8 HORAS ANTES DE LA AUTOPSIA
Estaba de nuevo de pie, debajo del umbral de su última pesadilla; antes de que despertara para enfrentar a su destino en el sótano de su mansión. Observaba la división entre ángeles y demonios, del arco que daba acceso al lago que alcanzaba a divisar en el horizonte. Trató de regresar por donde había llegado; aquel camino serpenteante y de varias direcciones, pero todo estaba cubierto de una densa neblina, y en cuanto había dado el primer paso para retornar, la temperatura se había reducido casi al punto de la congelación.
Volvió a poner su atención en el lago, y las criaturas habían terminado de devorar a aquella persona, que se había arriesgado a abordar la balsa, para cruzar el cuerpo de agua, ignorando lo que podría pasarle. Sus recuerdos eran confusos, y le era difícil distinguir, si este era un mundo onírico, o hacía parte de su realidad; que aunque inverosímil, era su única realidad y le sería imposible librarse de ella.
Materson dudaba si era preferible este mundo, o aquel en el que estaba siendo víctima de la hermandad, de su hermano, y de su propia esposa. Por una fracción de segundo prefirió este universo con criaturas y muerte, que aquel en el que había sido traicionado por su sangre, y la única mujer que había amado. Aún así, hizo un nuevo intento por desandar sus pasos, y volver a estar en el camino de muchas direcciones, esperando llegar a un lugar menos siniestro, pero la niebla no se lo permitió. Pronto se dio cuenta, que la bruma ya lo iba alcanzando, y que ya estaba a punto de cubrir la parte superior del umbral en el que se refugiaba.
Un frío intenso fue bajando desde su cabeza hasta los pies, y no tuvo otra opción que bajar por la ladera que terminada en la orilla del lago, que ahora estaba apacible y sin ningún rastro de las criaturas. La balsa flotaba sin rumbo y sin ninguna dirección, y se iba alejando lentamente, perdiéndose más allá de donde su vista le alcanzaba. La hierba que pisaba estaba impregnada de un rocío, que en principio creyó, era agua; sin embargo, la fricción entre sus pies y la hierba húmeda era casi nula, y causaba que frecuentemente perdiera el equilibrio, hasta que no pudo sostenerse más en pie, y cayó sobre sus posaderas, quedando recostado sobre el pasto que fue mojando sus ropas, sintiendo una humedad inusual en su espalda y sus piernas. Trató de ponerse en pie, pero sus zapatos no tenían ningún agarre. Parecía más una pista de patinaje con hielo y muy jabonosa, que un campo con pasto, con una pendiente en la ladera. Sus manos quedaron aceitosas y concluyó que lo que mojaba la hierba, sus ropas, y ahora sus manos, no era agua en sí; sino un líquido aceitoso muy parecido a lubricante de motor de un auto.
La sustancia era incolora, e inodora y no lograba identificar de qué se trataba exactamente. Echó un vistazo hacia atrás, mientras movía sus dedos palpando aquel líquido aceitoso, y vio como la niebla, ya empezaba a descender por la cuesta, como si tuviera vida propia y quisiera aprisionarlo de algún modo. La bruma parecía espesa y de un color tan blanco, que le hizo recordar la última tarde que había pasado con Olivia, hacía unos tres meses, cuando el verano ya avanzaba, y la temperatura ya empezaba a incrementarse. Habían visitado un parque, y observaban el cielo recostados en el césped del lugar, pasando el rato y teniendo “tiempo de esposos”, como Olivia solía llamarlo. La tarde era fresca, y durmieron mientras veían las figuras de nubes que se formaban en el cielo, poniéndole nombres e identificando siluetas inexistentes, pero que le iban dando forma, dando rienda suelta al romance. Después de los recientes sucesos, Materson concluyó, que sin duda, no era más que una estratagema de su esposa, para encausar los sucesos que ahora lo tenían postrado en una mesa de mármol. Todo parecía ser solo una actuación de cinco años, para cumplir sus ambiciones y la de su hermano.
Disipó el recuerdo y de nuevo se preguntó si lo que estaba viviendo era real, y si no lo era, le parecía curioso; que aún dentro de un sueño, pudiera traer recuerdos a su cerebro en trance, que ya estaba ocupado, recreando la escena de lo que percibía en ese mundo fantasioso, que había fabricado para escapar de algo, o alguien, si tener certeza de alguna cosa en concreto, más que de la traición que había acabado de sufrir. Levantó la cabeza y se dio cuenta que la niebla ya estaba en el cielo, y que mostraba un color rojizo, y reparando en que en ningún momento se había percatado del hecho.
Una vez más, hizo un nuevo esfuerzo por levantarse, pero al ver que no podía, se fue deslizando sobre sus posaderas, ayudado por la sustancia aceitosa y resbaladiza. Pronto la velocidad fue aumentando, y se preocupó un poco, al ver que le era difícil frenar su rodaje por el césped. El lago, cada vez se hacía más grande ante sus ojos y el pánico se fue apoderando de sus emociones, convirtiéndose en presa del miedo, tratando de evitar a toda costa caer en el agua, que seguramente, circundaban las criaturas devoradoras de carne y hueso. Puso sus zapatos en posición vertical sobre la hierba; como sí de un pedal de un auto se tratara, esperando disminuir su velocidad con la fricción de las suelas, fracasando en el intento. Sus zapatos no producían ningún efecto, y al contrario, sentía que la velocidad iba en aumento. Se recostó completamente sobre el pasto, e hizo un giro de 180 grados, quedando boca abajo y tratando de aferrarse al prado con sus manos. El dolor fue subiendo por sus extremidades, a medida que hacía más fuerza, buscando aferrarse al terreno, pero sin conseguirlo.
Editado: 15.09.2024