tanto serios en el caso de Felicia.

—Richard yo... — habló rompiendo el silencio después de un rato—. He estado pensando en algo y...— Comenzó a mover sus dedos nerviosos al rededor de la taza que tenía en sus manos así que la puso en la mesa.

—Parece que es serio— observó al notar su nerviosismo.

— Si, es solo que... — Pero una vocecita le interrumpió llamándola.

Fue a la habitación y se quedó hasta que Jenny volvió a dormirse. Que fue poco tiempo.

—Creo que tendrás que mudarte antes de lo planeado — dijo con una  sonrisa al verla regresar—. Ven aquí.— La invitó a sentarse y ella se acomodó en su pecho.

—Tengo sueño — murmuró contra su camisa.

—Y deberías dormir. Solo tú irás mañana a trabajar. Quédate en mi cama y yo dormiré con Jenny. Para que descanses.

—Mejor me quedo aquí — dijo estrechandolo aún más.

—Me encantaría — respondió besando su cabello.

Y así se quedaron unos minutos. El ritmo del corazón de Richard ayudó a Felicia a bajar sus repentinos nervios por lo ansiosa que se sentía al soltar aquella idea que tenía rondando en suente desde hace unas semanas. Pero quizás debía esperar un mejor momento.

—¿Que es lo que querías decir? — preguntó mientras le acariciaba el cabello sobre su espalda.

—No es nada. Te lo diré otro día.

—Parecía importante. Dime por favor o no te dejaré dormir.

Ella sonrió.

—He estado pensando en algo. En nosotros.

—Las cosas están bien Felicia. Y las posibilidades ya las tenemos comprobadas.

—Me refiero a nuevas posibilidades.— Richard se quedó en silencio—. ¿Y si las posibilidades se extendieran a largo plazo?

Felicia esperó su reacción pero él no respondió. Incluso había dejado de pasar sus dedos por su espalda.

—¿Te has dormido? — preguntó ya que ella seguía escondida bajo su barbilla.

—No. No, continua por favor.

—Bueno — respiró hondo—. Richard déjame ser la madre de tu hija. — Soltó sin más. Él seguía inmóvil así que ella se separó para verle el rostro sin dejar de sujetar sus manos—. ¿Has escuchando lo que he dicho?

—Si... Si. — Pero aunque era afirmativa reflejaba duda, preocupación, confusión. Todo menos la seguridad y convicción que ella necesitaba en esos momentos.

—¿No estás de acuerdo?— pregunto con tristeza.

—Lissi yo...

—Richard la amo... Amo a tu hija como si fuera mía. Y te amo. Y ya no quiero más estar lejos de ti o de ella en ningún momento. Quiero tenerla en mis brazos cada noche y despertarla en las mañanas y no solo cuando tenga pesadillas. Quiero hacerlo cada día. Quiero estar contigo, no tener que despedirnos cada noche para dormir por separado. Quiero despertar a tu lado cada día y amarte. Por favor. Cásate conmigo.

Richard estaba atónito, definitivamente no se esperaba aquello y menos esa noche.




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