Pradera verde

Capítulo 4

Llegar a ALFA I metomo unos 3 dias,

El paisaje eran puras ruinas, postes caidos o destuidos lo curioso es que no habia ninguna señal de transito.

El aire segia viciado, pero ya me estaba acostumbrado.

A lo lejos logre divisar la outpost mas cercana a ciudad ferrea,

El humo salia de una chimenea y las luces estaban prendidas eso me alegro mucho asi que acelere el paso.

Al cruzar la zona marcada, uno de los guardias me apunto con un rifle de servicio,

—Identifícate ahora.
—Explorador de Ciudad Férrea. Rango V,
Vengo desde el sur.

Cuando crucé el cerco, un guardia me apuntó con una linterna.
—Identifícate.
—Explorador de Ciudad Férrea.
Vengo desde el sur.

Una pausa.
Luego, una risa del interior.
—¿Del sur dices? No puede ser… ¿Eres tú?

La voz era conocida.
Salió de entre las sombras con un abrigo de campaña y una sonrisa incrédula.
Riven.
Mi viejo compañero de la milicia, que habia ido a una mision al exterior hace años.
Lo recordaba más delgado, más callado; ahora tenía canas en la barba y una mirada dura.

—Pensé que estabas muerto —dijo, dándome un golpe amistoso en el hombro.
—Y yo pensé que nadie sobrevivía en Alfa-1.
—Casi acertamos los dos.

Dentro del puesto había movimiento:
soldados, técnicos, un par de exploradores preparando mochilas.
El aire olía a aceite, pólvora y café rancio.
Riven me llevó hasta la sala principal, un viejo contenedor con mapas y varias armas.

—Como te esta yendo en el exteriror, y solo? —dijo, entregándome una taza de agua caliente—.
Parece que el norte no está tan muerto como decían.
—todo parece tan vivo, si, estoy en una mision en solitario, no se si te acuerdas de mis padres —respondí—
—como olvidarlos.

Riven saco un mapa ya mas actualizado y varias zonas estaban marcadas con marcador rojos.
—Hace una semana empezamos a captar señales provenientes de Megápolis.
Interferencias, patrones repetidos, transmisiones automáticas.
Parecen humanas… pero ninguna frecuencia coincide con nuestras redes.

—¿Comunicaciones antiguas? —pregunté.
—Eso pensamos al principio.
Hasta que alguien respondió.

Guardó silencio unos segundos.
El ruido de los generadores llenó el espacio.

—La voz pidió ayuda —dijo por fin—.
Pero cuando intentamos rastrear la señal, cambió.

“bienvenido a megapolis, la ur//e del fut-tu-turo, sientete libre de vi** visitarnos, bienve.....”

No supe qué decir.
El tono de Riven no era de miedo, era de sorpresa.
Como si ya hubiese visto demasiado para sorprenderse.

—Megápolis está a menos de 30 kilómetros —continuó—.
ya que estas por que vas hacia allá, y no pienso detenerte.
Pero si llegas, busca todo lo que sea importante, necesitamos tener mas datos de ese lugar.

Salimos del contenedor.
La noche estaba tan clara que las luces del norte parecían un incendio congelado.
Riven me entregó un cargador nuevo y un transmisor de mano.

—Por si logras escuchar esa voz —dijo.
—¿Y tú?
—Yo tengo que quedarme. Este lugar todavía respira, aunque sea por inercia.

Nos dimos un apretón de manos.
Su palma estaba áspera, firme.
Durante un instante, volvió a ser el mismo que conocí en la academia.

—Si llego a Megápolis —le dije—, mandaré un informe.
—No lo hagas.
—¿Por qué?
—Porque si aún hay alguien allá… no quieren que los encuentren.

El viento del norte trajo olor a electricidad, a tormenta.
Las luces del outpost parpadearon.
En el horizonte, un destello iluminó las nubes, como si el cielo mismo se agrietara.

Riven se dio vuelta y murmuró:
—Empieza otra vez.

—Me quedare una noche mas—le dije.

—Eres bienvenido aqui.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.