—Estoy aquí para ver a los reyes.
—Lo siento Madame, pero ellos no pueden recibirla en estos momentos. —El señor la invita a salir. Agatha no se mueve de su lugar decidida a ver a los reyes.
—Tengo que advertirles. Ellos tienen que saber…—Agatha avanza impaciente. El señor pone su brazo en frente de ella impidiéndole que avance.
—¿Qué tiene que advertirnos? —Escucho la voz de mi madre detrás de mí.
Baja por las escaleras junto a mi padre con cuidado de no tropezar. La tenue luz de la lámpara que carga mi padre les permite ver el borde de las escaleras. Me sorprendo al ver a mi madre embarazada. Su panza tiene el tamaño de una sandía. Termina de bajar las escaleras sin ningún problema.
—Lamento molestarlos a estas horas de la noche. —Se disculpa apartando el brazo del señor de un golpe. —He tenido una premonición.
—Una muy importante imagino. —Mi padre le dice seguro que no hay otra razón por la que este aquí arriesgándose a que le suceda algo mientras que el cielo se cae afuera.
—He visto a los bebés su alteza. —Agatha trata de decir con la mayor sutileza posible. Puedo oír la preocupación en su voz.—La reina carga en su vientre dos fuertes y sanos bebés. Bebés que poseen la habilidad de hacer cosas maravillosas.
Tarda unos segundos en continuar con miedo a lo que suceda cuando diga lo que en verdad la trajo aquí.
—Cosas que nadie más puede hacer. Pero con ellos una maldición surgirá tan pronto nazcan y no hay nada que puedan hacer para detenerlo.
—Hable claro. ¿De qué maldición habla?
—Los pequeños tendrán mucho más poder y habilidades que cualquiera en esta tierra posee. Sin embargo, llegará el momento en que se tomará una decisión. Podrían estar llenos de oscuridad y miedo o de luz y pureza.—Agatha mira el suelo como si estuviera tratando de recordar lo que su visión le enseño.—No estoy segura de a qué edad ocurrirá ese cambio.
—¿Podrían? ¿No esa segura? Lo único que escucho es que desconoce si todo esto llegará a ocurrir de verdad. —Mi madre contesta molesta.—¿Tengo que recordarle las veces que sus visiones se han equivocado?
—No—Agatha baja la mirada avergonzada—Reconozco que mis visiones no han sido tan claros en el pasado. Pero no me equivoco con respecto a esto. Él me lo ha mostrado.
—Está hablando de mis hijos, los próximos herederos del reino—Mi padre dice ignorando las últimas palabras de Agatha.
—Entiendo—Ella trata de decir.—Pero son esos mismos herederos quienes terminaran con el reino de llegar a nacer. El pueblo arderá en llamas. Muchos morirán. Los que sobrevivan, si es que logran hacerlo, se volverán un recipiente vacío de lo que alguna vez fueron.
—¿De llegar a nacer? —Mi madre pregunta enfurecida.
—¡Nos está sugiriendo que terminemos con sus vidas! Eso es traición a su reino—Mi padre se para delante de mi madre en un intento de protegerla de las palabras de Agatha. Mi madre retrocede aterrada con la idea de perder a sus hijos.
—Es lo mejor para el reino—La voz de Agatha tiembla segura de que está metiéndose cada vez más en un terreno peligroso. Mi padre se acerca a ella mirándola con seriedad. Retrocedo al ver la furia en sus ojos.
—¡No sabe lo que esta diciendo! —Mi padre explota de coraje. —Cómo se atreve a venir a mi hogar, verme a la cara y decirme todo esto sin conciencia alguna.
—Yo…
—Usted no tiene nada más que hacer aquí. —Mi madre la corta. —No la quiero volver a ver cerca del castillo. Y sobre todo cerca de mis hijos. —Trata de decir algo más, pero algo la detiene. Su rostro se llena de dolor. Sus manos viajan hasta su vientre cerrando los ojos con fuerza.
—¿Qué sucede? —Mi padre se acerca a ella alarmado.
—Me dio un pequeño dolor, pero ya estoy bien. —Explica con dificultad. Se contrae involuntariamente dejando en claro que no esta bien.
—Traiga al médico, rápido. —Mi padre le ordena al señor mirando a mi madre con preocupación. Sale del estado de shock para ir en busca del doctor. Agatha se acerca para ayudar. Mi padre la detiene con una mirada fría.
—Desde este momento queda desterrada del castillo. No volverá a pisar tierra en Argora en lo que le queda de vida. Imagino no tengo que recordarle lo que les sucede a aquellas personas que desobedecen mis órdenes.
—No lo entiende. Ellos traerán la muerte. Si quieren salvar al reino, ellos no deben nacer. —Agatha repite. El hombre regresa con el que supongo es el médico.
—Sácala del castillo. —Mi padre le ordena al hombre, quién obedece sus ordenes en el acto. Agarra el brazo de Agatha empujándola hasta la salida. Agatha sigue gritando, pero ya nadie la escucha. Mis padres le dan la espalda ignorando sus advertencias. El hombre cierra la puerta con fuerza.
Un rayo cae cerca del castillo iluminando todo el lugar. Mi alrededor desaparece rodeándome de una intensa luz blanca. Objetos de diferentes formas y tamaños emergen entre la luz. El lugar comienza a cobrar vida de nuevo. En un parpadear de ojos aparezco en una habitación. La luz abandono por completo el lugar, siendo remplazado por la oscuridad y la tenue luz de la luna que entra por la ventana.
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Editado: 08.09.2023