Con dificultad, Florián apoyo a Elvira hasta llegar al punto acordado, junto a las pequeñas Fivi y Cinthia. Cuando se encontraban cerca del lugar, lograr divisar a su compañero Leonardo, el cual estaba siendo acompañado por una chica de cabello rojo y unas intrigantes alas negras.
—Amm… ¿Quién es ella? —señalo Florián.
—Una chica que me encontré en el camino —respondió Leonardo.
Este se encontraba recargando su cara en su mano, estaba aburrido.
—Y… ¿Está volando? —prosiguió Elvira.
—Así es —dijo tranquilo.
—¿No estás sorprendido? —volvió a preguntar Florián.
—Así es, lo estaba —dijo para mirarla con cierto fastidio.
En el pueblo de ellos, nunca se ha visto a gente con alas o con la capacidad de volar sin la necesidad de algún artefacto no natural, es la primera vez en que veían algo así.
Lesly estaba cruzada de brazos mirando hacia otro lado, parecía molesta, o al menos, eso intentaba aparentar.
—¿Por qué tardaron tanto? No saben el tiempo que llevamos esperando —crítico Lesly mientras volteaba a verlos. Elvira y Florián la miraron sorprendidos.
—Bu—Bueno, a decir verdad —cuando Florián volvió a mirar en el lugar donde se encontraba, ella ya no estaba—. ¿Eh? ¿Dónde? —mira para todos lados hasta que escucho un grito detrás de él.
—¡Fivi! Me alegra tanto que estés bien —decía Lesly mientras la abrazaba, la había levantado del suelo, pues era una niña de estatura menor.
—A mí también me alegra verte —dijo Fivi con una sonrisa alegre, trataba de tranquilizar a su amiga.
Ambas se abrazaron durante unos segundos hasta que Lesly la bajo y la tomo de la mano.
—¿Se conocen? —pregunto Florián confundido.
Lesly estaba por responder con una sonrisa, pero fue rápidamente reemplazada por una mueca.
—No, solo abracé a esta extraña criatura porque me pareció linda —respondió sarcásticamente. Elvira y Leonardo comenzaron a reírse.
—Está bien, aunque… Me gustaría saber tu nombre —dijo Florián algo irritado. Lesly suspira.
—Si tanto insistes —hizo una pose en el aire—. Soy Lesly Insecure —hace una reverencia.
—Es una amiga —dijo Fivi para calmar la inseguridad de todos.
—Bueno, mucho gusto Lesly. Yo soy Elvira Clumsy —saluda.
—Pero, ¿qué te paso? —pregunto Lesly preocupada al ver sus heridas.
—Oh, no es nada —aseguro Elvira.
—Ella nos salvó a mí y a Fivi —comento Cinthia.
—¿Así? —mira a Fivi, la cual afirma con la mirada.
—Te lo agradezco —le sonríe amable, pero Fivi le estira un poco su brazo y Lesly se acerca su oído a su boca— ¡Oh! Sí, claro —sonríe penosamente.
Todos se miraron confundidos.
—De vuelta al punto —insistió Florián—. ¿Te molesta acompañarnos? Debemos atender las heridas de ambas chicas y resguardarlas a ustedes —comento.
—Claro —respondió veloz, sin embargo, afina su voz para decirlo de una forma más tranquila.
—Perfecto, vamos a casa —se acercó a Elvira para ayudarla a caminar.
—Espera, ¿dónde está Clelia? —pregunto Elvira, pues no se encontraba entre ellos.
—¡Aquí estoy! —grito Clelia saliendo de unos arbustos con la ayuda de Mayra.
Todos se le quedaron viendo por su estado.
—¿Qué te paso? —pregunto Leonardo.
—Es una larga historia —dijo con algo de cansancio.
—Créanme que si —afirmo Mayra.
Después de otro breve encuentro, decidieron partir rumbo a su casa, en la cual, Agur ya se encontraba acompañado de Jil, pues le atendió el golpe en la cabeza.
—Gracias… —dijo incorporándose en la mesa donde se había recostado.
—No me agradezcas —respondió frío. Jil sonrió.
—De verdad, muchas gracias —insistió.
—No, en serio, no me agradezcas —Jil hace una pequeña mueca.
Creía que dentro de ese carácter tan cruel había alguien tierno, pero al parecer se equivocaba. Así que simplemente se quedó callada
—¿No te duele nada más? —pregunto Agur.
—N—No, nada más.
—¿Segura? —insistió Agur.
—S—Si, segura —desvío la mirada.
Agur veía con mucha intriga aquella piedra en medio de su pecho, pues nunca había visto algo igual.
Quedaron en silencio por un par de segundos.
—Por cierto —cambio de tema—. ¿Qué hacías en ese lugar?
—¿Eh? —Jil lo miro confundida.
—Dentro de ese hoyo —especifico.
—Ah, bueno… Yo —titubeo un poco.
—Caíste por culpa del sismo ¿verdad? —respondió por ella.
—¿Eh? —Dudó un poco su respuesta—. S—Sí… —respondió insegura. Agur se percata de su estado.
—¿Recuerdas algo antes de lo ocurrido, momentos antes? —Jil no respondió, mantuvo la cabeza agachada— ¿Pasa algo? ¿Te sientes bien?
—¿Eh? —Levanta la mirada—. N—no, nada de eso —negó poniendo sus manos frente a ella mientras hacían un movimiento horizontal—. Me atendiste muy bien —afirmo.
Sin embargo, Agur se acercó, quedando frente a ella y la examino con la mirada.
—Estás nerviosa —aseguro.
—Cu—Cualquiera estaría nerviosa teniendo a alguien t—tan cerca —dijo defendiéndose.
—Este caso es diferente —se aleja un poco y se cruza de brazos—. No quisiste ser atendida, no porque no te preocuparan tus heridas, sino porque el que te preocupaba era yo.
—¿Qu—Qué quieres decir? —comenzaba a temblar un poco. Agur golpea la mesa en donde Jil estaba sentada, provocando un grito de susto por parte de ella.
—Eso es lo que quiero que me respondas —la miro directamente a los ojos, Jil correspondió el acto, no sabía qué responder—. Sé perfectamente que me ocultas algo, y ten por seguro que lo voy a averiguar —dijo intimidante.
Jil dejo de temblar, en cambio, lo miro a los ojos, no con ojos temerosos y preocupados, sino una mirada que reflejaba seguridad y desafío. Era como si dejara de estar fingiendo o algo por el estilo.
El tiempo era algo que para ellos había dejado de existir, hasta que la puerta del lugar se abrió, provocando que ambos regresaran a la realidad. Esa persona, era Clelia.