Kate.
Estoy tan absorta con la idea de verlo de nuevo que no me doy cuenta que los aldeanos se acercan detrás de nosotros, mi padre sostiene mi mano guiando el camino por el callejón, esperando que no nos vean. Entramos por la puerta trasera de una tienda con las luces apagadas. Deja ir de mi mano para cerrar la puerta con seguro, pega la oreja a la puerta esperando que se vayan para poder hablar.
—Está bien. Se han ido—da la vuelta para verme. Su boca se abre para decir algo, pero no lo dejo, lo abrazo con un nudo en el pecho, lágrimas no tardan en resbalar por mis mejillas sollozando. No sabía cuánto lo extrañaba hasta ahora, sus brazos me rodean acurrucándome.
—También te he extrañado mi saltamontes—pronuncia con la voz quebrada.
Me aparto de él para verlo mejor, luce igual que como lo recordaba, su cabello oscuro, sus ojos cafés, la barba con la que jugaba a peinar cuando era pequeña.
—No puedo creer que estés aquí—logro decir en medio de los sollozos.
—Siempre he estado contigo, viéndote crecer, Kate—limpia las lagrimas que ensucian mis mejillas—Lamento que haya tardado tanto en aparecer, en ayudarte...
—Te extraño mucho papá.
—Yo más hija—besa mi frente con amor.
—No vuelvas a dejarme, por favor, te necesito—suplico.
—No puedo quedarme amor—me mira con tristeza.
—¿Porqué?
—Lo que sea que está aquí adentro me impidió venir a ayudarte, tuve que luchar contra una energía oscura para poder hacerlo—su rostro se torna a preocupación.—Escucha hija, necesitas saber lo que está pasando para que puedas enfrentarlo y detenerlo—guardo silencio esperando que me explique.—Pero no soy yo quien debe mostrártelo.
¿Cómo que mostrarmelo?
Fuertes pasos se escuchan afuera de la tienda rodeandonos, nos encontraron. Golpes chocan contra los vidrios de la tienda, pronto escucho como intentan derribar la puerta, papá me toma del mentón obligándome a mirarlo.
—Debes encontrar al árbol, él te mostrará el pasado y tu presente para que puedas conocer tu futuro—repite las mismas palabras que Agatha me dijo antes de partir de este mundo.—Solo tú puedes escucharlo, has oído su llamado antes.
¿Su llamado?
Trato de recordar, todos mis pensamientos me llevan al mismo lugar. ¿Esta hablando del árbol del bosque? Creí que solo estaba imaginando cosas.
Los vidrios no pueden sostenerse más contra la gente enfurecida, terminan rompiendose cayendo al suelo en pedazos, la puerta detrás de mi padre empieza a ceder a punto de caer. Mi padre pone su peso contra la puerta para que no logren derribarla, aunque ambos sabemos que de alguna u otra manera lo harán.
—¡Tienes que irte!—ordena empujando la puerta con todas sus fuerzas.
—No.
Acabo de reencontrarme con él, no quiero dejarlo de nuevo, no puedo, nay tantas cosas que quiero decirle, necesito encontrar la manera de tener más tiempo. Me mira sobre su hombro debatiendo que hacer, de un segundo a otro mueve un mueble usándolo como barricada, se acerca a mí de nuevo.
—Yo también esperaba tener más tiempo juntos, pero tienes que seguir tu camino mi saltamontes. Tiene que ayudar a nuestro hogar. Tu madre te necesita, tu hermano te necesita.
—No sé si pueda hacerlo, papá—admito con pesar.—No se si pueda ayudarlos...
—Te entiendo. Yo tampoco creí que sería un buen rey. Al tiempo entendí que no siempre lo vas a ser. Vas a cometer errores, muchos errores. Pero lo valioso de esos errores es aprender de ellos y reconocerlos—una tibia sonrisa se dibuja en su rostro.—Nuestro trabajo es tomar las decisiones duras y díficiles que nadie más puede tomar, nuestro reino necesita regresar a la paz y armonia que una vez tuvimos, tu mi pequeña eres la única que puede ayudarlos.
—Yo no...
—Puedo decirte que confio en ti, que todos confiamos en ti, pero esto no funcionara hasta que tu aprendas a confiar en tu poder, a confiar en la grandiosa mujer en la que te has convertido, en el increible don que te fue otorgado desde el momento en que tuviste vida.
De pronto la puerta es golpeada con tanta fuerza que termina lanzando el mueble a un lado, las figuras de los aldeanos entran a la tienda al igual que Alexa. Sin vacilar un segundo se acercan a mí con una clara intención, mi padre pelea contra ellos protegiéndome, son tantos que logran derribarlo en segundos.
—¡Corre, Kate! —grita entre todos los cuerpos.
Golpeo con fuerza a los que están cerca de él, derribo los suficientes para levantarlo del suelo. No pienso dejarlo solo, mucho menos con estas almas atormentadas. Abre los ojos impresionado con mi fuerza, le ofrezco mi mano para ayudarlo.
—Te dije que corrieras—recrimina aunque puedo ver alivio en sus ojos.
—No voy a abandonarte papá —siento las manos de los demás apoderarse de mi cuerpo.
Dejo ir de la mano de mi padre para permitir que una corriente de energía viaje por todo mi cuerpo, en seguida las manos de los aldeanos se apartan, sus cuerpos tiemblan por electrocutarlos.
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Editado: 08.09.2023