Una semana.
Es lo que Richard había prometido. El tiempo se estaba terminando y no parecía haber una señal favorable. Felicia trató de seguir siendo amable con él en lo que se podía pero la convivencia bajo el mismo techo se había vuelto insoportable para ella.
Legado el sábado, el octavo día, quizo darle una sorpresa, ya que aún seguían bajo la tregua. Salió temprano del colegio y decidió pasarse por su oficina para invitarlo a almorzar. Le pareció buena idea que volvieran a salir los tres a comer.
—Hola Samantha.
—Señorita Williams. Jenny que gusto verte — saludó sonriente mientras volvía con unas carpetas en su mano —. Dime, ¿En que puedo ayudarte?
—¿Está Richard?
—Sí. Ya ha colgado la llamada. Puedes pasar.
—Gracias ¿Puede Jenny quedarse contigo un mom————Claro. No hay problema.
—Gracias. Ya vuelvo cariño. Iré a darle la sorpresa a tu papá.
Caminó por el pasillo y después de dos puertas se acercó para abrir.
—Señor Jones… — habló fingiendo ser Samantha.
Pero se quedó congelada con la imagen que tenía ante sus ojos.
Richard estaba inclinado frente a su escritorio deteniéndose con una mano y con la otra sujetandola por la cintura para acercarla más si es que era posible puesto que la distancia entre su cuerpo y el pecho de ella ya se encontraban suficientemente apretujados por el abrazo. Hellen disfrutaba del beso pasional que compartían mientras sus brazos rodeaban el cuello de Richard al igual que sus piernas a su cintura dejando expuestos los muslos de piel nivea.
La interrupción causada por Felicia les hizo separarse de forma repentina. Por una fracción de segundo pudo contemplar el rostro de ella atónito ante la tremenda situación. Cerró la puerta estruendosamente y echó a correr hacia el escritorio de Samantha.
—Jenny ven aquí. Nos vamos — dijo levantandola en brazos y siguió su camino a toda prisa.
—¿Y papá?
—Papá está ocupado en una reunión.
—¿Donde vamos?
—A casa de tía Alice. Papá llegara allá.
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Media hora antes.
—Hola Rich.
—Hellen, ¿Que hay?
—Vengo por los papeles que te pedí del caso Peterson. Michael lleva fastidiandome toda la semana con ellos.
—Ah sí, los encontramos ayer.
Se levantó a buscarlos en el archivo. Y ella se reclinó sobre el escritorio.
—¿Qué tal te ha ido?
—Eh... Bien....
—Entonces ¿Se resolvió todo con...?
—Algo así.
—Siguió insistiendo con la custodia ¿Verdad?
—Sí. Pero no es eso. Eso sé que se puede resolver.
—¿Y qué ocurrió?
Richard se detuvo de buscar y meditativo se sentó de nuevo en su silla tras el escritorio.
—Es solo que. Me he estado preguntando algo estos días. ¿Que habría pasado si...? ¿Cómo hubiera sido todo con Jennifer si no...?
—¿Si ella no se hubiera ido?
—Sí. ¿Qué crees que hubiera pasado con nosotros?
—Sinceramente creo que estarían igual. Si no hubiera pasado en ese momento habría ocurrido después. De no ser Thomas habría sido otro. Incluso puede que en estos momentos estarías divorciándote.
—¿Tu crees?
—Claro. Ya sabes que no soy muy sentimental para esas cosas pero, una mujer que deja atrás a su hija y su pareja por salir huyendo con su amante no me parece una persona de fiar. Aún si ella hubiese regresado en ese entonces es probable que lo volviera a hacer.
Richard pensaba en sus palabras.
—¿Por qué ? ¿Te ha dicho que quiere volver contigo?
—Sí. Estos últimos dos meses los ha invertido en marearme con esa idea.
—Es persistente.
—Lo es...
—¿Qué piensas hacer?
—No lo sé. Le doy vueltas a esto y no lo he decidido aún. Oye creo que le di a Samantha esos papeles para que sacará unas copias.
—Bien yo se los pido.
Estaba por abrir la puerta cuando ella volvió a hablar.
—Y ¿Qué pasará con la chica? — Hellen tenía en sus manos la foto que había enmarcado. Era la que se tomó con Jenny y Felicia el día de su visita al zoológico.
—Eso es lo peor Hellen — dijo con un suspiro. Se sentó en el otro sofá individual. Hellen se había acomodado sentándose en el escritorio con las piernas cruzadas apoyándolas en el otro sofá. De manera que pudo ver con detenimiento sus torneadas piernas de cerca, recordando que había tenido el placer de tenerlas.
Se obligó a alzar la vista para no distraerse.
—¿Crees que ella no dejara que tu hija vea a su madre?
—No. Al contrario es... Demasiado comprensiva con eso... Pero... No puedo hacerle esto.
—Richard te has vuelto demasiado sentimental — se burló.
—Lo sé ....
—¿Van a casarse no?
—Sí. La boda sería dentro de un mes.
—Y no sabes a quién escoger ¿Cierto?
—Dime que piensas de esto.
Ella suspiró dramáticamente.
—Para mí esto está así. Si escoges quedarte con tu ex mujer estarás satisfecho por reunir a la familia y darle a tu hija la oportunidad de crecer con su madre. Pero tú por supuesto la pasarás amargado pues entiendo que ya no sientes nada por ella. Y tendrías que romperle el corazón a tu chica de guardería.
Pero.
Si escoges a tu chica comprensiva. Serás feliz como al final de los cuentos, tu hija tendrá dos madres solo que una vivirá con ella y la otra solo le visitará de vez en cuando. Aunque pasarás con el remordimiento de haberle arrebatado a su hija y su mayor derecho de madre. Preguntándote como habría sido si hubieran regresado.
—Me has dejado en las mismas.
—Entonces quédate con el jardín de niños.
Se levantó más frustrado y ella retrocedió sobre su asiento para darle espacio.
—No sé por que te cuento esto a ti.
—Yo tampoco pero... Lo que si sé es que tú necesitas quitarte ese estrés de encima — habló en tono seductor halando de su corbata.
Richard parecía no darse cuenta de sus movimientos hasta que sintió sus manos buscando abrir el cuello de su camisa.
—Hellen para ya.
—Vamos Rich... No me digas que no te acuerdas.
—Por supuesto que lo recuerdo pero eso ya pasó.
—Estoy de acuerdo. — Sus manos seguía trabajando hasta que le quitó la corbata y le abrió la camisa—. Eso ya pasó. Pero no nos haría daño jugar un poco ¿No crees?