Hace unos 50 años atrás, en el mundo de Prai—Isu, existían monarquías regidas por seis elementos: Fuego, Agua, Bosque, Aire, Tierra y Luz. Pero en esta época, fue donde acabo todo esto.
En esta época ocurrió una masacre por parte de los demonios sellados en cada uno de los reinos. Se desconocía la causa de su liberación, pero eso era lo menos importante, pues estaba ocurriendo un genocidio en lo que parecía ser un día cualquiera.
—¡No le hagas nada! —suplico la reina actual del reino del fuego, refiriéndose a su pobre niña que abrazaba con fuerza.
—Tranquila, no le haré nada —decía el demonio frente a ella—. Solamente voy a matarla —finalizo con ironía.
Alzó su mano absorbiendo la energía necesaria para su ataque. Sin nada más por hacer en un momento como ese, la reina decidió colocar a su niña detrás de ella y entrelazo sus manos mientras susurraba algo.
Nada más se sabe sobre lo ocurrido ese día, inclusive, ese reino y todos sus habitantes han sido olvidados por la gente en la actualidad, como si nunca hubieran existido.
Actualmente, unos chicos que vivían en un pueblo alejado de la ciudad, disfrutaban de su día de descanso en semanas.
—¡Ah! Qué día —pronuncio el chico recostado en una hamaca mientras se estiraba.
Él es Florián Puraido, uno de los chicos que se encarga de cuidar del pueblo. Es alguien burlón, pero simpático, aunque eso no evita que sepa ponerse serio cuando la situación lo amerita.
—No es como que hicieras gran cosa ¿Sabes? —dijo una joven molesta.
Ella es Elvira Clumsy, una amiga de Florián. Ella junto a su hermana mayor, Clelia, atienden una tienda de herramientas y armas, hechas por ella misma. Eso es lo que ella hace, ya que no posee ninguna habilidad mágica. En muchas ocasiones, Florián le roba sus cosas y las utiliza sin permiso.
—¿Todavía estas de resentida? —Florián utiliza un tono burlón contra Elvira.
Elvira estaba por lanzarle algo a Florián, pero fue interrumpida por su hermana mayor.
—Hermana —ambas se miran—. Déjalo en paz —pidió.
Ella es la hermana de Elvira; Clelia, tiene habilidades mágicas, que consisten en potenciar sus aptitudes físicas. Aunque apenas es un aprendiz, podía hacer más que cualquiera. Acompaña frecuentemente a Florián y así consiguen un dinero extra.
Elvira bufo por la petición de su hermana y baja el objeto que pretendía lanzarle a su compañero.
—Como tú no tienes que aguantarlo —ante su respuesta, Clelia solo suspira.
Elvira no soportaba que su compañero no se preocupara lo más mínimo, a pesar de estar en la misma situación.
Los tres tenían algo en común, eran huérfanos. Florián nunca conoció a sus padres, él se crio en un orfanato hasta que decidió hacer su vida, en cambio, Clelia y Elvira perdieron a sus padres cuando apenas eran unas niñas.
Pero a pesar de todas las inconformidades y peleas, eran un gran equipo, del cual se compone de cinco personas. Los otros dos se encontraban explorando las fronteras de la barrera pues había reportes de una bestia nueva merodeando la zona.
—¿Estás seguro de que es por aquí? —pregunto Leonardo desconfiando.
—¿Estás dudando de mí? —regreso la pregunta Agur.
—N—No… Bueno si —confeso. Agur solo suspira fastidiado.
Leonardo tenía una superfuerza increíble, como un animal feroz. Aunque es alguien muy raro, es impulsivo y nunca sabes cómo puede reaccionar ante una situación, en resumen, es impredecible.
En cambio su compañero, Agur, era muy… serio. Inexpresivo más bien, era el inteligente del grupo, pero además de eso, poseía magia de rayo, la cual, le servía para sus inventos.
Llevaba consigo una mochila, un cinturón en la cintura y otro en su pecho de forma diagonal, que llevaban unos contenedores circulares.
Ambos tenían algo en común, los dos dejaron sus hogares; Leonardo lo hizo para ya no ser una carga para su familia, quiso hacer su propia vida y que el día en que regresara a casa con sus padres, estos se sintieran orgullosos de él.
Agur en cambio, se fue de su casa porque ya no quería estar ahí, quería hacer su propia vida lejos de su familia, olvidarse de ella y de sus lazos sanguíneos.
—Espera —Agur le hace una seña a su compañero.
—¿Qué sucede? ¿Hay enemigos? —se coloca en guardia.
Agur ignora su comentario y continúa avanzado. Leonardo lo siguió con la mirada
—Hay una lectura inusual —comento mientras observaba su rastreador.
—¿Lectura? —pregunto Leonardo confundido.
—¿Esto es…?
Un terremoto se hizo presente alertando a los chicos de inmediato, pero cuando intentaron correr, una explosión provocó que salieran volando lejos de ahí.
No tardo mucho para que ellos se levantaran del suelo y rápidamente decidieran correr, por si se trataba de un ataque, se encontraban en desventaja.
De esa explosión se podía notar una silueta femenina moverse de un lado a otro, como si estuviera mareada.