Post Mortem Cadáver

Capítulo 10: Raíces

Olivia Chery tenía diez años, cuando presenció su primer rito. Había viajado con su madre a Haití, quien pertenecía a una iglesia que rendía culto al vudú en Lafayette, Louisiana, donde vivían en aquella época. Su madre era una fanática religiosa, que había recibido sus creencias de su progenitora de origen africano. La abuela de Olivia, había emigrado desde Benín, en África Occidental, hasta el sur de los Estados Unidos, donde se radicó junto con otros inmigrantes, en una localidad cercana a Lafayette. Obtenían sus ingresos limpiando casas de familia, cuidando niños, y hurtando pertenencias de alto valor de los hogares donde eran contratados como servicio doméstico.

Fue en una de estas casas; donde la abuela de Olivia Chery, quedó embarazada producto de un amorío, con uno de los propietarios de las mansiones donde laboraban. Eran mano de obra barata, y los que contrataban sus servicios, escondían sus verdaderas intenciones de tener personal que trabajara por poco dinero, simulando actos de buena fe, con personas recién llegadas de otro continente, sin ninguna otra opción, más que aceptar sus condiciones. Muchos eran maltratados, explotados laboral y sexualmente, y eran víctimas de racismo por su color de piel. La mujer llegó al hogar para labores domésticas, pero pronto se convirtió en la amante del jefe de la propiedad donde trabajaba, que la tomaba cada vez que quería, a cambio de más dinero, artículos, y concesiones para ella y su gente. En sus cálculos no estaba quedar embarazada, pero pasó.

Cuando el hombre se enteró del embarazo, la echó de la casa y la abuela de Olivia no tuvo más remedio que criar a su hija sola, y con una difícil situación económica. Y al no recibir el apoyo del padre de la niña, que le juró, que si aparecía de nuevo en su vida, se encargaría de eliminarla, junto a sus compañeros de causa. Así, que no tuvo otra opción que ir de casa en casa, una vez que nació su hija. Años y años de ires y venires, donde sufrió xenofobia, abusos laborales, y desprecios, que la fueron curtiendo de ira y rencor hacia las clases altas donde tenía que ir a pedir ayuda o trabajo, y una hija que fue presenciando absolutamente todo, mientras iba creciendo.

La madre de Olivia, viviendo la tragedia propia de los que emigran, creciendo entre dificultades, hambre y carencias, absorbiendo toda la cultura de sus ancestros, y convirtiéndose paulatinamente, en una mujer con ambiciones y objetivos de lucha y venganza. Ya contaba con quince años, y barajando sus pocas opciones, tuvo que buscar fuentes de ingresos diferentes a las labores domésticas, para sus fines. Su mamá ya no era acta para trabajar y estaba sufriendo de una enfermedad terminal que la tenía postrada en cama. Ada Chery, madre de Olivia, ingresó al mundo del tráfico de drogas y licor, y comenzó a ofrecer sus servicios como dama de compañía. Además, había heredado las creencias y costumbres de su madre, y practicaba el vudú en diferentes lugares de Lafayette. Las prácticas iban desde sacrificios de animales, ceremonias, rituales, y en algunas ocasiones, orgías sexuales de las que era partícipe, y en donde quedó embarazada de Olivia. Nunca supo quién era a ciencia cierta el padre de su hija, y poco le importó.

Su madre la había criado sola, y ahora ella haría lo propio con su hija. Ada Chery conoció a un hombre que también practicaba el vudú y la llevó a vivir con él, junto con Olivia, que apenas contaba con dos años. En ocasiones hacían viajes a Haití, donde se encontraban los mejores exponentes del culto religioso, para expandir sus experiencias y afianzar su cultura, heredada del lejano Benín. Nunca hubo algo parecido al afecto, y Ada solo cumplía con sus deberes maritales, a cambio de techo y comida, para ella y su hija. Olivia Chery fue creciendo en un mundo de ritos, sacrificios, y la deformación de las raíces del vudú, que se fue alejando del humanismo, y las tradiciones culturales de su origen en África. Con tan solo diez años, presenciaba sacrificios, prácticas satánicas,e invocaciones. Danzas frenéticas a ritmos de tambores, y ceremonias donde la sangre era la protagonista principal. Conejos, gatos, gallos, y perros, eran pasados por cuchillos, y su sangre era recogida en recipientes, para verterlas en los cuerpos de los participantes del rito.

Olivia Chery, observaba con fascinación lo que pasaba ante sus ojos. Su fanatismo fue creciendo, y poco a poco, fue pasando de ser observadora a partícipe, y una de las grandes exponentes del Vudú del grupo social al que pertenecía. Con tan solo quince años, ya dirigía ceremonias, y ya oficiaba como sacerdotisa, mostrando gran entusiasmo por la sangre, y le atraía el hecho de mostrar su cuerpo desnudo sin ninguna vergüenza en las ceremonias. Su despertar sexual se aproximaba, y sentía la necesidad de dar rienda suelta a sus deseos. Participó en su primer encuentro intimo con un sacerdote y líder del grupo al que pertenecía, como rito de iniciación, para engendrar en algún futuro a la personificación del demonio en la tierra, y allí fue cuando la encontraron.

 

Una sociedad que se hacía llamar La hermandad, se encontraba reclutando personas para su grupo. Sus principales líderes eran personas prestantes, ávidas de poder, y de buscar las respuestas a los más grandes enigmas del universo. La atracción por la muerte y lo que había detrás de ella, los llevaba a buscar en diferentes prácticas, aquellas respuestas y experiencias que tanto buscaban.

Derek Connors; líder de la hermandad en el estado de Maine, había recorrido el país en busca de personas que pudieran aportarle una nueva visión a su sociedad. Hastiado de reuniones infructuosas, donde solo leían pasajes de historias y leyendas de muertes, posesiones, demonios y mundos demoniacos inalcanzables, y en toda regla: inexistentes, quiso salir a buscar una nueva perspectiva de sus creencias.



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En el texto hay: misterio, suspenso, terror

Editado: 03.04.2024

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