Post Mortem Cadáver

Capítulo 16: Trece (Volumen 2)

Willsburg, Maine. Año 2021 D. de C.

Una mezcla de emociones fueron creando el coctel perfecto para desatar su cólera: Furia, frustración, ansiedad, y un miedo creciente, que fue subiendo desde sus pies, recorriendo su tronco, terminando en su cabeza, y que fue apoderándose de sus pensamientos, para convertirlo en uno solo: Violencia. Derek Connors, observó por unos segundos más la pared vacía, en donde algunas horas antes estuvo colgada la pintura por la que había pagado una fortuna. Cuando se dio la vuelta, divisó la silueta de Olivia descendiendo por las escaleras, y deteniéndose, justo en el mismo lugar donde Joe Materson había accionado el arma, matando a varios, e hiriendo a otros miembros de la hermandad. Por un momento, creyó ver la figura menuda del mayor de los Materson, llevando el arma a su sien, para suicidarse sin poder lograrlo, porque ya no tenía munición. El recuerdo era difuso, y parecía tan lejano, que creía absurdo, que solo hubieran pasado algunas horas desde el suceso. Una vez que Olivia se plantó en el lugar exacto, en donde hacía un poco más de 14 horas, se había detenido su esposo, presa del miedo, por la hostilidad del ambiente, Connors le dedicó un último vistazo, a lo que le proyectaba la pared posterior del sótano: Nada.

El líder de la hermandad, dio un paso hacia atrás, todavía dándole la espalda a Olivia Materson, y cuando se giró, su ira se fue incrementando, porque lo que vio en los ojos de ella, no fue miedo, sino una mirada de orgullo y altivez, y de estar preparada para el peor de los escenarios.

— ¿Dónde está mi pintura? — Le cuestionó, dando un paso hacia ella.

Olivia, ingresó su mano derecha dentro de la bata blanca, a la altura de su tórax.

Esta armada —. Pensó, Connors.

Pero lejos de disuadirlo, lo envalentonó mucho más, porque no podía permitirse mostrar debilidad ante alguien inferior, según su opinión.

— ¡Hazlo! — Le ordenó, el líder de la hermandad —. Hazlo, y tendrás a decenas de hombres detrás de ti, y te perseguirán hasta hacerte pedazos. Hazlo, y te juro que quemarán esta casa hasta los cimientos.

Pero Olivia Materson parecía imperturbable. Permanecía de pie, y su rostro reflejaba una furia inusitada, y no se veía que fuera a ceder tan fácilmente. Derek Connors dio un paso más hacia ella, y ya solo había un espacio de tres metros, entre los dos.

— Saca el arma, Olivia —. Le dijo firmemente, Connors, quien también parecía que estaba determinado a todo, sin importar las consecuencias.

Olivia extrajo un poco más su brazo derecho y su muñeca quedó más a la vista.

— ¿Qué esperas? — Le recriminó el líder de la hermandad —. Y dio dos pasos más hacia ella. Ya solo había dos metros entre los dos contrincantes. Connors, se había encargado de disminuir la distancia entre él, y Olivia, para poder tener margen de maniobra, y poder reaccionar. Sabía, que debía reducir el espacio entre los dos si quería tener alguna oportunidad de defensa. Olivia, al percatarse de que el líder de la hermandad se acercaba con sigilo, hizo un nuevo ademán de descubrir su mano derecha completamente.

— Te juro que si sacas esa pistola, te puedes olvidar de traer a la tierra a tu dios prometido —. Y ante lo que le dijo; Derek Connors pudo ver algo de miedo en la mirada de Olivia, y esa fisura en su determinación, fue aprovechada por el líder de la hermandad, abalanzándose sobre ella. Los dos cayeron sobre el suelo del sótano, y acto seguido, Connors tomó la muñeca derecha en donde creía que Olivia tenía el arma, pero cuando sacó su mano debajo de la bata, no había absolutamente ningún objeto en ella.

Connors se puso en pie en un instante, y levantó a Olivia, cómo si de una muñeca de trapo se tratara. Cuando la tuvo frente a él, soltó los amarres de la bata que llevaba puesta, y quedó su cuerpo desnudo ante su escrutadora mirada. No era la primera vez que la veía sin nada puesto, y Olivia tampoco parecía sentir vergüenza ante su desnudez. El líder de la hermandad comenzó a palpar su cuerpo, y a revisar cada hilo de la bata buscando alguna arma, pero no encontró nada. Había caído redondo en su blofeo, como si de un juego de póker se tratara; porque estuvo convencido, de que no solo tenía una pistola, sino que estaba determinada a jalar del gatillo, si hubiese sido necesario.

Connors comenzó a negar con su cabeza, y un amago de sonrisa se insinuó en sus labios. Era la primera vez que Olivia le perdía el respeto, y no podría permitirse tal ofensa.

— ¿Pero cómo podría hacer justicia, ante este acto de sedición? — Se preguntó.

Y cuando Olivia le sostuvo la mirada, le soltó una bofetada que fue a parar a su mejilla izquierda, y que la hizo caer sobre el suelo del sótano. Acto seguido, volvió a levantarla con furia casi sin ningún esfuerzo, como si de repente; Olivia se hubiera convertido en una mujer de paja. Luego, la llevó hasta la pared anterior del sótano y la tomó por el cuello, impidiendo que el oxígeno llegara a sus pulmones. Los pies de Olivia casi no podían tocar el suelo. La fuerza descomunal de Derek Connors, hacía que casi la sostuviera en el aire, solo con la fuerza de su brazo derecho, sosteniéndola tan solo de su garganta. Parecía que estaba determinado a matarla, pero él mismo se había prometido que no lo haría, a menos que no viera en su mirada, el respeto que creía que se merecía. El rostro de Olivia Materson se estaba poniendo de un color tan purpura, que parecía más un globo de feria, que una cabeza humana.



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En el texto hay: misterio, suspenso, terror

Editado: 15.09.2024

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