—¡No estas escuchándome!—grita desesperada.
La atrapo sosteniéndola de los hombros, necesito que se calme y piense bien las cosas.
—No podemos matar a los bebés—sentencio despacio y claro.
No sé que se le metió a la cabeza anoche, regreso hecha un caos del castillo, ni siquiera sabía que había ido a ver a los reyes, a advertirles según ella.
—Dimitri, no podemos dejar que nazcan, ellos… no son buenos. Los he visto, van a destruirnos, ¡van a matarnos!
Los llantos de nuestra bebé resuenan por la casa, los gritos de mi mujer la despertaron. Intento ir hacía ella, Agatha sostiene mi mano impidiéndomelo.
—Si ellos viven, Ethan morirá—sentencia, me tenso de inmediato.
Quito su mano de la mía con un movimiento brusco, mi confusión se transforma en ira y enojo.
¿Cómo se atreve a decir algo así?
—No sigas—le advierto.
—Es cierto, lo he visto. Si ellos viven, él morirá. Tienes que detenerlos.
No.
No.
No.
No puedo hacerlo, no puedo matar a unos inocentes bebés. Es cierto que ella es la profeta y ha visto cosas que nosotros no podemos comprender, ¿pero matar a unos niños por algo que quisa no ocurra?
Estoy arriesgado demasiado si hago esto, no solo me afectaría a mí, le afecta a toda mi familia, a mis hijos.
—Sé que me he equivocado antes, pero no ahora.
—¿Cómo estás tan segura?
—Él me lo enseño, me mostró nuestro futuro.
Él.
El maldito árbol.
—Agatha…
—Él nunca se ha equivocado, ¿lo olvidas?
Me mira esperando que recuerde el momento en que advirtió que el nacimiento de mi hija sería complicado, que podría no sobrevivir. Sin embargo, mi fuerte y valiente bebé nació luchando a este mundo, y aún está aquí con nosotros.
Suspiro, mis pensamientos están por todas partes, sé que cometer esta locura sería poner una soga en mi cuello, pero si hay una manera de evitar que mi hijo muera lo haré. Haría todo por ellos, son mi única razón de existir.
—Esta bien—termino de decir.—Será como tu digas.
El crujido de la puerta se escucha, dirijo mi vista para verlo con su pijama arrugada, su cabello despeinado, bostezando mientras frota sus ojos.
—¿Papá?—mi hijo dice con voz ronca.
Me acerco a él poniendo en pausa la conversación, me inclino a su altura.
—¿Te despertamos?
Niega con la cabeza.
—Chloe esta llorando.
Agatha pasa a nuestro lado para ir a arrullar a nuestra bebé.
—¿Está bien?
—Si, todo esta bien—fuerzo una sonrisa para tranquilizarlo.
Sus ojos me miran brillosos, bosteza de nuevo cansado.
—Regresa a la cama.
—¿Vienes conmigo?
Asiento levantándome del suelo, lo guio hasta su cama, tiene los ojos casi cerrados por completo, sostengo su mano para guiarlo, temo que termine golpeándose contra la pared o tropezando con alguno de sus juguetes.
Se recuesta en su cama, lo arropó como lo hago todas las noches, espero a que se duerma de nuevo, lo detallo con detenimiento por unos minutos, se parece tanto a mí cuando tenía su edad, aunque tiene los ojos de su madre, aquella que nos abandono hace años.
Miro a mi pequeño con tanto amor, amo a mi hijos más que nada en este mundo, me duele siquiera pensar que algo malo les puede pasar, suficiente fue para mi pequeño crecer sin su madre. La idea de que él muera es algo que no puedo concebir, me comprime el corazón solo pensarlo.
Tengo que hacer esto, por él, por mi pequeño Ethan.
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Editado: 08.09.2023