Post Mortem

Capítulo 9: Infierno

Kate.

—Buenos días bella durmiente —escucho el murmuro de la voz de Molly a mi lado.

—¿Cómo? —pregunto confundida, mi amiga me enarca las cejas extrañada por mi respuesta.—Lo sé, mi alarma me…traicionó…—las palabras salen de mi boca sin intención.

Toco mis labios con una sensación extraña recorrerme el pecho, ¿cómo puedo decir algo sin ser conciente de ello?

El maestro toma la tiza del pizarrón anotando el nombre de la clase de hoy, susurros se escuchan por todo el salón, un escalofrió corre por mi espalda al escuchar las voces distorsionadas. Esto está mal. Esto no es real. Estoy de vuelta en un sueño.

Levanto la mirada encontrando la de un hombre al otro lado del salón. Su rostro luce borroso, parpadeo segura que mi visión me está traicionando, pero su cara sigue sin formar un rostro concreto. No aparta la mirada de mí lo cual me desconcierta. De pronto, todo se queda en silencio, todas las miradas se voltean hacía mí, miro sombre mi hombro a Molly, sus ojos son oscuros, tenebrosos, esa no es mi amiga.

El hombre llama mi atención, saliendo del salón, sin dudarlo salgo detrás de él, las paredes del pasillo aparecen y desaparecen en segundos, como si hubiera un tipo de corto en el lugar. Miro al hombre al otro lado del pasillo esperándome, avanzo un paso, todo mi alrededor se apaga dejándome en la oscuridad absoluta, mis pies empiezan a temblar, mis brazos apretados a mi cuerpo tiemblan sin poder controlarlas. ¿Qué rayos está pasándome? ¿En dónde estoy?

El silencio se apodera de todo, lo único que soy capaz de oír es mi propia respiración agitada, unos gritos de lamento se sobresaltan en mi lugar, el cabello de mi cuerpo se eriza al instante presintiendo el peligro. Rodeo mis brazos alrededor de mi abrazándome, creyendo que eso me protegerá de lo que sea que está aquí conmigo.

Debato entre avanzar al vació o quedarme en donde estoy, los lamentos se hacen más fuertes obligándome a retroceder, sin poder evitarlo me estrello contra algo, el aire abandona mis pulmones, el impulso de voltear a ver qué hay detrás de mí me vence, mi boca se abre por completo en un grito, pero se queda atorado en mi garganta.

Una mujer vestida de azul me mira con la mirada caída, su vestido esta sucio y desgastado, sus pies están descalzos con las uñas cortadas y llenas de ampollas con sangre, la palidez de su piel luce enfermiza, sus labios están oscuros, bolsas negras resaltan debajo de sus ojos, el color cenizo de su cabello me recuerda a los cuerpos que descansaban encima de mí el día que Amber me dio por muerta en Condor.

La mujer trata de hablar, pero solo logra murmurar cosas ininteligibles, retrocedo asustada, el alma en pena se acerca a mi extendiendo sus manos, me alejo fuera de su agarre, no sé qué es lo que quiere de mí. Estoy tan concentrada en alejarme de ella que no me doy cuenta que hay alguien más detrás de mí, volteo a ver con temor al hombre, quien al igual que ella, murmura cosas que solo logra sonar como lamento. Intenta atraparme, me muevo lejos de él antes de que pueda hacerlo.

Sin darme cuenta, cuerpos comienzan a aparecer a mi alrededor, lo único que soy capaz de oír son sus llantos combinados con sus lamentos. Busco alguna salida de este lugar, pero ellos me hacen imposible ver algo más allá de sus cuerpos acercándose a mí, sus brazos logran alcanzarme tomándome con fuerza, suplicándome con la mirada llena de dolor que los ayudes, sus uñas cortan mi piel mientras luchan por aferrarse a mí.

Se aprietan contra mi cuerpo sofocándome en el proceso, es tan fuerte su deseo de tener un pedazo de mi alma que terminan venciéndome, mi cuerpo cae al suelo luchando contra las almas que rasgan mi piel con sus uñas. Quiero gritar de dolor, de desesperación, pero nada logra salir de mi boca. Lágrimas de frustración caen por mis ojos, lucho contra ellos soltando tantos golpes como puedo, pareciera que solo estoy golpeando el aire. Suplico que se detengan, no lo hacen, sangre resbala por las cortadas que me hace, no me escuchan no importa cuando intente gritar o detenerlos, siento mi energía acumularse, chispas salen de mis manos.

Golpeo a todos con los rayos deteniéndolos de una vez por todas. Respiro pesadamente recupernado el aire que perdí, paso la mirada por mi cuerpo para ver las cortadas que me hicieron. No hay nada. Ni un solo rasguño. ¿Qué diablos? Juraría que sentía el dolor y la sangre en mi cuerpo. Observo los cuerpos en el piso sin vida, el sonido de unos aplausos llama mi atención. Soy yo. Mi doble se acerca a donde estoy mirando los cuerpos con resignación.

—Veo que esto va a ser más difícil de lo que creí—mi copia me dice analizando la escena frente a ella. —Lo bueno es que tengo todo el tiempo del mundo a contrario de ti—estoy por preguntar de que habla, pero ella me corta. —¿Qué dices? ¿Lo intentamos una vez más?

Aplaude apagando la luz del lugar, despierto de golpe en mi cama, paso mi mano por mi cabello confundida. Mi alarma suela a mi lado, la tomo estrellándola al piso.

—¡Despierta Kate!

—Llegarás tarde a clases —pronuncio al mismo tiempo que mi mamá.

Esto no es un sueño. No puede serlo. Me levanto de la cama apurada, tengo que saber que está pasándome. Salgo corriendo de mi casa antes de que mis padres puedan decirme algo, corro por la calle viendo todo a mi alrededor, no me detengo hasta que mis pies dejan de funcionar, caigo al suelo sin fuerza.




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